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miércoles, 24 de febrero de 2010

La carta

Cuenta la historia que en lo más recóndito de un lugar completamente inaccesible, en las más lejanas alturas, en medio de un frío insoportable... vive un hombre. Un hombre viejo, tan viejo que observó como se extinguían los dinosaurios, contempló curioso como descubríamos el fuego, vio como se construían las pirámides, como... un hombre tan anciano que venció al tiempo y al espacio. Puede estar aquí y allí a la vez y puede vivir hoy y mañana al mismo tiempo. Pero esto, aunque curioso e insólito, no es lo que nos atañe y es que, cuentan las lenguas curiosas y sabias, ya que sin lo primero es casi imposible tener lo segundo, que quien haga llegarle un deseo, quien consiga transmitirle algo, lo que sea, le será concedido...

Puede estar en cualquier lugar, en cualquier año... pero este anciano solo puede comunicarse con alguien, bajo el techo que le cobija. Hoy, como cada día, sale de su cabaña limpia y ordenada, a imaginar el camino que lleva a él. Digo imaginar porque jamás ha existido un camino como tal. Pero a él le gusta ver en su mente como la gente se amontona, sonríe y corre dejando un rastro en la nieve que durará por siempre. Pero, dejadme ver, hoy sonríe y lleva algo en las manos, parece, parece... ¡una carta!.
- ¿Quien?- pregunta al viento mientras relee.
- ¿Quien?- repite esperando una respuesta que no llega.
Le gusta hablar sólo. Hace tanto que no puede hacerlo con alguien, que ha aprendido a escucharse y a pensar en voz alta.
- Hace unos días esto se coló por debajo de mi puerta.- Murmura con una sonrisa- Pero... ¿quien?- la respuesta no llega, él lo sabe, pero le gusta escucharse ya que la pregunta significa que alguien ha llegado hasta él y que ese alguien podría volver.
Niega con la cabeza con una enorme sonrisa y, este hombre que ha visto todo lo que se puede ver, sujeta el papel como el más preciado de los tesoros. Da media vuelta y abre la puerta que le lleva al interior de su humilde morada.
- Lo que me pide está hecho. Está hecho hoy, ayer, mañana... está hecho.- Se frota la barba y guarda el preciado papel en una pulcra y bonita cajita de madera. Antes de cerrarla lee en voz alta sin poder evitar que una lágrima recorra veloz su mejilla.
- "Que siempre haya ESPERANZA"- seca con las yemas de los dedos sus ojos llorosos- Como dije antes: Hoy, ayer y mañana, por siempre-

Dejemos al anciano descansar tranquilo fumando una pipa sentado en su sofá. Volveremos a verle pronto, a ver que tal le va.

Pudiera

Pudiera ser que el tiempo corriera en balde tras la huella de su silencio. Pudiera ser que el sol cesase su eterno caminar tras el rastro de la luna. Pudiera ser que los astros dejaran de girar y virar hacia nuevos rumbos conocidos. Pudiera ser que los vientos, las aguas y las tierras se calmasen en nuevo encendimiento. Pudiera ser que el fuego dejara de abrasar, que el hielo se deshiciera, que el agua no mutase...


Y, sin embargo, en la pobreza de mi entendimiento, siempre permanecerá ese vago recuerdo.

