Nube de etiquetas

martes, 15 de septiembre de 2009

Un pozo profundo

Abro los ojos y todo está oscuro. Un hedor a humedad se filtra por los agujeros de mi nariz y penetra hasta bien adentro. No puedo evitar toser.
Espero un tiempo hasta que mis pupilas se acostumbran a la negrura de aquel sitio. Entre tanto, mis pies juegan con algo resbaladizo del suelo: parece fango, lodo.
Más allá de mi ceguera puedo empezar a atisbar un muro circular, lo sigo... y compruebo que me encierra. El diámetro no es muy grande pues estiro los brazos y toco con ambas manos.
Levanto la mirada antes de que el miedo quiera apoderarse de mi corazón. Allá arriba hay un punto de luz, tan lejano que ésta no logra alcanzarme.

Estoy atrapada en un pozo profundo. Ahora sí, dejo que el miedo invada todo mi ser. Dejo castañear, fruto del pánico, mis dientes; temblar mis manos y mis piernas; pensar en los pensamientos más terribles que jamás haya podido imaginar. Pero sólo durante cinco minutos. Ni uno más. Contaré en voz alta y cuando llegue a cinco... dejaré de tener miedo.

Uno...
Mi vida cuelga de un hilo, un hilo que se abrasa con el calor del sol del que pende.

Dos...
Dolor, hambre, sueño... desesperación.

Tres...
Rascando cordura en una celda de locos.

Cuatro...
Pasa el tiempo impasible, convirtiendo mi ser en un cúmulo de huesos podridos.

Cinco...
Respiro, respiro. Cojo aire y respiro.

Tengo que encontrar las escaleras que me lleven hacia arriba.
Ya no es tiempo para el miedo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué te ha parecido? Déjame tu comentario: