Nube de etiquetas

jueves, 31 de diciembre de 2009

Cuento baladín-bom-bam

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis... ¡¡y siete!!
-Bien.- dijo el profesor con resuelto aire de satisfacción -Veo que las clases sirvieron para algo...
Pero maestro, sensei, ¡oh, sabio de entre los sabios! ¿Para qué necesito saber todo esto si mi función en la vida es cargar cáscaras de pipas cuando estoy ahí arriba, y cavar hondo cuando estoy aquí abajo?
-Aun tengo que pensar para qué necesitas esto... pero nunca se sabe, hijo mío... nunca se sabe...- respondió el profesor no sin cierto aire de misterio. Y acto seguido, dio media vuelta y desapareció tras la despensa.
El hormigón se fue cabizbajo pensando en todo aquello. No le veía ningún sentido pero desde pequeño le habían enseñado a cumplir órdenes. Al cabo de unos minutos, ya volvía a repasar mentalmente sus lecciones:
Uno, dos, tres... cuatro, cinco, seis... siete...

(...)
FIN

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Treinta y uno

06 de Enero de 1979
___El columpio se balancea de un lado... al otro...
___de un lado... al otro...
___Hay viento.

06 de Enero de 1994
___El columpio se balancea de un lado... al otro...
___de un lado... al otro...
___Llueve.

06 de Enero de 2009
___El columpio se balancea de un lado... al otro...
___de un lado... al otro...
___Los niños juegan.

06 de Enero de 2010
___El columpio cesa.

martes, 29 de diciembre de 2009

Una de huelga, por favor

Es de noche pero puedo ver claramente mis huesos marcados en la piel. Ya le he explicado en numerosas ocasiones a mi madre que estoy en huelga de hambre. Pero no me entiende.
No es una huelga de hambre gratuita. Estoy reclamando valores que parece que en los nuevos tiempos se han olvidado: igualdad, libertad y fraternidad. Especialmente esta última: aun no entiendo el porqué de tanto rencor entre las gentes de este pueblo.
Le he especificado que no se trata de la moda pasajera (o no, porque ya dura demasiado) de estar como un fideo. Aunque ciertamente estoy tan delgada que he perdido la tercera dimensión: soy una fotografía de mí misma, de la de entonces...

Hace frío. Está todo oscuro. Pero afortunadamente las tripas ya no me suenan, o no las oigo...

(...)

¡¡Qué pensamientos tan extraños a la hora del desayuno!!

domingo, 27 de diciembre de 2009

¡Torpe! y cenicienta:


Con toda su energía escupió al aire con la torpeza de que no se desplazó del sitio. Os podéis imaginar la cara de pánfilo que se le quedó cuando encontró en su revuelta melena aquel esputo resuelto. Fue afortunado de no seguir mirándolo mientras la flema volaba en el aire pues corría un enorme riesgo de que en lugar de impregnar su pelo, lo hiciera en su ojo izquierdo.

Entre tanto, aquí fuera, sigue lloviendo calabazas. Cenicienta se quedará sin coche a este ritmo y tendrá que volver a las doce a pie... Lo veo venir.

Afortunadamente, esta vez el despertador sonó después del sueño...
Al fin las cosas vuelven a estar en su sitio...

sábado, 26 de diciembre de 2009

Un cuento

Sonó el despertador como cada mañana y fue entonces cuando empezó mi sueño. En él me levantaba de la cama, me duchaba con agua caliente y reconfortante para terminar de despejarme y me vestía con mis ropas habituales. Después de comer, en el sueño salía a la calle para encontrarme con una persona nueva en mi vida, una persona que entonces aun no sabía iba a brindarme nuevas ilusiones; el encuentro trancurría de forma fluida a pesar de los incontables silencios que, lejos de tensionar el ambiente, generaban complicidad y armonía. En el sueño, después de despedirnos mi nuevo amigo y yo, regresaba a casa contenta con una nueva disposición a hacer frente a las piedras de mi camino. Tras cenar, en el sueño me puse a estudiar con energía renovada en mis estudios para la entrega del próximo 28 de diciembre. Y en el sueño, se me ocurrió al final del día relatar un cuento que explicara un día corriente entre tantos, un sueño.
En verdad que a veces el despertador es un cuento.


viernes, 11 de diciembre de 2009

La agonía del fantasma

- Soy el Fantasma de Navidades Pasadas -su voz era grave, como la de un fantasma.
Su presencia invisible se erguía delante de mí de forma temerosa, supongo. Ciertamente el miedo que me inducía era grande.
Entretanto, otra sombra-gris aparecía tras las supuestas espaldas del Fantasma (si es que el fantasma estaba mirándome). Un enorme mazo de madera se levantó y aplastó con toda la vitalidad posible de una sombra-gris a ese Fantasma de Navidades Pasadas.
Desde lejos se oían los gritos de dolor del estúpido fantasma. Y a los pocos minutos, el castillo quedó en un silencio extraño...



¿Cuál es el sentido de la vida? ¿y cuál es el significado si todos morimos al final?
¿Tiene sentido aprender? ¿o lo olvidaremos todo?


Este es nuestro camino para escapar de nuestra agitación y evolucionar: usa tu ilusión y entra en mi sueño...

Usa tu ilusión y entra en mi sueño...

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Tiempos


Tiempos que son, tiempos que fueron, tiempos que serán.

A veces el tiempo olvida; otras veces, no cesa de recordar.

Y sin embargo, cada minuto que pasa, se detiene y me enseña a amar.

Desde el silencio, desde el olvido, desde el ayer y desde el mañana, desde el siempre y desde el nunca, desde el respeto, desde el deseo, desde el recuerdo, desde la esperanza, desde la última despedida...

Tiempos que son, tiempos que fueron, tiempos que serán.

Tiempo que no existe y a la vez pasa.

Tiempo que flota en el aire congelando mi aliento.

Tiempo que vive en la nada.

Tiempos...
Tiempos...
Tiempos...

Sólo para ti, hoy, una sonrisa.

sábado, 21 de noviembre de 2009

La especificidad del subjeto, s. XXI

¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿El individuo o la sociedad? Mi contribución al eterno debate ontológico sobre el ser humano no pretende arrojar más luz (ni más oscuridad) de la ya existente. Esta aportación pretende únicamente ser una voz más en el eco de la sociedad discursiva en la que vivimos.

Desde mi punto de vista, las influencias entre individuo y sociedad cumplen con un principio de bidireccionalidad: por un lado, al nacer, aprehendemos la realidad que nos envuelve, nos socializamos en el momento que interiorizamos los procesos sociales en los que nos sumergimos; y, por otro lado, organizamos las categorías y estructuras con las que definimos el mundo que nos rodea.
Existen dos aspectos fundamentales a tener en cuenta para comprender de qué estoy hablando: el primero hace referencia a la relevancia que las interacciones tienen en cualquier contexto socio-histórico (no existe la conducta carente de significado social); el segundo se refiere al papel protagonista que juega el lenguaje en estos procesos señalados (cabe matizar que el sentido que se le da al lenguaje en esta aportación sobrepasa los textos escritos o hablados). A través del lenguaje generamos un marco de categorizaciones y estructuras con los que definimos la realidad que nos rodea. Pero a la vez, el hecho de que sean unas categorizaciones y estructuras y no otras las que se instalan en nuestras mentes es un legado que el consenso social deposita en nosotros.

¿Qué define qué categorizaciones son las correctas?