jueves, 18 de febrero de 2010

Locura

- ... si envías tan sólo un mensaje tienes premio seguro y para los cincuenta primeros, aseguramos un viaje de una semana con todos los gastos pagados a Paris y además la posibilidad de ganar sesenta mil euros...-
Marc pasaba las noches en vela viendo la televisión a causa de sus crecientes problemas para dormir. Sentado en el sofá cogió el móvil con celeridad y sus dedos, finos y rápidos, comenzaron a escribir caracteres a todo trapo. La familia dormía y, puesto que el concurso solo aceptaba un mensaje por celular, fue raudo a coger los móviles de sus dos hermanas así como los de sus padres. No le fue difícil con los de sus padres, que los dejaban siempre encendidos en el comedor para cualquier emergencia y respecto a los de sus hermanas... sus hermanas... Entró de puntillas en la habitación dónde dormían las gemelas y cuando se despertaron, puso como excusa estar buscando un cable para el ordenador. Entre sueños y algunos refunfuños, ellas se dieron la vuelta y prosiguieron durmiendo tras una última oleada de insultos. De vuelta al sofá, encendió los teléfonos de sus hermanas y se percató de que no sabía algo indispensable: el pin.
Había enviado tres sms sin recibir respuesta y estaba enfrascado en descifrar el número secreto de los dos móviles que tenía en las manos, cuando su teléfono sonó.
- ¡Mensaje!- gritó sin poder reprimirse. Las palabras decían así:
" ¡Enhorabuena, eres el ganador de una cubertería completa! ¡Si envías un sms con otro teléfono en el plazo de 2 minutos, obtendrás otro regalo seguro! sólo tienes que mandar la palabra clave..."
Con toda la velocidad de que fue capaz, cogió el teléfono de su padre y envió el mensaje. Al poco el móvil sonó y leyó:
"¡Enhorabuena, eres el ganador de un juego de maletas completo! ¡Sí envías un sms con otro teléfono en el plazo de 1 minuto, obtendrás otro regalo seguro! sólo tienes que mandar la palabra clave..."
Cogió el teléfono de su madre y mandó el mensaje con los datos requeridos. A los pocos segundos, sonó la melodía:
"¡Enhorabuena, eres el ganador de cinco abrigos de la marca...! ¡Sí envías un sms con otro teléfono en el plazo de 30 segundos, obtendrás el deseado viaje a París! sólo tienes que mandar la palabra clave..."
El corazón se le salía por la boca. Miró la pantalla del móvil de su hermana y de un salto se incorporó. Corrió a la habitación contando los segundos en voz alta.
- ¡Sil! ¡Sil! !dime tu pin! ¡Rápido, un viaje está en juego!-19,18,17,16- ¡Rápido!- zarandeó a Silvia del brazo.
Silvia y Sandra despertaron.
- ¿Que narices quieres?- 13,12,11
- ¡El pin! ¡Un viaje a Paris está en juego!-
- 3344- respondió Silvia. 9,8..
Tan rápido como pudo introduzco los números y dio gracias a Dios porque el móvil de su hermana fuera antiguo. Raudo tecleó la palabra y lo envió justo a tiempo. Sonó la melodía.
"¡¡Enhorabuena, eres el ganador de un viaje a París...! ¡Sí envías un sms con otro teléfono en el plazo de 20 segundos, obtendrás un nuevo regalo! sólo tienes que mandar la palabra clave..."
- ¡Sandra!-
- 3344-
- ¿El mismo?-
- Sí-
Introduzco el pin y de nuevo justo a tiempo envio el sms. Al poco el teléfono de Sandra sonó:
-¿Sí?- contesto Marc visiblemente nervioso.
- Buenas noches, llamo del concurso "un viaje para el mejor". ¿Con quien tengo el placer de hablar?-
- Marc-
- ¡Enhorabuena Marc! Estás a punto de ganar una cubertería, un juego de maletas, cinco abrigos, una semana en París... ¿Pero a que no sabes lo mejor?-
- Dime- dijo Marc con una sonrisa de oreja a oreja. Sandra y Silvia permanecían atentas a la cara de su hermano.
- Marc, en el último mensaje te prometimos un nuevo regalo ¿no es así?-
