Ladrillo a ladrillo se construye un muro.
Durante toda una vida.
¿Cómo pensar entonces en derruirlo en un instante?
Aun conjuntando todos los esfuerzos de que una dispusiera,
¿cómo atajar el tiempo en la demolición de ese muro?
Y la niña llora porque no puede pasar.
Y la anciana se impacienta por la lentitud de su juventud.
El ayer y el hoy ven barrado su paso en este muro.
Muro de futuro incierto.
Si sólo el aire ligero asoma desde el otro lado a través del diminuto agujero...
De esperanzas rotas, de deseos infructuosos.
Llora el alma atrapada tras los ladrillos de este eterno muro...
Mal sabor de boca.
Cadenas desencajadas.