Foucault lo explica muy bien en su discurso en torno a la arqueología del saber. Según el autor, saber y poder constituyen un binomio inseparable. Si entendemos el saber como la visión del mundo que prevalece en un contexto socio-cultural determinado, la única cosa que distingue el saber del resto de explicaciones posibles es el hecho de que se le asocia con la verdad. Así, el poder resulta más efectivo cuando es productivo, cuando produce saber. Vemos entonces que el saber acontece como regulador social con una sutileza que produce la manera de pensar y actuar de las personas, que conforma las subjetividades, es decir, crea los instrumentos necesarios para asegurar su hegemonía a través de la cotidianidad (no de la fuerza), produciendo a las personas. Y el poder se entiende como el conjunto de relaciones que guían las acciones humanas en el día a día con tal de hacer coincidir nuestra existencia con la única realidad institucionalizada. Lo que los socioconstruccionistas definen como relatividad socio-histórica se traduce en términos foucaltianos en una determinada relación de poder (poder disciplinario).
Siendo el lenguaje la base de nuestra actividad psicológica, estrechamente relacionado con el pensamiento, veíamos como éste nos proporciona un sistema de categorización con el que estructurar e interpretar nuestra experiencia. Este carácter formativo y constructivo del lenguaje en nuestras prácticas lingüísticas producen discursos. Así, la identidad de cada uno de nosotros es el resultado de un proceso continuo de construcción en el que participan un gran número de discursos. Estos discursos no tienen porqué siempre coincidir con los discursos disciplinarios en tanto que el significado inestable inherente al lenguaje lo acontece como un escenario de cambios, desacuerdos y conflictos potenciales, es decir, un escenario para las relaciones de poder.
Y es que otra de las cosas que defendió Foucault en su teoría es al respecto del poder distribuido. Lejos de concebirse el poder como resultado de una estructura jerárquica donde existen poderosos y desposeídos, nos viene a decir que todos y cada uno de nosotros, en el marco de las interacciones, establecemos relaciones de poder. De lo que hagamos con nuestra porción de poder es donde entra en juego el concepto de resistencia. Foucault defendió que poder y resistencia son las dos caras de una misma moneda en cuanto a que el segundo define los límites del primero dotándolo de sentido (como fondo y forma). En lo que la concepción focaultiana se define como resistencia es en lo que se apoyan las posibilidades de cambio social. Si definimos el poder como las relaciones de fuerzas desigualitarias y relativamente estabilizadas en tanto que el poder define sistemas de verdad y la verdad crea y mantiene sistemas de poder, podemos concluir que dejar salir lo que es diferente, distinto, aquello que está excluido, marginado, maltratado, lo que no se adapta, lo renuente, etc., es decir, atacar a la propia cotidianidad, dejar de ser lo que somos (Gil, 2008), sólo entonces podremos liberarnos y provocar la fisura potencial del cambio social. Si cambiar la cotidianidad implica no asumir como normal y natural lo que nos es dado, cuestionar, visibilizar conflictos, no asumir prácticas o discursos como liberadores ya que en otros momentos podrían convertirse en dogmas a desmontar, de lo que en realidad estamos hablando es de desmantelar el pensamiento único.

¿Y cuál es ese pensamiento único?

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Editorial 404


Mi querido lector,


Tras el humo de la coca-cola las ideas aguardaban expectantes, acomodadas en sus sillones de cuero castaño. Anteriormente jamás había vivido la sensación de lo Incongruente: al fin el cero abarcaba al infinito, el final se convertía en principio, y el círculo cerraba su recorrido.
Por vez primera tras el batacazo la oscuridad dejó paso al silencio del alma, a una paz fuera de lugar y a la vez tan oportuna. Tras el inicial torbellino de sensaciones, vacíos y pozos, me inundé de nada y me dejé llevar. Cual principiante busqué en las formas hasta ahora conocidas, derramé dos lágrimas y, repentinamente, comprendí que se abrían las posibilidades ante mi derrota. En medio del caos que se había ido formando a lo largo del día, se me hizo clara y presente la felicidad y la calma. No se trata de desandar lo recorrido, de desaprender lo aprendido... No se trata de anclarse en un empeño fijado en el horizonte. El objetivo en sí mismo, el camino en sí mismo... de repente apareció bajo mis pies, contundente, claro y cálido. En verdad, amigos, cuando una vela se apaga, muchas más se encienden en rededor.


Afortunada y Jacinta, con las botas sucias, me digno a echar una ojeada en la página anterior. Los renglones torcidos me resultan ahora ridículos, aunque queda forjar la distancia de las letras escarlatas (...).

¡Que me aspen si la vida trata de ideales! ¡Que me aten si vuelvo a volar en pos de la libertad, de la igualdad, de la fraternidad! ¡Que me corten la lengua cada vez que traicione mi yo más íntimo! ¡Que me admiren cada vez que levante la cabeza del charco para decir que ese reflejo deformado soy yo, y nadie más que yo! Miradme bien y olvidad lo que habéis oído: un abrazo confundido y la incomprensión de una cena medio pactada.
Desde el silencio del puente que une la costa con la villa, dos luces en la noche hacen acto de escapada. Pasos en el asfalto humedecido por la niebla inminente, dando pasos. Siguiendo el rastro del olfato, el olor nos consume y nos aturde los sentidos. En un banco reposado, de la belleza de la noche. Canta el árbol ensimismado las canciones del presente. Cesa el baile la peonza; inicia las danzas aquel filtro.

Afortunada y Jacinta, con las botas sucias, me digno a echar una ojeada en la página anterior. Los renglones torcidos me resultan ahora ridículos, aunque queda forjar la distancia de las letras escarlatas (...).


Me levanté del suelo y, expulsando el polvo de mis ropas, miré a mi alrededor. El mismo espacio que hacía tres cajitas había sido un laberinto. Un abanico de infinitas-1 posibilidades se abría entre mis ojos y el horizonte. Y de repente comprendí, ilusa de mí, cuán equivocada había estado. ¡Qué poco valemos los muertos! ¡Qué menos valemos los vivos! Jugando a ser dioses en la faz de la tierra, nos acercamos a un cosmos infinito.


Si el pasado y el futuro son esquivos, si el presente se hace efímero. ¿Qué nos queda?
Abre la mano y toma este regalo en forma de cajita metálica para que puedas descifrarlo...

martes, 17 de noviembre de 2009

Parodia

En un callejón sin salida...
Porciones de minutos en cajitas de horas...
En el límite, saturada...

Supongo que este es el punto en el que uno se vuelve adicto al alcohol, a las drogas o vete a saber. Que venga el macarra del barrio que me lo cargo de un tiro. Y de estupidez en estupidez, las esposas hieren mis muñecas. Ah, no... que esto no va así... sigue tirando de la puta cuerda y verás más fragmentos de fragmentos.

Desorientada... ¿dónde cojones está el norte? ¿Existe el norte o es otra ilusión que nos han hecho creer? Y ahora van y me cuentan que com més controlem les nostres emocions per a ser individus lliures i sobirans, més subjectes de la subjectivitat individualista som...
Me cago'n la puta d'oros... tres años perdidos construyéndome en el sentido contrario al que quería ir.

Quien me vuelva a hablar de libertad le corto la lengua: abajo los sumisos del proletariado del consumo.

Realmente cabreada.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Elevación

Levantan las persianas de la casa sin puertas. Apenas se escucha el sonido del motor desde la lejanía. La inmensa casa se abre a la nueva luz del día. Fuera la rosada aun no ha acabado de desaparecer pero el hogar arde con la calidez suficiente como para que pase desapercibida. Si respiro sobre el cristal, puedo ver como éste se queda clavado en la superficie.
- ¿Ya estás lista? -el sol baña el interior con sus rayos. Y poco a poco los niños van llegando.
- Sí. -tomo otro sorbo del té de la mañana.
La vecina se asoma a una de las ventanas de la inmensa casa sin puertas. Me saluda y asiente con la cabeza. Parece que también están preparados. Le sonrío en señal de respuesta.
Los verdes árboles se mueven al compás de un ligero soplo que una nube exhala desde el horizonte. Miro fijamente la nube. Es oscura y tentadora. Pongo mis manos sobre el cristal que aun mantiene el vaho de mi respiración. Noto el frío del cristal y por un momento mi cuerpo tiembla. Noto la mirada de la nube puesta en mis ojos y me cautiva. El tiempo se acelera en toda la quietud de este instante. Aprieto las yemas de los dedos en la ventana. Los niños se detienen contemplativos. La vecina corre a la ventana, esta vez con el gesto serio.
- De... sa... pa... rece... -frunzo el ceño.
Tic, tac...
Tic, tac...
El tiempo corre despavorido hasta hacerse imperceptible.
Los rayos del sol se imponen al frío de la ventana. El fuego en la chimenea crispa y se hace más grande. Los niños miran la nube.
- Ya está todo preparado, señorita. -una voz suena tras de mí.
- Gracias, Roger. -respondo sin apartar la mirada de todo mi centro.
Una ligera sonrisa se apodera de mi ser.
- Esta vez no.
La vecina ha salido de su inmensa casa sin puertas. En su paso apresurado se detiene un momento para contemplar la nube. Está lejos, cada vez más lejos.
Con las manos sobre el cristal borro un pasado ya inexistente. ¡Sí!
Los niños van pasando aun anodadados. La nube ha desaparecido y el paisaje ha quedado despejado. No puedo evitar recordar una sonrisa.
- Roger, toma las llaves. Ya sabes lo que tienes que hacer. -Me giro para terminar de darle énfasis a esto último que le he dicho.
- De acuerdo... ¿volveremos a vernos? -su semblante es serio.
- Esperemos que sí... aquí o en el Párnaso. En cualquier caso... no olvides que te quiero.
- Yo también la quiero mucho, señorita.
Los niños están en la sala, esperando.
Toma las llaves...

viernes, 13 de noviembre de 2009

Libre

Si tuviera
respuestas para todas las preguntas;
consciencia de llaves para todas las puertas...
(...)
Se me rompe el alma en silencio.
Tu corazón grita, tus sienes palpitan;
escucho tu pulso
y te siento.
(...)
De condición humana, materia finita;
imperfección en carne de huesos rotos.
Humildad frente a impotencia:
quisiera estirarte los brazos y
arrancarte de las malvas del presente.
(...)
Y sin embargo...
sé que eres fuerte y valiente,
guerrero luchador,
hechicero de tus designios,
sanador de tus heridas;
Tú tienes la fuerza,
tú tienes el don,
tú tienes las piernas
para recorrer este inferno.