- Sí- respondió tragando saliva.
- Marc, ¡estás a punto de ganar todos esos regalos y además 60000 euros!-
- ¿60000?- preguntó sintiendo como el corazón escapaba por su boca. Sus hermanas se abrazaron como si estuvieran buscando una especie de fuerza mística capaz de llevar a Marc a conseguir tan ansiada cifra.
- Tan solo tienes que responder a una pregunta en los próximos diez segundos y todo será tuyo, ¿preparado?-
-...Sí- aunque no lo estaba.
- Venga ánimo que es muuuyyy fácil: ¿De que color llevo ahora el vestido?-
Marc se levantó de la cama y corrió al comedor tan rápido como le permitieron sus pies. Sus hermanas le siguieron tropezando la una con la otra al tratar de salir a la vez del cuarto.
- ¡Vamos Marc te quedan 5 segundos!-
Cuando llegaron al comedor, toda la alegría se tornó en incertidumbre. La presentadora tan sólo mostraba la cara en un, casi estremecedor, primer plano.
- ¡Di algo! ¡Recuerda que ha dicho "ahora"!- gritaron Silvia y Sandra al unísono.
- 3,2 - se regocijaba la presentadora.
- Azul- cerró los ojos Marc.
- ¿Qué?- contestó ella- No te he oído- por la televisión quedó claro que en plató tampoco se había escuchado nada, una interferencia había arruinado momentáneamente la respuesta.
- Venga, dime Marc-
- A...- le dio tiempo a responder.
Ante la mirada atónita de los tres hermanos, la presentadora se desplomó ante sus narices. De inmediato se precipitaron en escena varias personas dispuestas a socorrer a su compañera y la emisión se cortó de inmediato... El vestido era rojo.
A la hora, el programa contactó con Marc a través del móvil de Sandra, le pidieron sus datos personales y se citaron para formalizar todo el premio.
- ¿Como está ella?- preguntó Marc interesado sinceramente.
- ¿Ella? Te refieres a Susana, imagino... verás, ha sufrido un infarto y cuando llegamos al hospital ya era tarde-
- Vaya, cuanto lo siento- respondió avergonzándose un poco de su alegría en aquel momento.
- Pero tranquilo: tendrás tu merecido premio- hubo una pausa- Por cierto, Marc, por curiosidad ¿puedo hacerte una pregunta?-
- Dígame- respondió temeroso.
- ¿Que respondiste? se cruzó algo y no nos llegó tu respuesta-
Marc presa de una leve tristeza optó por ser sincero, pese a lo que podía pasar con respecto al premio.
- Azul - una interferencia hizo imposible que llegara la respuesta.
- ¿Cómo? se ha cortado-
- A...-
Pero un largo pitido intermitente dejó claro que la comunicación se había cortado definitivamente y Marc sintió un escalofrío recorriendo su columna. Al cabo de una media hora el teléfono volvió a sonar.
- ¿Marc?-
- Sí-
- Mira no se que pasa hoy, pero esto es de locos. A la persona con la que hablabas han tenido que llevársela de urgencias. Yo soy José.-
- ¿Se sabe como está?- preguntó Marc preocupado.
- Pues todavía no sabemos nada, salvo que es otro infarto. Disculpa un segundo- se escucharon voces de fondo- Tengo que dejarte pero como ya te habrán informado, no temas por tus premios.-
- Siento lo que ha pasado- dijo Marc sin reflejar ya ninguna alegría.
- No te preocupes, ¡ni que fuera culpa tuya!- se escuchó una voz de fondo apremiando- Oye, sólo una pregunta, por curiosidad ¿que color dijiste? Nos fue imposible entenderte-
- A...-hizo una pausa- Rojo- respondió al fin. Hubo una pausa al otro lado y los segundos que siguieron avanzaron muy despacio.
- Bien, muy bien- respondió José- Nos vemos pronto entonces y ¡enhorabuena!-
Marc colgó intercambiando una mirada con sus hermanas. Mañana casi con seguridad, todo se habrá olvidado y quedará el premio en el recuerdo así como en el presente, pero hoy en sus ojos ya no quedaba rastro de alegría...

