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miércoles, 30 de septiembre de 2009

Azul turquesa

El cielo se abre ante mí en tonos de un azul turquesa. Tengo la mirada puesta en tus ojos. Me hablas pero no te oigo; te siento. Y miro hacia mi interior y un sinfín de turbulentos remolinos envuelven mi corazón. Siento miedo. ¿Por qué? ¿Por qué ahora? Dime, Dios, ¿cuál es esa misión que me tienes encomendada?
- Papá... te fuiste y me dejaste solo. Ahora me has llamado para estar a tu lado. Se nota que no quieres mi presencia pero una fuerza mayor te ha obligado a llamarme para estar a tu lado. - No puedo evitar que la tristeza me inunde...
- Ponte el traje. No podemos perder tiempo.
- Pero papá...
Su inflexibilidad me abruma. Sólo tenía 9 años cuando me abandonó siendo un crío. ¿Por qué, Dios, por qué? ¿Por qué yo?
- La raza de la humanidad depende de ti.
- No me importa lo que nos pase, M.K. ... la vida carece de sentido. Mi padre...
- Ponte el traje. No podemos perder tiempo.
Tiempo... ¿qué es tiempo? ¿Por qué todo el mundo tiene tanta prisa? Desearía que el tiempo se parara por unos instantes... que alguien me escuchara... que alguien me sonriera... que alguien confiara...
Tormento, dolor, soledad...
¿Qué es tiempo?

Te miro y de repente, el cielo sonríe. Me llenas de paz...

sábado, 26 de septiembre de 2009

Me siento...

A veces, como ahora, me siento y pienso. Pienso en las decisiones que he tomado a lo largo de toda mi vida y cuan distinta podría ser la misma a día de hoy. Cualquier cosa: una llamada, una carta, un saludo, una mano tendida, una que no tendí, una invitación reusada, una aceptada... cualquier cosa afectó y afectará a la siguiente. Alguna de esas decisiones, fue el eslabón de una cadena que me ha llevado a estar aquí ahora. Algo que haré o no, me llevará a otra serie de acontecimientos que... en fin, todo pudo ser mejor o peor, todo podrá ser mejor o peor... Oculto tras el disfraz que siempre llevo, apunto de segar mi decimosexta vida, no puedo evitar preguntarme si mi víctima potencial: ¿se habría casado? ¿habría tenido hijos? ¿habría cambiado? ¿merece una oportunidad? ¿es que no ha tenido ya muchas?... Un bombardeo de preguntas que vienen y van en mi cabeza, una sucesión de ideas que me hacen temblar incluso a mí: ¿cuántas cosas cambiaré si lo hago o si no lo hago? ¿cuántas vidas? Me siento y pienso.
Podría dejarlo ir, el golpe fue limpio y no me vio. Lo dejaría en cualquier esquina y seguramente llegaría a casa preguntándose qué le ha pasado. Yo volvería a casa y, quizás, a una vida tranquila... O podría matarlo.
Constantemente con cosas que hacemos, o no, estamos cambiando la historia. Me pregunto si hay alguien más, alguien normal, no un bicho raro como yo, que se pregunte lo que yo cuando tengo a mi próxima víctima potencial inconsciente ante mi... Mientras tanto, pasan los minutos, las horas, los días, los años y la vida se me escurre entre los dedos... siempre la misma pregunta ¿debo o no debo hacerlo?
A veces me siento y pienso y, mientras tanto, el tiempo se me va.

jueves, 17 de septiembre de 2009

¿A dónde vamos a ir a parar?

Érase una vez un hombre tan inocente, tan inocente, tan inocente que teniendo un burro delante de sus narices se pensó que era un murciélago porque así se lo dijeron...

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Renacimiento

Han pasado muchas horas...
Mis huesos están entumecidos por el efecto de la humedad en el pozo. Me escuecen los ojos de tanto llorar. Las manos están rasgadas en los múltiples intentos por escalar el pozo, escarbar los muros, buscar tras las piedras... Las uñas rotas.
El silencio se ve continuamente interrumpido por ecos del pasado, por ecos del presente, por ecos del futuro. Cierro los ojos y siento el temblor de mi cuerpo. Me prometí no tener miedo, me prometí templanza y paciencia para encontrar las escaleras que me ascendieran de nuevo a la vida.