La puerta de la victoria se alza frente a ti,
no hay lugar a la escapatoria.
Ese es tu único destino,
en el que tú sabes recorrer tu propio sendero.
Tu propio camino
libre de ataduras del universo perverso.

Dios nos hizo libres; eres libre.

Confío en que sabrás llamar a mi puerta cuando quieras llorar, reír, chillar... Confío en que sabrás caminar en medio de esta oscuridad. Confío en que sabrás encontrar la salida. En mi mano tengo una vela, una vela que una vez me dieron, para arrojar algo de luz en tus tinieblas. Estoy contigo y te siento respirar. No temas sentir. Sé libre de actuar y, especialmente, no dejes de caminar. Caminante no hay camino, me recuerda mi padre desde lejos...

TE QUIERO

lunes, 2 de noviembre de 2009

Cansado

Cansado de la incertidumbre.
Cansado de la tristeza.
Cansado de la depresión.
Cansado de las lágrimas no derramadas.
Cansado de las lágrimas desbordadas.
Cansado de los nudos en el estómago.
Cansado de no dormir.
Cansado de no soñar.
Cansado de despertar en un sin sentido continuo.
Cansado de la incomprensión.
Cansado de gritos.
Cansado de reproches.
Cansado de intranquilidad.
Cansado del sufrimiento.
Cansado de la frustración.
Cansado de las nocivas sensaciones.
Cansado de no disfrutar.
Cansado de padecer.
Cansado de no sonreir.
Cansado de la ansiedad.
Cansado de la preocupación.
Cansado de la reiteración.
Cansado de la pena.
Cansado del dolor.

Cansado de estar cansado.

Estoy cansado.
Muy cansado.


Exhausto.

Apología de una tontería

La mañana dormida transcurre lenta, demasiado lenta para mi gusto. Sin embargo, dejo espacio para las sonrisas. Aceptar, respetar: bonito juego de equilibrios. En la lentitud, corremos para salvar cinco minutos de tiempo, para llegar pronto a ninguna parte. Paramos y continuamos. No me gusta tener que correr, ¿por qué estoy corriendo? No he llegado a formularlo en voz alta.

Quizás fue para tanto y, sin embargo, no es eso lo que importa. Intento trascender el pasado y busco simplemente seguir corriendo. Pero me doy cuenta y el coche está frenado en medio de la calzada. "¡¡Sí, hombre!!". Hay algo que no entiendo... "¿Voy a disculparme por algo que he hecho mientras dormía?". Disculparse, tan sólo es una forma de la función comprender.

Creo que me he perdido... Hoy, la dignidad de uno cualquiera debería estar por encima de todos los otros. Si miro a mi alrededor, puedo ser lo suficientemente escrupulosa como para desprenderme del cordón umbilical y levantar la cabeza por encima de los otros hombros. Y, sin embargo, valemos tan poco en estas condiciones... ¡Esta música es realmente patética!

Solos somos seres frágiles que debemos defendernos con uñas y dientes. Intento volver a conectarme a lo que me rodea pero a veces me resulta tan complicado... Me siento en una piedra e intento responderme por qué de repente me sueltas la mano entre sonrisas... Y las legañas, entre tanto, nublan el mundo a través de mis ojos. Valemos tan poco las personas...

En un segundo, el mundo se invierte a sí mismo, cambia su rumbo y el sol corre a esconderse tras las nubes. No dejo de preguntarme dónde está el error... ¿por qué no?

¿Por qué?

Me siento tan incomprendida tantas veces...

¿Por qué?

martes, 27 de octubre de 2009

Pálida muerte

Levanto los ojos y me encuentro en el sitio equivocado. Quería evitar la eterna rueda que siempre gira. Llueven piedras que hieren mis carnes y mi pensamiento huye al refugio. La persona ha sido equivocada y las dudas corrosivas de mi carácter me volvieron a hacer prisionera de esta permanente cárcel. Palpo con las manos el polvo de los siglos acumulado. Huele a viejo, a humedad.

- ¿Quién está ahí? -silencio.

Esperanza, vana ilusión de un futuro siempre imaginado, engañosa trampa para huir de nosotros, del aquí, del ahora. Quise creerte, quise quererte. Creí amarte, creí querer. Quizás mañana. La noche cae y las estrellas corren despavoridas a esconderse del frío. Ni tan siquiera la luna osa saludar y el fuego de la hoguera ya dejó de arder dejando tras de sí un humeante recuerdo escindido.

- ¿Qué es lo que debo hacer? -silencio.

Dudo incluso de la veracidad de mis palabras. ¿Fui engañada y por quién? La pirata más tramposa de los tiempos me espera en el umbral con su pérfida sonrisa... Saborea el dulzor de la victoria largamente esperada mientras mi fracaso se me clava patéticamente en el corazón. Huele a sangre, huele a muerte. Y el dolor recubre el telón del fondo tiñéndolo todo de mayor ceguera.

- ¿No existe escapatoria de esta prisión? -silencio.
- ¿No existe salida para esta cárcel? -silencio.
- ¿Dónde está la llave maestra que ha de abrir el camino? -silencio.

Silencio, silencio, silencio... cuando es tiempo de pasión.

lunes, 19 de octubre de 2009

Dentro

Para cuando recobro el conocimiento, ya no se ve luz por ningún lado. En una lejanía que me resulta extraña, escucho el canto de los grillos y el croar de las ranas: es entonces cuando miro hacia arriba. Mis pupilas se adaptan a una oscuridad que se me antoja familiar y cercana. Logro adivinar mucho más arriba de donde estoy, la presencia en el cielo de una luna que parece extender sus brazos tratando de rescatarme de mi prisión. Me pongo en pie y saco el mechero alumbrando lo que parece ser el interior de un pozo. Llevo la mano a la nuca con cuidado y luego extiendo la palma ante mí: sangre. Observo a mi alrededor y siento por vez primera cierto temor: deben ser unos dos metros de diámetro los que conforman la circunferencia del pozo donde he caido y unas marcas en las paredes, hasta ahora en silencio, parecen susurrarme cuando las observo que no soy el primero en caer aquí. No hay insectos, no hay sonidos, nada... todo viene de fuera. Noto en los huesos un frío que me hace tiritar. Se me ocurre pensar que si existe el infierno, no debe diferir mucho de esto. Podría ser peor, podría haberme matado... ¿peor? no estoy seguro.
- ¡Ayuda!-
Por un momento mi voz resuena potente y escucharme tan fuerte me da una esperanza que dura apenas un par de segundos. No puedo evitar sonreír con ironía al pensar que ese grito de ayuda habría servido de mucho en tantas situaciones... Mi espalda resbala contra la pared lisa hasta llegar al suelo. Mis brazos abrazan las rodillas y mis ojos se vuelven hacia la luna. ¿Podemos pedir ayuda pero lo hacemos siempre en el último momento? Si la hubiera pedido cuando todos se preocupaban... cuando todos... Me doy cuenta de que estoy llorando cuando al rascarme la mejilla noto que está húmeda. No se cuando caí, solo recuerdo huir, escapar, correr y entonces... el empujón.
- ¡Socorro!¡Socorrooo!-
Mis ojos se abren de par en par: los gritos vienen de fuera.

sábado, 17 de octubre de 2009

Estresaud (Stress out)

Luz tenue.
Música suave.
Calma.

Nada importa.
Nada influye.
Nada existe.