miércoles, 17 de febrero de 2010

En blanco y negro

- No puedo más Pedro, no puedo más...- el teléfono comenzaba ya a molestar excesivamente su oreja así que lo cambió de mano y lo pasó a la otra- no hay salida, no la hay...-
- Bueno Juan, trata de calmarte, fúmate un cigarro tómate tu tiempo, piénsalo detenidamente-
- No se...- dijo Juan reprimiendo un llanto que amenazaba con salir de nuevo a la superficie.
- Hazme caso: túmbate un rato, ponte una peli, duerme un poco...-
- Sí, sí, haré eso. Gracias por estar siempre ahí, muchas graci...- fue incapaz de acabar la frase.
- De nada socio. Un abrazo muy fuerte y mucho ánimo-
- Hasta luego Pedro-
- Chao campeón-
Colgó el teléfono y lo dejo sobre la mesa frente a él. Ahora el silencio lo engullía todo hasta que el leve sonido del "tictac" del relojo de pared lo quebró. Cruzó los brazos sobre la mesa y hundió la cabeza en ellos. Sus hombros comenzaron a convulsionarse y el "tictac" del reloj fue vencido ahora por el llanto.
- Sólo quería un detalle, un gesto... algo-
Su voz sonó ahogada y levantó la cabeza secándose las lágrimas con las palmas de las manos. Encendió un cigarro y lo consumió con celeridad entre vaivenes de imágenes atravesando su mente con una sola protagonista: ella.
- Recapitulemos: cada vez más distante, cada vez más ausente, cuando está conmigo no está- sonrió con ironía- simplemente no está. Siempre tiene que irse pronto y cada vez nos vemos menos porque tiene "cosas que hacer"...- se levantó de la silla con determinación - Se ha terminado.
Se puso la chaqueta y se dio un último vistazo al espejo. Valoró la posibilidad de ir a lavarse la cara para "camuflar" las horas de llantos y tristeza, pero no lo hizo.
- Cuando antes haga esto mejor- se dijo apunto de romper a llorar de nuevo.
Caminando por la calle todo era como en aquellas películas antiguas que tanto le gustaban: todo era en blanco y negro. Los colores parecían haberse evaporado y la gente que pasaba junto a él, estaba tan lejos que ni tan sólo se percató de que Luis, uno de sus compañeros de trabajo, le saludaba a escasos metros de su situación.
- Hace meses que estamos así y mira como estoy: no puedo- dijo en voz baja secando sus ojos con las manos.
Pronto llegó al portal de Ainoha y para su sorpresa, no dudó a la hora de picar al timbre.
- ¿Sí? - habló una voz masculina a través del interfono. ¿Quien era? no le resultaba familiar.
- Soy Juan, vengo a ver a Ainoha- contestó notando como la señora tristeza parecía retirarse al ver aparecer a su vecina: la ira.
- Un segundo...-
- No puede ser- susurró.
- Sube-
Empujó la puerta apretando los puños y, muy a su pesar, notó como la tristeza remontaba la envestida inicial de la ira. Subió las escaleras recordando aquellos buenos momentos de hacía apenas unos meses. Tragó saliva cuando estuvo frente a la puerta, preguntándose que había pasado para llegar a la situación actual. Le abrió un chico alto, moreno, de ojos claros y una media sonrisa que Juan no sabía cuanto tiempo podría digerir.
- La "chiqui" está en el salón- comentó el desconocido, ahora sonriendo abiertamente.
Juano notó cerrarse su puño y correr la adrenalina por sus venas. Definitivamente iba a romperle la cara a aquel tipo, o si más no a intentarlo.
- Pasa Juan, estoy aquí- la voz llegó como de otro mundo ya muy lejano. Lanzó una última mirada al desconocido que hizo que la sonrisa desapareciera por completo de su rostro.
- ¡Ainoha! esto no puede ser, vengo a hablar contigo porqué...-
Ainoha salió de la estancia con aquella sonrisa capaz de congelar el tiempo. Sus ojos se apagaron al ver los de Juan.
- Pero ¿que te ha pasado car...?- comenzó a acercarse abriendo los brazos.
- ¡Déjame en paz, vengo a decirte que no aguanto más! ¡Mírame! ¡Mira en lo que me he convertido! y tú aquí tan tranquila con...- señaló atrás en dirección a la persona que le había abierto la puerta- y tú aquí con... dime ¿siempre era para estar con él?- preguntó echándose a llorar y rindiéndose ante el abrazo de Ainoha.
- Sí- dijo ella acariciándole el pelo. Juan trató de hablar, pero no pudo - ven Juan, ven conmigo- compartió una mirada de complicidad con el chico moreno y poco a poco fue llevando a Juan al salón.
- ¿Por qué Ainoha? ¿ Por qué me has hecho tanto daño? - dijo sin apartar la cara todavía enterrada en los hombros de ella.
- Mírame- dijo Ainoha empujándole con suavidad para despegarse de él.
- ¡No puedo! ¡no puedo mirarte! ¡debería irme cuanto antes!-
- Mírame-
- Tengo miedo de que me hagas más daño... si eso es posible- respondió Juan dándole la espalda sin acabar de creerse que no se hubiera marchado aún lanzando un sonoro puñetazo a la cara del chico desconocido.
- Mírame, abre los ojos-
- Quiero irme ya y no verte más Ainoha-
- Juan, por favor- su voz comenzó a titubear y las lágrimas comenzaron a aparecer en su cara- Mira...- la palabra se cortó por las lágrimas- por favor, por favor... -
Juan no puedo evitar sentir algo moverse en su alma cuando escuchó llorar a Ainoha y no pudo más que volverse. Tras ella, ahora arrodillada y con la cara enterrada entre las manos, contempló algo que hizo que todo volviera a teñirse de color. La estancia, bañada por esa nueva luz en su mirada, le mostró a Jorge una estatua. Sobre una columna de piedra diseñada para tal fin, una escultura de unos dos palmos de altura labrada en mármol, plasmaba a la perfección el mágico momento de un día ya lejano, en el que ambos sentados en un banco del parque, se habían conocido.
- Pero...- comenzó incapaz de encontrar las palabras.
- Me ha costado mucho hacerla y Miguel me ha ido guiando, era algo que quería hacer antes de preguntarte...- dijo alzando la mirada.
- Pero...-
- ¿Quiere casarte conmigo Juan?-
- Pero...- dijo Juan ayudando a incorporarse a Ainoha y mirándola a los ojos.
Miguel sonreía en un rincón pero fue la sonrisa de Ainoha cuando Juan la beso, la que provocó que la luz de su universo brillara aún más y logró hacer llegar a sus oídos a través de la ventana, la agradable melodía tocada por algún músico callejero que desde hacía rato estaba sonando abajo en la calle.