Han pasado muchas horas...
El frío, el hambre, la sed y el cansancio se apoderan de todo mi ser. Sigo rasgando cordura en mi particular cárcel de locos. Miro arriba, contemplo la luz en el infinito. ¿Cómo alcanzar de nuevo la luz en mi alma?

Se escucha el eco de unos pasos. No es posible a tanta profundidad. ¿Me estarán engañando mis oídos? Los agudizo y presto mi máxima atención a lo que sucede tras las paredes. Alguien se acerca, estoy casi convencida.
De repente, una sensación de bienestar, paz y tranquilidad reconstituye mi maltrecho cuerpo. Cesan los temblores y los tambores en mi cabeza. Siento un calor que nace en mi corazón y se transforma en lágrimas de júbilo.
No puedo evitar ponerme en pie, aun tambaleante.

De repente sé que un niño allí fuera me echa de menos...
Veo el primer peldaño...

Pedazos de madera

Toc, toc, toc.
Toc, toc, toc.

Los golpes provenían de la puerta principal. El anciano caminaba con dificultad hacia ella esquivando todo el material que tenía de por medio. Su pelo completamente blanco y las numerosas arrugas de su cara vislumbraban una larga vida, muy larga. Su respiración, entrecortada por el esfuerzo del movimiento, presagiaba que no muchos más alientos su boca iba a dejar escapar.

Toc, toc, toc.

El pobre anciano aceleró en la medida que pudo su paso, tratando de llegar a la puerta raudamente.

Toc, toc, toc... toc, toc, toc...

-Ya vaaaaaaa!!!!!!! – gritó con voz ronca.

Al abrir la puerta se sorprendió. Hacía ya mucho tiempo que nadie iba a ver a este anciano y la presencia de un niño en su umbral era algo completamente inusual para él.
El niño era rubio. No debería de tener más de seis o siete años. Tenía el pelo largo con tirabuzones. Su cara estaba llena de pecas y sus ojos desprendían la inocencia que provoca la ignorancia.

-Necesito una escalera. – dijo con voz risueña el niño.

Plantado frente al niño, el anciano se extrañó.

-¿Cómo dices?

-¡¡¡¡Necesito una escalera!!!! – dijo de nuevo con voz risueña.

El anciano lo miró severamente.

-Jovencito, esas no son maneras de dirigirse a la gente. Sobretodo si vas a pedir algo a alguien, ¿comprendes?. A ver... ¿cómo te llamas?

-Kirdec.

La expresión del anciano se iba relajando a medida que la conversación avanzaba.

-Muy bien Kirdec. Yo soy Cauvin. Dime, ¿qué puedo hacer por ti?

-Necesito una escalera – repitió.

El anciano, con una sonrisa de incredulidad, movía la cabeza de una lado a otro.
-Anda pasa y siéntate en esa mesa – dijo Cauvin señalando a una mesa desvencijada que había al fondo de la habitación.

Kirdec caminó por la habitación con los ojos abiertos de par en par, alucinando con todas las cosas que tenía el anciano esparcidas por el suelo. Se sentó con las piernas cruzadas y siguió con la mirada al anciano mientras este recorría la distancia que separaba la puerta principal de la mesa. En el trayecto, el anciano pasó junto a un perro que parecía ser de madera. Notando que éste había llamado la atención del niño, se detuvo. Lo tocó con su mano y el perro salió corriendo fuera de la estancia.
El niño, boquiabierto, no podía creer lo que acababa de ver. ¿Ese perro era real y estaba muy quieto? ¿O era un perro de madera que había cobrado vida?
Cauvin se sentó por fin.

-Yo no tengo una escalera. –dijo con una expresión de lamento.

Kirdec se entristeció. Su cara enfurruñada ni siquiera miraba directamente al anciano.

-Pero... puedes construir una ¿verdad? Tú eres el carpintero. – Su cara volvía a desprender la jovialidad de la esperanza.

El anciano se sorprendió ante las descaradas palabras del jovenzuelo.