Sus manos recorren lentamente su cabeza.
Movimientos circulares combinados con un poco de presión deben obrar el milagro.
Caricias y más caricias. Cesan. Continúan. Cesan. Continúan.
Placidez.
Su pelo se enreda entre sus dedos.
Nada importa.
Poco a poco y sin dejar de sentir el incesante movimiento, sus manos se deslizan hacia su cuello.
Sosiego.
Aquí los pulgares cobran especial importancia.
Presión sobre las cervicales en un perpetuo vaivén de movimientos. La cadencia y el compás, adquieren un grado vital. El efecto deseado se está engendrando.
Continua el viaje.
Nada influye.
Manos abiertas tratando de alcanzar el máximo terreno posible surcan las curvas de su espalda. Arriba. Abajo. Vuelta a empezar.
Tranquilidad.
Sus dedos recorren la ruta marcada por su columna vertebral.
El suave roce, casi imperceptible, de la yema de su dedo índice provoca en ella un mar de cálidas sensaciones.
Nada existe.
Paz.

Un suspiro se pierde en el aire.

-Mmmmmm...

Una sonrisa.

Misión cumplida.

jueves, 15 de octubre de 2009

Aquí y ahora



Es cierto. Para cuando te quieres dar cuenta el tiempo ha volado alto y lejos. Por mucho que alargues las manos, por mucho que extiendas los brazos, por mucho que te pongas de puntillas y estires todo tu cuerpo. Por mucho que hagas... el tiempo se ha ido.
Apenas hace dos días suspiraba con una sonrisa en los labios. Hoy camino cabizbaja por la misma calle de cada año. No puedo evitar mirar la punta de mis botas de montaña roídas por aquel tiempo que ya marchó. ¿Dónde quedaron? ¿A dónde se fueron?
La noche respira la tranquilidad usual. Las luces me miran fijamente pero no las veo; pasan desapercibidas en mi mente despistada. ¿Qué piensas? ¿Qué sientes? No puedo evitar responderme alzando los hombros. La lluvia resbala.
El autobús se detiene un centímetro de mi cuerpo más allá. Retrocedo unos pasos y busco a ver qué encuentro. Nada. Silencio. Sé que estás ahí... sé que quieres que me muestre... sé que quieres salir. No puedes... no debes... Silencio. El tiempo ya se fue.
¡Qué pequeños somos en este mundo tan enano! ¿Cómo recuperar un ayer que ya ha pasado? ¿Cómo centrarme en un presente tan cansado? ¿Cómo mirar hacia adelante con los ojos cerrados? Mundos y cabezas fragmentados.

Fragmentación espacial, fragmentación social, fragmentación espiritual, fragmentación fragmentada. Fragmentación rota en mil fragmentos.

El barrendero hace su ruta por las calles desiertas.
La última señora de la noche es tragada por la oscuridad de un callejón vacío.
Los gatos corren a sus refugios con el ron debajo de las patas.
Los lobos maúllan a lo lejos en un tono monótono y reiterativo.

Fragmentación...

En la puerta de casa hacen cola las palabras. Una tras otras esperan que la puerta se abra y poder entrar en el calor del hogar. ¡No! La regadora sirve el agua a las plantas que se abren sedientas de hambre. ¿Cuál es el arte? ¿Por qué todo esto?
¿A mí me lo preguntas? Pregúntaselo al sabio que una vez fue tu vecino. ¿Recuerdas? No sé de quien me hablas. Ni caso... lagunas en medio del desierto. ¿Qué podemos esperar? Ya te lo había advertido. Necesitas tiempo... ¿El que se fue?

Equilibristas en la cuerda floja. Alpinista en el Everest. Buzos en las fosas marítimas. Paso la escobilla del limpiaparabrisas y todos desaparecen: cuerda, Everest y fosas vacías. Coloco las últimas camisetas en el armario. No caben... no caben.

Las notas revolotean en mi nariz. Siento las cosquillas y me sacan de mis sueños. Vuelve el atardecer. ¡Buf! Por un momento pensé que todo era real...

viernes, 9 de octubre de 2009

Clientes

Clientes que entran. Clientes que salen.
El mundo fuera continúa su continuo movimiento.
Un helado de vainilla cae estrepitosamente al suelo.

Mientras me fumo un cigarro, me da la risa.

Clientes que hablan. Clientes que callan.
Hoy el mundo tiene prisa por llegar a la noche.
En la esquina suena el llanto de un niño desconsolado.

Me mira a través del espejo de la otra realidad.

Clientes que se amontonan en un vagón del nunca jamás.
Susurros en la tarde anochecen su mirada.
- ¿Quién eres? ¿Qué es lo que quieres?

Una cara cubre su máscara. Te miro abrumada.

Clientes que vacían sus tripas en la tienda.
La luna tapa el sol desconsolada.
No te muevas. Ahora vuelvo a tu regazo.

No puedo evitar quererte.

jueves, 8 de octubre de 2009

Reflexión sobre la libertad

Me siento a este lado del escritorio y no puedo dejar de pensar en ese momento en el que todo empezó:
Salía del metro a mi hora puntual después de cumplir con mi rigurosa jornada de 8 horas exactas. Ni un minuto más ni un minuto menos.
Subí las escaleras que me llevaban a los tornos de salida. Las multitudes se aglomeraban a uno y otro lado de las puertas de cristal. Unos pretendían acceder a los trenes y otros liberarse definitivamente al ruido de la gran ciudad, allá arriba.
Sin embargo, todos éramos civilizados y teníamos bien interiorizadas las normas: dejen salir antes de entrar.
La mitad de las multitudes, la que pretendía entrar a las vías, se arrimó a la pared del fondo para dejar salir a los que recién llegábamos del tren que ya marchaba lentamente.
Con una mirada de agradecimiento, yo y otros muchos cruzamos los tornos y viramos para ir a las escaleras mecánicas que nos conducían fuera de la estación. A un paso rítmico.
Todo era ordenado fuera de mi cabeza y, sin embargo, no podía dejar de preguntarme qué culpa tenían los alemanes en todo esto. Es algo que supongo nunca sabré responder, pues habría que remontarse a un pasado muy lejano del que ya no queda huella en nuestra sociedad orwelliana.
Afortunadamente, cuando mi mano reposó sobre la barandilla mecánica de las escaleras, la brisa de la gran ciudad vació mi cabeza de esos pensamientos y sentí de nuevo la libertad.

Mi amigo: El lado oscuro

Muchas veces en mi interior se desarrolla una pelea invisible a cualquier mirada curiosa. Todo se concentra en una especie de batidora y espero. Cuando termina el proceso no sé qué va a salir. La mayoría de las veces el color es blanco: el Yang vence. Pero en ocasiones, el negro es el que predomina. Un lado oscuro ante el que la mayoría de la gente sentiría rechazo, miedo... Sin embargo tras unos primeros contactos en los que no me entendía con ese Yin, he de decir en honor a la verdad, que tan mío es el uno, como el otro, tanto soy yo en una u otra vertiente. Y ese lado oscuro me gusta, y me gusta porque en más de una ocasión me ha llevado a buen puerto. No, amigo, no, no me abrazo a él, pero sí dejo que salga a veces. Lo he aceptado como merece. Bien es cierto que hay que ir con ojo con él porque un abuso sería el equivalente a una sobredosis, en definitiva: nada bueno.
Cuando miro al tipo que tengo ante mí que decía ser mi amigo, el primer sentimiento es ira. Es intensa, tensa los músculos de mi cara, hace que arda mi sangre, casi articula mi boca para escupir el infierno que arde en mi interior... pero nada de eso pasa. La batidora se pone en marcha. Aparece mi Yin, mi oscuridad y, ahora, mi calma. Me recuerda que el odio y la ira no me dejan pensar como podría. Mi respiración se tranquiliza, mis músculos siguen tensos pero el Yin, gana a la ira y eso me agrada. Cuando abrazo esa parte de mí, la droga del "lado oscuro" circula por mis venas, mi cerebro comienza a arrancar... y el mundo se detiene.
Mi "amigo" me observa con explicaciones que hace rato ya no atiendo pues sé que son mentiras. Lo sé, me he informado bien, he hablado con todas las personas a las que hace referencia y le he observado detenidamente desde hace días, con lo cual no queda resquicio de duda. El mundo se detiene... más que detenerse, se ralentiza dándome un tiempo precioso para pensar mi próximo movimiento. Cuando muevo los labios, es mi Yang el que habla con una tranquilidad que me asusta:
- Has cometido muchos errores, pero ahora mismo el que más me importa, el que más me duele, es que me mientes.
Trata de articular palabras que no llegan a salir, el nerviosismo le puede:
- Pero yo no pegué a tu... ni le hice nada a...
La tranquilidad me invade. Ahora ya no me queda más que dejarme llevar.
- ¿Ahora me llamas mentiroso a mi, a mi mujer, a Marta, a Laura, a Carla, a...? Y además me llamas idiota creyendo que vas a poder liarme con tus palabras.
- Pero...
Mi boca se tuerce, mi cabeza se ladea, mis ojos se entrecierran... primero: sus palabras cesan, al poco, es su respiración y su corazón los que se detienen. Hay siete mujeres en el mundo, incluida mi mujer, que ya tienen algo menos de qué preocuparse. Mi Yang, mi amigo, sonríe...