domingo, 14 de febrero de 2010

El número


Remuevo el último de los cajones que me queda por ordenar. Hacía mucho que debía haber hecho esto, pero siempre he retrasado este momento lo máximo que he podido. ¿Que por qué? De cara a la galería la respuesta es: "por vagancia". Pero la realidad es bien distinta. Con cada papel tirado a la basura, con el remoto recuerdo de cada ticket: de compra, de restaurante, billetes de avión, aquel lejano y prácticamente obsoleto "walkman"... Mucha gente sólo vería basura pero yo veo mucho más. Hay dagas, espadas, pistolas, caricias, besos, lágrimas... pero sobretodo: muchas sonrisas.
Todo va bastante bien hasta que un papel cae en mis manos. Apenas visible por el paso del tiempo se adivinan más que leerse, palabras aparentemente inconexas. Nunca he tenido buena memoria, así que de primeras el papel no me suena. Aparto todo a un lado y me centro en el papel. Lo dejo ante mi y enciendo la luz del escritorio... el color del papel comienza a sonarme.
- Asa, ama... no... ¡Ana!-
¿Ana? que ana. ¡Sí! ya recuerdo, fue aquella noche.
- 685...-
Su teléfono y algo más.
- Had, has... proferido, no ¡prometido!... llamar- ¿He prometido llamar? ¿Prometí llamar? no lo recuerdo. ¿Pero cuanto hace? ¿6,7,8 años? ¿Que habrá sido de ella? ¿Dónde estará?.- Cojo el móvil y comienzo a frotarme la barbilla con él. -Es demasiado tarde, no vivirá en la ciudad, estará con alguien o incluso quizá se habrá casado. -
Los minutos que pasan parecen regocijarse de mi, recreándose con crueldad en cada segundo. Desbloqueo el móvil y comienzo a marcar hasta que paro.
- Es demasiado tarde.- Me repito resignado lanzando el móvil sobre la cama .