-Hace ya mucho tiempo que no construyo nada. Mis manos ya no son capaces de sujetar firmemente el cincel. Mis ojos ya no ven con tanta claridad como lo hacía antaño. Soy un pobre viejo. He perdido mi habilidad.

La decepción de nuevo invadió a Kirdec.
Ante tal situación, algo en el alma del pobre anciano pareció romperse.

-A ver pequeño, ¿y para qué necesitas tú una escalera?

-Pues... porque la necesito. – dijo encogiéndose de hombros.

Una sonrisa se esbozó en la cara de Cauvin.

-Muy bien. Necesitas una escalera. ¿Cómo de larga ha de ser?

-Mucho, mucho, mucho, mucho, mucho, mucho... – los brazos del pobre niño no podían separase más de lo que estaban para indicarle como de larga había de ser la tan ansiada escalera.

El anciano suspiró. Parecía meditar su respuesta cuando se puso en pie.

-Está bien. Voy a ayudarte. Puedo hacerte una escalera tan larga como tú quieras...

El niño saltó se alegría de la silla en que estaba sentado.
El anciano, con su mano derecha indicó a Kirdec que se calmara.

-Yo te haré la escalera. La más larga del mundo. Para ti. Y tú a cambio tendrás que darme una cosa.
El niño, confuso, lo miró extrañado.

-Pero... yo no tengo dinero...- dijo lentamente.

El anciano se aproximó a él.

-No quiero nada... ahora...

Kirdec no lo comprendía.

-Dentro de veinte años te buscaré. Entonces tendrás que darme voluntariamente aquello que yo te pida. – su voz revelaba tranquilidad.

Kirdec no tardó en darle la respuesta.

-Valeeeeeeee!!!!!!!!

El anciano le extendió la mano. El niño la apretó en señal de trato.
En ese preciso instante los ojos del anciano cambiaron. De color marrón claro se transformaron en negros por completo. Las arrugas de su cara desaparecieron y una continua sonrisa malévola se instaló en su rostro.

Kirdec se asustó y se apartó.

-Un trato es un trato. – dijo Cauvin

Sacó un pañuelo de su bolsillo y lo posó sobre la mesa. Miró a Kirdec. Seguidamente agarró el pañuelo con tan solo dos dedos y al levantarlo apareció una escalera pequeña sobre la mesa.

-Es toda tuya – dijo señalando al niño.

Kirdec la miraba con desconfianza.

-Esta escalera es muy pequeña – dijo.

La voz de Cauvin se volvió oscura como una gruta en las profundidades de un abismo.

-La escalera será tan larga como tenga que ser cuando la uses.

El niño la agarró y se dirigió a la puerta.
Cuando la abrió y se giró, aquel amable anciano que minutos antes le había abierto, había desaparecido. En su lugar un ser oscuro, malvado, se erguía frente a él.

-Disfruta de tu escalera. Te veré dentro de unos años.

El niño meditando, le lanzó una mirada desafiante.

-¿Quieres saber para qué quiero la escalera?

Cauvin, demonio curioso donde los haya, se quedó esperando la respuesta.
De pronto, Kirdec, ya no parecía tan niño. Su mirada no era la de un mocoso de unos pocos años. Su mirada desprendía el sufrimiento y el carácter adquirido durante tres vidas.

-La quiero para abrir una puerta en el infierno que tienes en el bosque... – con estas palabras se dio media vuelta y marchó.

El rostro desencajado de Cauvin no podía mostrar más furia.

-Espero que te haya válido la pena – dijo vociferando.- Un trato es un trato!!!!!!

-Sin duda, ha merecido la pena...

Y así es como Kirdec, caminado al ocaso del día, despareció en el horizonte...





Horas más tarde Kirdec dejó de caminar. Lo había hecho hasta llegar al corazón del bosque. Allí frente a él estaba. Un pozo. Un oscuro pozo. Un pozo maligno. Lo había descubierto días atrás. Desde que se acercó por primera vez pudo percibir una sensación extraña. Desconcertante. Agria. Mala.