domingo, 4 de octubre de 2009

Destino

Caminas sin rumbo por una ciudad desconocida. De repente ante ti hay una puerta y en esa puerta un extraño picaporte. Nunca habías estado en esa ciudad pero esa puerta te es conocida. Hace ya mucho tiempo la viste en un misterioso blog en internet. Tomas el picaporte en tu mano y llamas. La puerta se abre y una voz en la oscuridad te dice "pasa, llevamos mucho tiempo esperándote". Entras porque sabes que tu destino va a cumplirse. La vida es una extraña red de causas y efectos... Y todo empieza aquí y ahora... Alguien escribe, y alguien lee, y todo tiene su inicio y su destino final... ¿Qué te espera tras la puerta, querido lector?

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Azul turquesa

El cielo se abre ante mí en tonos de un azul turquesa. Tengo la mirada puesta en tus ojos. Me hablas pero no te oigo; te siento. Y miro hacia mi interior y un sinfín de turbulentos remolinos envuelven mi corazón. Siento miedo. ¿Por qué? ¿Por qué ahora? Dime, Dios, ¿cuál es esa misión que me tienes encomendada?
- Papá... te fuiste y me dejaste solo. Ahora me has llamado para estar a tu lado. Se nota que no quieres mi presencia pero una fuerza mayor te ha obligado a llamarme para estar a tu lado. - No puedo evitar que la tristeza me inunde...
- Ponte el traje. No podemos perder tiempo.
- Pero papá...
Su inflexibilidad me abruma. Sólo tenía 9 años cuando me abandonó siendo un crío. ¿Por qué, Dios, por qué? ¿Por qué yo?
- La raza de la humanidad depende de ti.
- No me importa lo que nos pase, M.K. ... la vida carece de sentido. Mi padre...
- Ponte el traje. No podemos perder tiempo.
Tiempo... ¿qué es tiempo? ¿Por qué todo el mundo tiene tanta prisa? Desearía que el tiempo se parara por unos instantes... que alguien me escuchara... que alguien me sonriera... que alguien confiara...
Tormento, dolor, soledad...
¿Qué es tiempo?

Te miro y de repente, el cielo sonríe. Me llenas de paz...

sábado, 26 de septiembre de 2009

Me siento...

A veces, como ahora, me siento y pienso. Pienso en las decisiones que he tomado a lo largo de toda mi vida y cuan distinta podría ser la misma a día de hoy. Cualquier cosa: una llamada, una carta, un saludo, una mano tendida, una que no tendí, una invitación reusada, una aceptada... cualquier cosa afectó y afectará a la siguiente. Alguna de esas decisiones, fue el eslabón de una cadena que me ha llevado a estar aquí ahora. Algo que haré o no, me llevará a otra serie de acontecimientos que... en fin, todo pudo ser mejor o peor, todo podrá ser mejor o peor... Oculto tras el disfraz que siempre llevo, apunto de segar mi decimosexta vida, no puedo evitar preguntarme si mi víctima potencial: ¿se habría casado? ¿habría tenido hijos? ¿habría cambiado? ¿merece una oportunidad? ¿es que no ha tenido ya muchas?... Un bombardeo de preguntas que vienen y van en mi cabeza, una sucesión de ideas que me hacen temblar incluso a mí: ¿cuántas cosas cambiaré si lo hago o si no lo hago? ¿cuántas vidas? Me siento y pienso.
Podría dejarlo ir, el golpe fue limpio y no me vio. Lo dejaría en cualquier esquina y seguramente llegaría a casa preguntándose qué le ha pasado. Yo volvería a casa y, quizás, a una vida tranquila... O podría matarlo.
Constantemente con cosas que hacemos, o no, estamos cambiando la historia. Me pregunto si hay alguien más, alguien normal, no un bicho raro como yo, que se pregunte lo que yo cuando tengo a mi próxima víctima potencial inconsciente ante mi... Mientras tanto, pasan los minutos, las horas, los días, los años y la vida se me escurre entre los dedos... siempre la misma pregunta ¿debo o no debo hacerlo?
A veces me siento y pienso y, mientras tanto, el tiempo se me va.

jueves, 17 de septiembre de 2009

¿A dónde vamos a ir a parar?

Érase una vez un hombre tan inocente, tan inocente, tan inocente que teniendo un burro delante de sus narices se pensó que era un murciélago porque así se lo dijeron...

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Renacimiento

Han pasado muchas horas...
Mis huesos están entumecidos por el efecto de la humedad en el pozo. Me escuecen los ojos de tanto llorar. Las manos están rasgadas en los múltiples intentos por escalar el pozo, escarbar los muros, buscar tras las piedras... Las uñas rotas.
El silencio se ve continuamente interrumpido por ecos del pasado, por ecos del presente, por ecos del futuro. Cierro los ojos y siento el temblor de mi cuerpo. Me prometí no tener miedo, me prometí templanza y paciencia para encontrar las escaleras que me ascendieran de nuevo a la vida.

Han pasado muchas horas...
El frío, el hambre, la sed y el cansancio se apoderan de todo mi ser. Sigo rasgando cordura en mi particular cárcel de locos. Miro arriba, contemplo la luz en el infinito. ¿Cómo alcanzar de nuevo la luz en mi alma?

Se escucha el eco de unos pasos. No es posible a tanta profundidad. ¿Me estarán engañando mis oídos? Los agudizo y presto mi máxima atención a lo que sucede tras las paredes. Alguien se acerca, estoy casi convencida.
De repente, una sensación de bienestar, paz y tranquilidad reconstituye mi maltrecho cuerpo. Cesan los temblores y los tambores en mi cabeza. Siento un calor que nace en mi corazón y se transforma en lágrimas de júbilo.
No puedo evitar ponerme en pie, aun tambaleante.

De repente sé que un niño allí fuera me echa de menos...
Veo el primer peldaño...

Pedazos de madera

Toc, toc, toc.
Toc, toc, toc.

Los golpes provenían de la puerta principal. El anciano caminaba con dificultad hacia ella esquivando todo el material que tenía de por medio. Su pelo completamente blanco y las numerosas arrugas de su cara vislumbraban una larga vida, muy larga. Su respiración, entrecortada por el esfuerzo del movimiento, presagiaba que no muchos más alientos su boca iba a dejar escapar.

Toc, toc, toc.

El pobre anciano aceleró en la medida que pudo su paso, tratando de llegar a la puerta raudamente.

Toc, toc, toc... toc, toc, toc...

-Ya vaaaaaaa!!!!!!! – gritó con voz ronca.

Al abrir la puerta se sorprendió. Hacía ya mucho tiempo que nadie iba a ver a este anciano y la presencia de un niño en su umbral era algo completamente inusual para él.
El niño era rubio. No debería de tener más de seis o siete años. Tenía el pelo largo con tirabuzones. Su cara estaba llena de pecas y sus ojos desprendían la inocencia que provoca la ignorancia.

-Necesito una escalera. – dijo con voz risueña el niño.

Plantado frente al niño, el anciano se extrañó.

-¿Cómo dices?

-¡¡¡¡Necesito una escalera!!!! – dijo de nuevo con voz risueña.

El anciano lo miró severamente.

-Jovencito, esas no son maneras de dirigirse a la gente. Sobretodo si vas a pedir algo a alguien, ¿comprendes?. A ver... ¿cómo te llamas?

-Kirdec.

La expresión del anciano se iba relajando a medida que la conversación avanzaba.

-Muy bien Kirdec. Yo soy Cauvin. Dime, ¿qué puedo hacer por ti?

-Necesito una escalera – repitió.

El anciano, con una sonrisa de incredulidad, movía la cabeza de una lado a otro.
-Anda pasa y siéntate en esa mesa – dijo Cauvin señalando a una mesa desvencijada que había al fondo de la habitación.