No muy lejos de allí, Ana derrama quizás su última lágrima. Cansada de llorar y sufrir ha decidido poner fin de una vez a todo el dolor. Agachada en un rincón de la cocina, contempla su mano llena de cápsulas.
- Dicen que es doloroso- sonríe con ironía con los ojos rojos de tanto llorar- Más doloroso es todo esto.-
Abre la boca y la llena de todas las pastillas de las que es capaz. Coge el vaso de agua y se dispone entornando los párpados a beber su último trago. Sus ojos se abren de par en par y escupe en su mano todo lo que tiene en la boca.
- Olvidé apagar el móvil...- dice resignada contemplando el número desconocido que aparece en pantalla. Su dedo pulgar baila del colgar al descolgar en una danza burlona. Hasta que finalmente descuelga.
- ¿Sí? -
- Quizás es tarde, pero te prometí que te llamaría...no se si me recordarás...-
- Te recuerdo -
La charla se alarga y transcurrida una hora, un puñado de pastillas caen al suelo rebotando, hoy derrotadas, unas contra otras.

Queridos papá y mamá,

- Despacio, despacio... -me repetía incesantemente- No me da tiempo de tomar notas de todo y mañana al despertar lo habré olvidado.

Había tomado más de la cuenta y ahora caminaba equipada con mi desequilibrio particular, la vista vuelta atrás, y un zumbido agudo en la cabeza que por más que intentara sacudirme se me hacía imposible. La vida nocturna tras la sobredosis de alcohol me parece mucho más interesante: sombras y luces juegan en mi mente a un maquiavélico y persuasivo danzar.
Desde aquí todo me resulta posible y al alcance de la mano. Los misterios del universo se me desvelan impacientes por colmarme. Encamino mis pasos a casa, apresurados, ajenos al paso del tiempo. Y quizás antes o quizás después entro por la puerta con las ideas aun más claras:

Queridos papá y mamá,
hace tiempo...

¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Dónde me encuentro? ¿Quién soy?

Un vago recuerdo cruza tímidamente la puerta de mis recuerdos.

- Han pasado muchos años desde que me fui de casa... ciertamente -mis labios caen en una mueca de tristeza y añoranza.

Queridos papá y mamá,
pensé en escribiros hace tiempo pero...

¿Por qué?

(...)
os abrí mi corazón... me herísteis en lo más profundo de mi ser cuando aquella noche
(...)

- No...

(...)
jamás entendí por qué no pudísteis aceptar que
(...)

- No...

(...)
sólo quise compartir con vosotros
(...)

- No...

¿Cuáles son las palabras?

(...)
¿por qué me abandonásteis?
(...)

- Tampoco... -se escurre el bolígrafo de mis dedos ya rígidos- Ha salido el sol y los efectos del alcohol se han evaporado. Soy un miserable...

Un sollozo... y un sueño agitado...