Se situó en el borde del pozo. Agarró la escalera por la parte superior y la introdujo en el círculo de oscuridad que se extendía hasta los confines de la tierra.
La escalera empezó a crecer y crecer y crecer y crecer... hasta que tocó fondo y paró de hacerlo.
Kirdec la soltó y pudo comprobar como aparentemente llegaba desde su parte más inferior hasta el borde superior.
Un sonrisa se dibujo en su cara.
Empezó a caminar de nuevo con un pensamiento en su cabeza:
“Espero que si alguien cae en este pozo maligno, encuentre la salida más fácilmente”

Caminó y caminó y caminó... y se perdió en el horizonte...

martes, 15 de septiembre de 2009

Un pozo profundo

Abro los ojos y todo está oscuro. Un hedor a humedad se filtra por los agujeros de mi nariz y penetra hasta bien adentro. No puedo evitar toser.
Espero un tiempo hasta que mis pupilas se acostumbran a la negrura de aquel sitio. Entre tanto, mis pies juegan con algo resbaladizo del suelo: parece fango, lodo.
Más allá de mi ceguera puedo empezar a atisbar un muro circular, lo sigo... y compruebo que me encierra. El diámetro no es muy grande pues estiro los brazos y toco con ambas manos.
Levanto la mirada antes de que el miedo quiera apoderarse de mi corazón. Allá arriba hay un punto de luz, tan lejano que ésta no logra alcanzarme.

Estoy atrapada en un pozo profundo. Ahora sí, dejo que el miedo invada todo mi ser. Dejo castañear, fruto del pánico, mis dientes; temblar mis manos y mis piernas; pensar en los pensamientos más terribles que jamás haya podido imaginar. Pero sólo durante cinco minutos. Ni uno más. Contaré en voz alta y cuando llegue a cinco... dejaré de tener miedo.

Uno...
Mi vida cuelga de un hilo, un hilo que se abrasa con el calor del sol del que pende.

Dos...
Dolor, hambre, sueño... desesperación.

Tres...
Rascando cordura en una celda de locos.

Cuatro...
Pasa el tiempo impasible, convirtiendo mi ser en un cúmulo de huesos podridos.

Cinco...
Respiro, respiro. Cojo aire y respiro.

Tengo que encontrar las escaleras que me lleven hacia arriba.
Ya no es tiempo para el miedo.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Monje Zen

LA CUESTIÓN
El punto real es ver y comprender los patrones kármicos de nuestras vidas, y sus raíces en el ciclo interminablemente repetitivo que nos atrapa en conducta inconsciente.
Un vislumbre dentro de la eternidad de nuestra existencia puede ser un regalo, y el comprender la función del karma en nuestras vidas es algo que no podemos captar con la voluntad. Este es un llamado a despertar; los eventos de tu vida están intentando mostrarte un patrón tan antiguo como el del viaje de tu propia alma.

SANACIÓN
Tú cargas tu herida. Con el ego todo tu ser es una herida. Y tú la llevas contigo. Nadie tiene interés en hacerte daño. Nadie está interesado en herirte intencionalmente; todo el mundo está ocupado en salvaguardar sus propias heridas. ¿Quién tiene pues la energía para hacerlo? Pero aún así sucede, porque estás tan dispuesto a que se te hieran, tan dispuesto, solamente esperando, deseoso que suceda, cualquier cosa.
Permanece atento a tu herida. No le ayudes a crecer, deja que se cure; y será curada únicamente cuando vayas a las raíces. Cuanto menos estés en la cabeza, más se curará la herida. Sin cabeza no hay herida. Vive una vida sin cabeza. Desplázate como un ser total y acepta las cosas.
Sólo por veinticuatro horas inténtalo: aceptación total, suceda lo que suceda. Alguno te insulta; acéptalo, no reacciones y observa lo que sucede. De repente sentirás una energía fluyendo en ti que no has sentido antes.
Es una época en la cual las heridas profundamente enterradas del pasado salen a la superficie, listas y dispuestas a ser curadas. Cuando estamos bajo la influencia curativa del Rey del Agua, ya no nos ocultamos más de nosotros mismos o de otros. En esta actitud de apertura y aceptación podemos ser curados y ayudar a otros a estar sanos y totales.