Kirdec caminó por la habitación con los ojos abiertos de par en par, alucinando con todas las cosas que tenía el anciano esparcidas por el suelo. Se sentó con las piernas cruzadas y siguió con la mirada al anciano mientras este recorría la distancia que separaba la puerta principal de la mesa. En el trayecto, el anciano pasó junto a un perro que parecía ser de madera. Notando que éste había llamado la atención del niño, se detuvo. Lo tocó con su mano y el perro salió corriendo fuera de la estancia.
El niño, boquiabierto, no podía creer lo que acababa de ver. ¿Ese perro era real y estaba muy quieto? ¿O era un perro de madera que había cobrado vida?
Cauvin se sentó por fin.

-Yo no tengo una escalera. –dijo con una expresión de lamento.

Kirdec se entristeció. Su cara enfurruñada ni siquiera miraba directamente al anciano.

-Pero... puedes construir una ¿verdad? Tú eres el carpintero. – Su cara volvía a desprender la jovialidad de la esperanza.

El anciano se sorprendió ante las descaradas palabras del jovenzuelo.

-Hace ya mucho tiempo que no construyo nada. Mis manos ya no son capaces de sujetar firmemente el cincel. Mis ojos ya no ven con tanta claridad como lo hacía antaño. Soy un pobre viejo. He perdido mi habilidad.

La decepción de nuevo invadió a Kirdec.
Ante tal situación, algo en el alma del pobre anciano pareció romperse.

-A ver pequeño, ¿y para qué necesitas tú una escalera?

-Pues... porque la necesito. – dijo encogiéndose de hombros.

Una sonrisa se esbozó en la cara de Cauvin.

-Muy bien. Necesitas una escalera. ¿Cómo de larga ha de ser?

-Mucho, mucho, mucho, mucho, mucho, mucho... – los brazos del pobre niño no podían separase más de lo que estaban para indicarle como de larga había de ser la tan ansiada escalera.

El anciano suspiró. Parecía meditar su respuesta cuando se puso en pie.

-Está bien. Voy a ayudarte. Puedo hacerte una escalera tan larga como tú quieras...

El niño saltó se alegría de la silla en que estaba sentado.
El anciano, con su mano derecha indicó a Kirdec que se calmara.

-Yo te haré la escalera. La más larga del mundo. Para ti. Y tú a cambio tendrás que darme una cosa.
El niño, confuso, lo miró extrañado.

-Pero... yo no tengo dinero...- dijo lentamente.

El anciano se aproximó a él.

-No quiero nada... ahora...

Kirdec no lo comprendía.

-Dentro de veinte años te buscaré. Entonces tendrás que darme voluntariamente aquello que yo te pida. – su voz revelaba tranquilidad.

Kirdec no tardó en darle la respuesta.

-Valeeeeeeee!!!!!!!!

El anciano le extendió la mano. El niño la apretó en señal de trato.
En ese preciso instante los ojos del anciano cambiaron. De color marrón claro se transformaron en negros por completo. Las arrugas de su cara desaparecieron y una continua sonrisa malévola se instaló en su rostro.

Kirdec se asustó y se apartó.

-Un trato es un trato. – dijo Cauvin

Sacó un pañuelo de su bolsillo y lo posó sobre la mesa. Miró a Kirdec. Seguidamente agarró el pañuelo con tan solo dos dedos y al levantarlo apareció una escalera pequeña sobre la mesa.

-Es toda tuya – dijo señalando al niño.

Kirdec la miraba con desconfianza.

-Esta escalera es muy pequeña – dijo.

La voz de Cauvin se volvió oscura como una gruta en las profundidades de un abismo.

-La escalera será tan larga como tenga que ser cuando la uses.

El niño la agarró y se dirigió a la puerta.
Cuando la abrió y se giró, aquel amable anciano que minutos antes le había abierto, había desaparecido. En su lugar un ser oscuro, malvado, se erguía frente a él.

-Disfruta de tu escalera. Te veré dentro de unos años.

El niño meditando, le lanzó una mirada desafiante.

-¿Quieres saber para qué quiero la escalera?

Cauvin, demonio curioso donde los haya, se quedó esperando la respuesta.
De pronto, Kirdec, ya no parecía tan niño. Su mirada no era la de un mocoso de unos pocos años. Su mirada desprendía el sufrimiento y el carácter adquirido durante tres vidas.

-La quiero para abrir una puerta en el infierno que tienes en el bosque... – con estas palabras se dio media vuelta y marchó.

El rostro desencajado de Cauvin no podía mostrar más furia.

-Espero que te haya válido la pena – dijo vociferando.- Un trato es un trato!!!!!!

-Sin duda, ha merecido la pena...

Y así es como Kirdec, caminado al ocaso del día, despareció en el horizonte...





Horas más tarde Kirdec dejó de caminar. Lo había hecho hasta llegar al corazón del bosque. Allí frente a él estaba. Un pozo. Un oscuro pozo. Un pozo maligno. Lo había descubierto días atrás. Desde que se acercó por primera vez pudo percibir una sensación extraña. Desconcertante. Agria. Mala.

Se situó en el borde del pozo. Agarró la escalera por la parte superior y la introdujo en el círculo de oscuridad que se extendía hasta los confines de la tierra.
La escalera empezó a crecer y crecer y crecer y crecer... hasta que tocó fondo y paró de hacerlo.
Kirdec la soltó y pudo comprobar como aparentemente llegaba desde su parte más inferior hasta el borde superior.
Un sonrisa se dibujo en su cara.
Empezó a caminar de nuevo con un pensamiento en su cabeza:
“Espero que si alguien cae en este pozo maligno, encuentre la salida más fácilmente”

Caminó y caminó y caminó... y se perdió en el horizonte...

martes, 15 de septiembre de 2009

Un pozo profundo

Abro los ojos y todo está oscuro. Un hedor a humedad se filtra por los agujeros de mi nariz y penetra hasta bien adentro. No puedo evitar toser.
Espero un tiempo hasta que mis pupilas se acostumbran a la negrura de aquel sitio. Entre tanto, mis pies juegan con algo resbaladizo del suelo: parece fango, lodo.
Más allá de mi ceguera puedo empezar a atisbar un muro circular, lo sigo... y compruebo que me encierra. El diámetro no es muy grande pues estiro los brazos y toco con ambas manos.
Levanto la mirada antes de que el miedo quiera apoderarse de mi corazón. Allá arriba hay un punto de luz, tan lejano que ésta no logra alcanzarme.

Estoy atrapada en un pozo profundo. Ahora sí, dejo que el miedo invada todo mi ser. Dejo castañear, fruto del pánico, mis dientes; temblar mis manos y mis piernas; pensar en los pensamientos más terribles que jamás haya podido imaginar. Pero sólo durante cinco minutos. Ni uno más. Contaré en voz alta y cuando llegue a cinco... dejaré de tener miedo.

Uno...
Mi vida cuelga de un hilo, un hilo que se abrasa con el calor del sol del que pende.

Dos...
Dolor, hambre, sueño... desesperación.

Tres...
Rascando cordura en una celda de locos.

Cuatro...
Pasa el tiempo impasible, convirtiendo mi ser en un cúmulo de huesos podridos.

Cinco...
Respiro, respiro. Cojo aire y respiro.

Tengo que encontrar las escaleras que me lleven hacia arriba.
Ya no es tiempo para el miedo.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Monje Zen

LA CUESTIÓN
El punto real es ver y comprender los patrones kármicos de nuestras vidas, y sus raíces en el ciclo interminablemente repetitivo que nos atrapa en conducta inconsciente.
Un vislumbre dentro de la eternidad de nuestra existencia puede ser un regalo, y el comprender la función del karma en nuestras vidas es algo que no podemos captar con la voluntad. Este es un llamado a despertar; los eventos de tu vida están intentando mostrarte un patrón tan antiguo como el del viaje de tu propia alma.

