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domingo, 31 de mayo de 2009

He perdido un ojo

Me han destrozado la vida. He perdido un ojo y jamás podré recuperarlo. Me pregunto si también me habrán robado la sonrisa, la alegría con la que hacía frente mi día a día. ¿Podré olvidar esta terrible pesadilla? Me han destrozado por completo la vida cuando sólo quería celebrar la victoria de mi equipo. No quería problemas, no quería fastidiarle a nadie. Sólo quería compartir un amor con todos los seguidores del Barça.

Estaba exaltado, lo recuerdo. Me sentía pletórico, lleno de vida. Sentía que todo era grande y quería celebrarlo. Celebrar la vida, celebrar la victoria con alguna de las personas que más quiero. De repente todo se volvió oscuro y mezquino. No acabo de comprender porqué los buenos reciben los palos de los malos. Yo no hice nada.
Me sentí como ratón en una ratonera. ¿Por qué no nos dejaban salir de allí? Sólo quería irme, no quería mancharme con la estupidez de los alborotadores. De repente, el caos quedó en silencio y un dolor agudo me hizo preso. Caí al suelo y es aquí donde mi memoria se pierde en imágenes confusas. Notaba mucha sangre en mi mano, corriendo por mi cara. Estaba tendido en el suelo. Apenas lo recuerdo. Sentía miedo, sentía angustia, sentía dolor.
Una voz conocida me socorría, unas manos me cogían y me resguardaban. El caos volvía a mis oídos. Los mossos pasaban pero no me auxiliaban. Todo sucedía demasiado rápido para comprenderlo.

Horas más tarde desperté en un hospital. Me informaban que había perdido un ojo...
Me han destrozado la vida. Hoy no puedo sonreír... ¿podré hacerlo mañana? Quiero poder volver a sonreír...

lunes, 25 de mayo de 2009

Juego prohibido

La bocca mi bacciò tutto tremante


Me miraste y yo sentí tu mirada; temblé en la oscuridad de la sala. La música sonaba in crescendo... y los instrumentos se agolpaban el uno contra el otro con premura. Las notas oscilaban nerviosas en el aire y yo las absorbía con mi respiración.
Me enamoré.
Iniciaste un juego y yo decidí jugar contigo. Las reglas estaban claras, rozábamos lo prohibido. Nuestros corazones acelerados, la mirada clavada al frente, tu mano sobre la mía. Una brisa acarició mi cara. ¿Fuiste tú o lo imaginé?
Me enamoré.
El mundo se detuvo por unos instantes. ¿O quizás fueron días? La música cada vez se oía desde más lejos, irrelevante. Las luces del escenario nos iluminaban; pasamos a ser los actores de una importante representación teatral. Las miradas de los espectadores clavadas en nosotros.
Me enamoré.
Desperté de un sueño y tú estabas a mi lado. Me mirabas con una sonrisa cálida. Tu mano seguía sujetando la mía. Te acercaste y...
Me enamoré.

sábado, 23 de mayo de 2009

Hoy huele a pan...

La niebla se disipa y el dibujo del paisaje empieza a aparecer de fondo. Aun todo está borroso tras el tormento de la oscuridad, y los rayos que empiezan a asomar y a iluminarlo todo me hacen daño. Pero en esta ocasión se trata de un dolor que reconforta como cuando una persona viene al mundo a través del dolor; el dolor del renacer.
Sigo sola en medio de ese prado verde pero ahora no tengo miedo. El bosque quedó atrás y los susurros de medianoche que me horrorizaban quedaron en el bosque. Aquella voz ha cejado de reclamar mi nombre, y hoy me siento libre.
En el aire quedan suspendidos finos hilos de aquella niebla que se evaporan a mi paso. En medio del aturdimiento, de la resaca del ayer, empiezo a entrever la belleza delante de mí. No puedo evitar emocionarme en contemplar ese paisaje: un prado infinito de verdes de diferente intensidad contrapuesto a un cielo puramente azul y despejado; aquí y allá el gris de la roca rompe por unos instantes el verde, cuando no lo hace el contraste cromático de una flor. Reina el silencio y los olores; huele a pan...

Hoy huele a pan...

sábado, 16 de mayo de 2009

El caballero

Érase una vez...
...un caballero feo. De hecho el caballero más feo del reino.

Tal caballero gozaba de buena reputación, no obstante, entre la población femenina a lo largo y ancho del próspero reino. Su secreto residía en la generosidad y la capacidad de amar incondicionalmente.
Un día el caballero, regresando de una cruzada, se topó con una joven dama tan hermosa como grosera y desconsiderada. La llamaban Bestia pues gozaba de fama "reinobajera".
Sin saberse cómo el caballero se enamoró de Bestia perdidamente, entregándole todo su amor y su vida. Interesadamente Bestia aprovechó la ocasión para hacerse un hueco entre las altas clases (pues en el próspero reino los caballeros disponían de muy buena posición) y disfrutar de todas las riquezas que su tonto enamorado pudiera regalarle.
Quiso la fortuna interceder obligando al caballero a partir a una cruzada que ya se avecinaba larga. Con enorme tristeza marchóse y enfrentóse a temibles molinos de viento, gigantes y demás seres fantásticos. El aburrimiento y el desenfreno corrieron también su suerte de tal forma que finalmente Bestia quisiera abandonar tan acomodados aposentos para irse a vivir con un sastre de muy buen ver.
El tiempo pasó y el caballero regresó al aún más próspero reino, de nuevo con la victoria bajo el brazo en forma de viejo y usado pergamino. Su corazón se entristeció severamente al ver el vacío de su hogar.
Más tiempo pasó hasta que quisiera la fortuna reencontrar al caballero y a Bestia. Sin embargo, algo había cambiado: Bestia no era tan hermosa como antaño (pues lo años no habían pasado en balde) y sin embargo gozaba de un esplendor mucho mayor; había transformado su enano corazón en un templo de sabiduría, amor y generosidad. Por el contrario, el caballero se había corrompido cayendo en la desidia, el egoísmo y toda suerte de desventuras para su corazón; en realidad, su corazón había muerto en la última gran cruzada, sin ser consciente, sin dar cuenta de ello...
Enamorada, Bestia que ahora era llamada Bella, volvió al hogar del caballero. Confiada se dispuso a recompensar con creces todo el desagravio que un día pudiera hacerle y entregóse en cuerpo y alma a la relación, cargada de ilusiones, cargada de esperanzas. Al fin podría construir algo hermoso, crear un proyecto de vida estable en el que sentir y dar amor. Su corazón empezaba a sentir la paz que todos esos pensamientos le proporcionaban.
Pero el caballero se había convertido en un monstruo, un monstruo horrible en ese próspero reino. Con su espada cortó todos los hilos de ilusiones que Bella había tejido entre los dos y, amenazante, despachó cruelmente a la dama que con tanto amor se había entregado, asegurándose antes de cortar toda posibilidad de nueva esperanza.
Usada, el caballero expulsó a la dama de su hogar, dejándola llorosa y dolida en el suelo. Sin piedad cerró la puerta tras de sí, y encerróse en un olvido y una ermitañería infinitas. Nunca más quiso saber de Bella quien maltrecha se arrastró hasta su casa para curarse las heridas.

Dicen que el tiempo lo cura todo y, sin embargo, ¡qué frágil es el amor y la generosidad contra el tiempo y la distancia!