POSIBILIDADES
Aquellos que se contentan fácilmente permanecen pequeños: pequeños sus goces, pequeños sus éxtasis, pequeños sus silencios, pequeños en su ser. ¡Pero no hace falta! Esta pequeñez es tu propia imposición sobre tu libertad, sobre tus posibilidades ilimitadas, sobre tu potencial ilimitado.
Estás en el punto en que un mundo de posibilidades se abre para ti. Porque te has vuelto más amoroso contigo mismo, más auto-contenido, puedes fácilmente trabajar con otros. Porque estás más relajado y a gusto, puedes reconocer las posibilidades cuando se te presentan, a veces aún antes que otros lo puedan ver. Porque estás en sintonía con tu propia naturaleza, puedes comprender que la existencia te está proveyendo con exactamente lo que necesitas.

LO QUE SE TIENE QUE RESOLVER
Tú vienes de la nada y estás yendo a la nada. Tú estás en aquí y ahora; ni vas ni vienes. Todo pasa a través tuyo: tu conciencia lo refleja pero no se identifica. Cuando un león ruge frente a un espejo, ¿piensas que es el espejo el que ruge? O, cuando el león se ha ido y llega un niño bailando, el espejo se olvida completamente del león y empieza a danzar con el niño, ¿piensas que el espejo danza con el niño? El espejo no hace nada: simplemente refleja. Tu conciencia es únicamente un espejo. Ni vienes ni vas. Las cosas van y vienen. Te vuelves joven, te vuelves viejo; estás vivo, estás muerto. Todos estos estados son simples reflejos en un remanso eterno de conciencia.
Friedrich Nietzsche en su libro, "Así habló Zaratustra", habla de tres niveles para el desarrollo de la conciencia: el camello, el león y el niño.

  • El camello está adormecido, es soso, conformista. Vive engañado pensando que es la cumbre de una montaña, cuando en realidad está tan preocupado por la opinión de otros que difícilmente tiene energía propia.
  • Emergiendo del camello está el león. Cuando nos damos cuenta de que hemos estado desperdiciando la vida, empezamos a decir no a las demandas de otros. Nos salimos de la multitud, solos y orgullosos, rugiendo nuestra verdad.
  • Pero este no es el final. Al final emerge el niño; no es rebelde ni conformista sino inocente, espontáneo y acorde con su propio ser.
Sea cual sea el espacio en el que estás ahora mismo: soñoliento y deprimido o rugiente y rebelde, sé consciente de que esto se transforma en algo nuevo si lo permites. Es una época de crecimiento y cambio.

RESOLUCIÓN: LA COMPRENSIÓN
Buscas un guía porque no conoces al guía interior que está oculto dentro de ti. Tienes que encontrar ese guía interior y tu vida derramará bendiciones, dicha. Tu vida se volverá radiante con lo bueno, con la divinidad; mucho más de lo que tú posiblemente puedas concebir.
Puede que algunas veces seamos un poco reacios a confiar en este guía cuando viene a nosotros; estamos muy acostumbrados a seguir las señales externas en vez de seguir las de adentro.
La verdad de tu ser más profundo está tratando de indicarte hacia dónde ir ahora mismo. Puedes confiar en la guía interior que se te está dando. Habla en susurros y algunas veces podemos dudar, ignorando si hemos comprendido correctamente. Pero las indicaciones son claras: si sigues al guía interior te sentirás más integrado, como si te estuvieras moviendo hacia afuera desde el propio centro de tu ser. Si te mueves con él, este rayo de luz te llevará a donde necesitas ir exactamente.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Experimento musical

Tum tum tum….pi..pi…..tum tum tum..pi..pi...
Tum tum tum….pi..pi…..tum tum tum..pi..pi...
Tum tum tum….pi..pi…..tum tum tum..
Tic..tic..tic…tic..tic…
Tum tum tum….pi..pi….tic….tum tum tum..pi..pi...
Tum tum tum….pi..pi…..tic…tum tum tum..pi..pi...
Tum tum tum….

Ajá…ajá.....allá vamos….