SANACIÓN
Tú cargas tu herida. Con el ego todo tu ser es una herida. Y tú la llevas contigo. Nadie tiene interés en hacerte daño. Nadie está interesado en herirte intencionalmente; todo el mundo está ocupado en salvaguardar sus propias heridas. ¿Quién tiene pues la energía para hacerlo? Pero aún así sucede, porque estás tan dispuesto a que se te hieran, tan dispuesto, solamente esperando, deseoso que suceda, cualquier cosa.
Permanece atento a tu herida. No le ayudes a crecer, deja que se cure; y será curada únicamente cuando vayas a las raíces. Cuanto menos estés en la cabeza, más se curará la herida. Sin cabeza no hay herida. Vive una vida sin cabeza. Desplázate como un ser total y acepta las cosas.
Sólo por veinticuatro horas inténtalo: aceptación total, suceda lo que suceda. Alguno te insulta; acéptalo, no reacciones y observa lo que sucede. De repente sentirás una energía fluyendo en ti que no has sentido antes.
Es una época en la cual las heridas profundamente enterradas del pasado salen a la superficie, listas y dispuestas a ser curadas. Cuando estamos bajo la influencia curativa del Rey del Agua, ya no nos ocultamos más de nosotros mismos o de otros. En esta actitud de apertura y aceptación podemos ser curados y ayudar a otros a estar sanos y totales.

POSIBILIDADES
Aquellos que se contentan fácilmente permanecen pequeños: pequeños sus goces, pequeños sus éxtasis, pequeños sus silencios, pequeños en su ser. ¡Pero no hace falta! Esta pequeñez es tu propia imposición sobre tu libertad, sobre tus posibilidades ilimitadas, sobre tu potencial ilimitado.
Estás en el punto en que un mundo de posibilidades se abre para ti. Porque te has vuelto más amoroso contigo mismo, más auto-contenido, puedes fácilmente trabajar con otros. Porque estás más relajado y a gusto, puedes reconocer las posibilidades cuando se te presentan, a veces aún antes que otros lo puedan ver. Porque estás en sintonía con tu propia naturaleza, puedes comprender que la existencia te está proveyendo con exactamente lo que necesitas.

LO QUE SE TIENE QUE RESOLVER
Tú vienes de la nada y estás yendo a la nada. Tú estás en aquí y ahora; ni vas ni vienes. Todo pasa a través tuyo: tu conciencia lo refleja pero no se identifica. Cuando un león ruge frente a un espejo, ¿piensas que es el espejo el que ruge? O, cuando el león se ha ido y llega un niño bailando, el espejo se olvida completamente del león y empieza a danzar con el niño, ¿piensas que el espejo danza con el niño? El espejo no hace nada: simplemente refleja. Tu conciencia es únicamente un espejo. Ni vienes ni vas. Las cosas van y vienen. Te vuelves joven, te vuelves viejo; estás vivo, estás muerto. Todos estos estados son simples reflejos en un remanso eterno de conciencia.
Friedrich Nietzsche en su libro, "Así habló Zaratustra", habla de tres niveles para el desarrollo de la conciencia: el camello, el león y el niño.

  • El camello está adormecido, es soso, conformista. Vive engañado pensando que es la cumbre de una montaña, cuando en realidad está tan preocupado por la opinión de otros que difícilmente tiene energía propia.
  • Emergiendo del camello está el león. Cuando nos damos cuenta de que hemos estado desperdiciando la vida, empezamos a decir no a las demandas de otros. Nos salimos de la multitud, solos y orgullosos, rugiendo nuestra verdad.
  • Pero este no es el final. Al final emerge el niño; no es rebelde ni conformista sino inocente, espontáneo y acorde con su propio ser.
Sea cual sea el espacio en el que estás ahora mismo: soñoliento y deprimido o rugiente y rebelde, sé consciente de que esto se transforma en algo nuevo si lo permites. Es una época de crecimiento y cambio.

RESOLUCIÓN: LA COMPRENSIÓN
Buscas un guía porque no conoces al guía interior que está oculto dentro de ti. Tienes que encontrar ese guía interior y tu vida derramará bendiciones, dicha. Tu vida se volverá radiante con lo bueno, con la divinidad; mucho más de lo que tú posiblemente puedas concebir.
Puede que algunas veces seamos un poco reacios a confiar en este guía cuando viene a nosotros; estamos muy acostumbrados a seguir las señales externas en vez de seguir las de adentro.
La verdad de tu ser más profundo está tratando de indicarte hacia dónde ir ahora mismo. Puedes confiar en la guía interior que se te está dando. Habla en susurros y algunas veces podemos dudar, ignorando si hemos comprendido correctamente. Pero las indicaciones son claras: si sigues al guía interior te sentirás más integrado, como si te estuvieras moviendo hacia afuera desde el propio centro de tu ser. Si te mueves con él, este rayo de luz te llevará a donde necesitas ir exactamente.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Experimento musical

Tum tum tum….pi..pi…..tum tum tum..pi..pi...
Tum tum tum….pi..pi…..tum tum tum..pi..pi...
Tum tum tum….pi..pi…..tum tum tum..
Tic..tic..tic…tic..tic…
Tum tum tum….pi..pi….tic….tum tum tum..pi..pi...
Tum tum tum….pi..pi…..tic…tum tum tum..pi..pi...
Tum tum tum….

Ajá…ajá.....allá vamos….


Mi universo entero se destruía cada día en un suspiro
Poco a poco se agotaba la paz de mi retiro
Enjambres de tristeza hacían ya trizas mi alma
No me dejaban más afrontar la vida con calma

Vivía en un constante sin sentido de sensaciones
Nada funcionaba ni siquiera largas vacaciones
Desesperado trataba de localizar una jodida solución
Pero no había forma de salir de esa mala situación

La espiral de destrucción más hondo el agujero hacía
Alcohol, sexo, mentiras ya ni siquiera percibía si vivía
No le encontraba sentido al mundo que giraba a mi alrededor
Convencido estaba de que no era más que otro vago perdedor

Muchos trabajos de mierda profundizaban más mi herida
Mi mente y mi cabeza estaban cada vez más perdidas
Si no pasaba algo pronto un gran final no se intuía
Yo solo quería ser feliz, tampoco tanto pedía

Oráculos, tarot, galletas, brujas, el sabio
todos ellos apuntaban a un radical cambio
Unas manos amigas de la ciénaga de hastío me sacaron
Su sonrisa, su bondad, su calidez al fin me reanimaron

Un viaje de cambio entonces tuvo lugar
El karma de mi vida volvía a despegar
Un bañito en la playa y contemplar el atardecer
Puntos inflexivos para volver a renacer

Desde entonces valoro las cosas en su cuantía
Desde entonces sé que tengo una gran valía
Mucho puntos fuertes convencido de que tengo estoy
Al fin tras mucho tiempo conocimiento de a donde voy

A mi alrededor no creen en el cambio, dicen que no me muevo
A mi alrededor no se dan cuenta que para mi todo es nuevo
Así que por favor no te atrevas a llamarme vago
De llamarme algo, llámame socialmente relajado

Así que me he decidido hacer este experimento
Ahora me limito a vivir si puedo el momento
Sip, tal vez he perdido por completo el norte
Pero hey!!! ¿Habrá alguien a quién le importe?


R.

martes, 1 de septiembre de 2009

El pingüino lascivo

-Sinceramente, eres el ser más insoportable que hay sobre la faz de la tierra.- esas fueron mis últimas palabras de despedida.

Su cara alargada de pingüino, con un pico más lascivo que el del propio animal, y sus ojos castaños impenetrables no eran más que la prueba de la impertinencia y la prepotencia que encerraba dentro de sí. Realmente era insoportable, por no utilizar palabras más groseras... ¡¡qué narices!! Era imbécil. Nació imbécil y murió imbécil.
En realidad le hice un favor dándole el pasaporte a la otra vida. Ya no podía arrastrarse más en su miseria y no parecía tener salvación alguna. Donde ponía su apestoso culo se creía el rey. Mimado en exceso, egocéntrico y egoísta, rebosante de antipatía. Se creía muy querido por todos pero su ceguera para ver más allá de su propio pico de pingüino no le dejaba percibir las burlas de cuantos le rodeaban. Era irremediablemente odiado por sus continuos desdenes, sus continuos sarcasmos, sus continuas lecciones de moralidad que nunca llevó a cabo. Grosero y estúpido a la vez... En definitiva: un imbécil como la copa de un pino.

El trabajo fue sencillo. Conocía todas sus estúpidas costumbres así que me limité a estar en el sitio correcto a la hora correcta. Nadie se enteraría de nada hasta pasadas unas buenas horas.

-Deberías haber visto su cara de pingüino asustado... temblando delante del cañón de mi pistola. Suplicante...

No se lo esperaba, ciertamente, que yo, su hermana que guardé silencio durante tantos años de convivencia martirizante, le pudiera apuntar con un arma... Aun puedo deleitarme con su cara de sorpresa y aun puedo percibir milimétricamente el paso a un estado de pavor completo.