Mi universo entero se destruía cada día en un suspiro
Poco a poco se agotaba la paz de mi retiro
Enjambres de tristeza hacían ya trizas mi alma
No me dejaban más afrontar la vida con calma

Vivía en un constante sin sentido de sensaciones
Nada funcionaba ni siquiera largas vacaciones
Desesperado trataba de localizar una jodida solución
Pero no había forma de salir de esa mala situación

La espiral de destrucción más hondo el agujero hacía
Alcohol, sexo, mentiras ya ni siquiera percibía si vivía
No le encontraba sentido al mundo que giraba a mi alrededor
Convencido estaba de que no era más que otro vago perdedor

Muchos trabajos de mierda profundizaban más mi herida
Mi mente y mi cabeza estaban cada vez más perdidas
Si no pasaba algo pronto un gran final no se intuía
Yo solo quería ser feliz, tampoco tanto pedía

Oráculos, tarot, galletas, brujas, el sabio
todos ellos apuntaban a un radical cambio
Unas manos amigas de la ciénaga de hastío me sacaron
Su sonrisa, su bondad, su calidez al fin me reanimaron

Un viaje de cambio entonces tuvo lugar
El karma de mi vida volvía a despegar
Un bañito en la playa y contemplar el atardecer
Puntos inflexivos para volver a renacer

Desde entonces valoro las cosas en su cuantía
Desde entonces sé que tengo una gran valía
Mucho puntos fuertes convencido de que tengo estoy
Al fin tras mucho tiempo conocimiento de a donde voy

A mi alrededor no creen en el cambio, dicen que no me muevo
A mi alrededor no se dan cuenta que para mi todo es nuevo
Así que por favor no te atrevas a llamarme vago
De llamarme algo, llámame socialmente relajado

Así que me he decidido hacer este experimento
Ahora me limito a vivir si puedo el momento
Sip, tal vez he perdido por completo el norte
Pero hey!!! ¿Habrá alguien a quién le importe?


R.

martes, 1 de septiembre de 2009

El pingüino lascivo

-Sinceramente, eres el ser más insoportable que hay sobre la faz de la tierra.- esas fueron mis últimas palabras de despedida.

Su cara alargada de pingüino, con un pico más lascivo que el del propio animal, y sus ojos castaños impenetrables no eran más que la prueba de la impertinencia y la prepotencia que encerraba dentro de sí. Realmente era insoportable, por no utilizar palabras más groseras... ¡¡qué narices!! Era imbécil. Nació imbécil y murió imbécil.
En realidad le hice un favor dándole el pasaporte a la otra vida. Ya no podía arrastrarse más en su miseria y no parecía tener salvación alguna. Donde ponía su apestoso culo se creía el rey. Mimado en exceso, egocéntrico y egoísta, rebosante de antipatía. Se creía muy querido por todos pero su ceguera para ver más allá de su propio pico de pingüino no le dejaba percibir las burlas de cuantos le rodeaban. Era irremediablemente odiado por sus continuos desdenes, sus continuos sarcasmos, sus continuas lecciones de moralidad que nunca llevó a cabo. Grosero y estúpido a la vez... En definitiva: un imbécil como la copa de un pino.

El trabajo fue sencillo. Conocía todas sus estúpidas costumbres así que me limité a estar en el sitio correcto a la hora correcta. Nadie se enteraría de nada hasta pasadas unas buenas horas.

-Deberías haber visto su cara de pingüino asustado... temblando delante del cañón de mi pistola. Suplicante...

No se lo esperaba, ciertamente, que yo, su hermana que guardé silencio durante tantos años de convivencia martirizante, le pudiera apuntar con un arma... Aun puedo deleitarme con su cara de sorpresa y aun puedo percibir milimétricamente el paso a un estado de pavor completo.

-Me das asco.- pensé para mis adentros...

Sin dejar de mirarle, apreté el gatillo y disfruté con cada milésima de segundo que se materializó delante de mí. Lenta y pesadamente el cuerpo se desplomó inerte en el suelo, justo a mis pies. Como un latigazo dentro de mí le propiné una última patada en la boca. ¡¡Cuántas veces había soñado con este momento!! Y finalmente, mi suerte había llegado.

-He librado al mundo de un tío excesivamente imbécil.

...

-De acuerdo, quizás hoy tampoco tengo el valor para llevármelo por delante, pero llegará el día en que sí lo tenga. Sus días de pingüino lascivo están contados...