-Me das asco.- pensé para mis adentros...

Sin dejar de mirarle, apreté el gatillo y disfruté con cada milésima de segundo que se materializó delante de mí. Lenta y pesadamente el cuerpo se desplomó inerte en el suelo, justo a mis pies. Como un latigazo dentro de mí le propiné una última patada en la boca. ¡¡Cuántas veces había soñado con este momento!! Y finalmente, mi suerte había llegado.

-He librado al mundo de un tío excesivamente imbécil.

...

-De acuerdo, quizás hoy tampoco tengo el valor para llevármelo por delante, pero llegará el día en que sí lo tenga. Sus días de pingüino lascivo están contados...

jueves, 27 de agosto de 2009

Prematuro otoño

Salgo al balcón de mi casa y miro a través del viento las lejanas montañas tras los altos edificios. El sol se está despidiendo en un ademán triste o quizás melancólico. ¿Dónde quedaron los tiempos?
Lloran las lágrimas los cocodrilos que en las alcantarillas moran la noche. El anciano en el lago sigue remando, la silla continúa su infinito vaivén. La chica tras la ventana cuentas sus últimos días y la lluvia de números sigue cayendo en múltiples gotas vertiginosas.
El verano se fue y entra el otoño. Se oye de fondo unas risas desde los árboles: serán los gorgoritos que se despiden hasta el año próximo... Al fin es otoño y las pieles se tornan de nuevo blancas.
Las reses siguen el camino marcado a fuego por las llamas de sus dueños. Los montes cobran una vida diferente a la de antaño, ¡¡quién lo recuerda ya!! El queso se macera en aceite de olivas vírgenes. Y lo huelo desde el balcón de mi casa.

Te oigo respirar, te miro, te beso. Te mueves agitada y a la vez pausada. Te toco los labios.

Ya es otoño en nuestros corazones...

martes, 18 de agosto de 2009

Una gota de agua

Cae una gota de agua. Una niña juega a esquivarla bajando la acera. Un coche da un volantazo apunto de acabar quizás con su corta vida. Su madre la regaña llamando la atención de un grupo de gente. El conductor resopla en el interior del vehículo. Tras las primeras gotas de sudor, decide bajar la ventanilla sin percatarse de que un papel sale por ella y vuela hasta aterrizar en la acera. Una chica rubia se agacha para recogerlo y abre los ojos de par en par al ver lo que hay en él. Nerviosa, lo guarda en su bolso y acelera el paso. Un tirón la saca de sus pensamientos y tras un breve forcejeo, el ladrón emprende veloz huida. Los gritos hacen que me gire y vea a un chico con un bolso bajo el brazo corriendo hacia mi. Aferro el bolso con fuerza. Al ver que se aproxima más gente, el ladrón considera que el botín no merece tanto la pena, así que lo abandona y quedo con él en mis manos. Se lo devuelvo a su propietaria y la chica saca un monedero para ofrecerme un dinero que rechazo. Cae un papel de su interior y ambos nos agachamos a recogerlo. Se desata una tormenta y corremos a refugiarnos bajo la seguridad que nos brinda un portal.
Un coche para a escasos metros de nosotros y, bajo la incesante lluvia, un tipo comienza a buscar algo por la zona. La chica tiembla y de repente comprendo. El horror impregna el rostro de mi compañera de refugio. Ya no queda nadie en la calle, solo nosotros tres. El tipo poco a poco se aproxima a nuestra posición y la envuelvo con mis brazos posando mis labios en los suyos de modo que mi espalda oculta por completo a mi sorprendida compañera. El conductor lanza un par de palabras mal sonantes antes de rendirse e ir por el coche. Al darse la vuelta observo la culata de un arma sobresaliendo de su pantalón. El vehículo arranca y se pierde de vista.
La tormenta ha cesado y una de las últimas gotas cae al suelo ante nuestros ojos. Antes de despedirnos agradecida vuelve a ofrecerme dinero.
Tras pasar la tarde, llego a casa, enciendo el televisor y me dispongo a cenar. El primer bocado no llega a su destino cuando la pantalla se llena con la fotografía de un policía asesinado hace menos de una hora. Toco con los dedos mis labios y tiemblo...

sábado, 15 de agosto de 2009

Retomando el camino

Sin darme cuenta he vuelto a focalizar mi atención hacia fuera. Afortunadamente, una lectura muy interesante me ha devuelto a la realidad de aquel camino hacia la serenidad que una vez, hace semanas, empezara. Pasan demasiadas cosas en la vida de una persona y somos tan frágiles para dejarnos arrastrar por esos acontecimientos...

Repaso los días pasados desde que empezara ese camino y percibo que la meta me sigue resultando interesante. De algún modo extrañamente comprensible para mí, he conseguido separar el dolor del sufrimiento. Igualmente, estrategias de relajación me ayudan a mantenerme serena en los momentos más difíciles.
Mi primera parada consistió en la confianza para lo que revisé mis estrategias de control que podían albergar algún comportamiento desadaptativo para mí: la lucha de poder, la falta de compromiso y el chantaje emocional. De alguna manera conseguí comprenderme más en esos aspectos, viajando del presente al pasado y del pasado al presente. Esto me ayudó también a comprender a otras personas de mi ámbito más íntimo contribuyendo en una relación mucho más sincera, sana y positiva. No está nada mal para el poco tiempo que llevo caminando.
En las últimas semanas, además, la decepción contribuyó a ajustar los parámetros de esa confianza que quiero depositar en las personas reelaborando límites que no quiero volver a rebasar. Un pensamiento hace de eje entre la confianza y mis límites: todas las personas tienen algo hermoso que darte y/o enseñarte y depende de uno mismo que todo quede en una bella historia. Lo que quiero decir es que si uno no aprende a respetarse a sí mismo, siendo coherente con los propios límites, es difícil poder guardar un recuerdo "manchado" como algo positivo o hermoso. Donde uno pide siempre hay uno que da, ¿de quién es la falta de respeto cuando uno da algo que no quiere dar? ¿Del que lo ha pedido? Obviamente del que lo ha dado... ¿o no? Esta es la enseñanza que he sacado de mi última decepción... conmigo misma.

Paro un momento de escribir y me doy cuenta de que se trata de un camino con infinitas formas de recorrerse, todas de éxito si se siguen recorriendo. El único fracaso está en dejar de caminar... A veces siento que me pierdo entre tantas posibilidades pero el miedo del principio se está convirtiendo poco a poco en un disfrute... No me asusta perderme en tanto que sé que volveré a encontrarme... Tampoco me asusta retroceder porque he comprendido que forma parte de esas infinitas posibilidades de recorrer este camino hacia la serenidad. Lo importante es no parar y no quiero parar. Eso sólo puede significar una cosa: voy por buen camino.

¡¡Bien!! Esta revisión ha provocado un sentimiento positivo en mi interior. Me siento revigorizada y dispuesta a plantearme mi siguiente parada...

sábado, 8 de agosto de 2009

Conversaciones conmigo misma

Algunas personas se creen que son el ombligo del mundo, que el resto de la gente ha de bailar a su son. Ahora tengo miedo, ahora me apoyo en ti; ahora estoy ocupado, ahora te ignoro por completo. Esas personas se creen que cuatro palabras dan más profundidad a su vacuidad; con una excusa barata y una comparación odiosa dejan claro, al final, que son las personas más banales y más superfluas que la faz de la tierra ha parido. Detrás de su look elegante y minimalista esconden una carencia importante de valores reales.
Lejos de la realidad, no dejan de ser personas egoístas cuya empatía y atención por los demás brilla por su ausencia. No tienen medida a la hora de hacer daño aunque finjan sentirlo mucho cuando les pones en aviso. Son personas que desprecian las atenciones y cariños que les puedas dar, que te obvian cuando les cuentas algo tuyo (a veces simplemente se limitan a no responder dando por sentado que con el silencio queda más que claro que les estás robando protagonismo). Son personas que se lamentan porque les han abandonado. Se jactan del "pobre de mí que mira lo que me ha hecho". Y yo me pregunto, ¿no tendrán dignidad siquiera para reconocer que ellos son la causa de que la gente salga despavorida de su lado?
Descubierta la vacuidad de sus vidas, esas personas merece bien la pena tenerlas lejos. Nunca se sabe cuando van a volver a reírse de ti, si es que no lo están haciendo mientras leen este post :)
Con todo el cariño, para ti.

Adiós.