La puerta

- Primero camino, luego corro y luego...- silencio.
- ¿Luego qué?-
- Luego despierto... nunca llego ni tan solo a tocarla.-
- ¿La puerta?-
- Sí- David exhaló un suspiro mientras miraba al techo tumbado en la cama junto a su esposa - Nunca he logrado llegar ni siquiera a tocarla.-
- ¿Por qué quieres abrirla cariño? Hay puertas que es mejor mantener cerradas.- María acarició el pecho de marido.
- Es que... una vez logré escuchar algo ¿sabes? -
- ¿El qué cariño? ¿Qué escuchaste?-
Una leve sonrisa asomó a los labios de David al recordar y se volvió para mirar a Maria, para así poder ver su reacción ante lo que iba a escuchar.
- ¿De verdad quieres saberlo?- ella asintió regalándole una de aquellas sonrisas capaces de apagar la vela de la tristeza de un soplo- Escuché... el tiempo -
- ¿Escuchaste un reloj? ¿El tictac de un reloj?-
- No, escuché EL TIEMPO-
- ¿El tiempo?-
- Sí-
- ¿Que sonido es ese?-
- No sé explicarlo - una lágrima rodaba por su mejilla al tiempo que una sonrisa se dibujaba en su cara- Pero era algo... algo que quiero descubrir de dónde proviene-
María, con un movimiento rápido, se tumbó sobre él y le besó en los labios. A continuación, palabras, besos y caricias llevaron a la máxima expresión física del amor. Más tarde, la luz se apagó.

"David caminó y corrió más que nunca al ver de nuevo la puerta. Era consciente de las veces que había tratado de alcanzarla y de sus incontables fracasos. El sonido ya típico penetró en su cabeza recordándole que sería imposible definirlo con palabras de su mundo. Era algo tan incomprensible... y tan alentador... Asió el pomo y empujó la puerta sintiendo como una descarga de emociones recorría su ser para luego salir de él y volver a su origen... y tras la puerta..."


Sus ojos se abrieron, despacio. Alargó el brazo buscando un interruptor que, como siempre, ya no estaba. Una pesadez predominaba en su cuerpo y no tardó mucho en darse cuenta de que tosía de forma ininterrumpida. Palpó al otro lado y el corazón se le encogió al comprobar que María no estaba... otra vez. Hacía ya, ¿semanas? ¿años? que cada día se repetía la misma secuencia.
-¿Está usted bien señor David?- La luz se encendió.
La enfermera irrumpió en la estancia con la misma pregunta de siempre. A la que él daría idéntica respuesta que la última vez.
- Sí, estoy bien, muchas gracias - dijo tomando el medicamento que la enfermera le traía y sorbiendo un corto trago de agua.
- ¿De nuevo el sueño?- preguntó ella secando su barbilla con una toalla.
- El mismo de siempre.- respondió él sin poder evitar echarse a llorar.
Ella le abrazó como tantas veces y esperó hasta que David se hubiera desahogado.
- ¿No logra volver al otro lado de la puerta, cerrarla y alejarse? - Inquirió ella con una sonrisa comprensiva.
Él puso sus manos entre las suyas.
- Ahora ni siquiera se dónde está... ni siquiera sé dónde está... María tenía razón-
- ¿Que decía su esposa?-
- Maria decía- miró al techo y sonrió al recordar lo que podía ser ayer o hacía años- que "hay puertas que es mejor mantener cerradas"-
Ella se dispuso a irse besando su frente pero él la atajó.
-¿Cómo llegué aquí?- preguntó aún sabiendo la respuesta, aún repitiendo la misma escena cada día, cada día, cada día...
- No lo sé- respondió ella - soy...-
- Nueva.- acabó él la frase - Buenas noches Natalia -
- Buenas noches David, dulces sueños -

lunes, 8 de febrero de 2010

¿Soñando?

Nunca pensé que este día realmente llegaría.
Siempre tuve la esperanza de que algo cambiaria y no tendría que celebrar este aniversario.
Pero no ha sido así.
De forma inevitable ha sucedido y no veo el momento en que se acabe…

Anoche se cumplieron mil días desde que no duermo.
No me siento mal, la verdad. Simplemente estoy cansado.
Hace tanto que no sueño que ni siquiera la lluvia de soles me pareció un acto interesante.
Creo que la falta de sueño me está afectando de alguna forma.
Cada día veo a la misma gente, a la misma hora. Día tras día. Día tras día.
¿Acaso el disco duro de mi cabeza ya está completo y no deja entrar nueva información?

¿Por eso la vida es un compendio de situaciones ya vividas?

¿Por eso he dejado de soñar?

¿Por eso no puedo crear nuevas esperanzas…?

Por eso…

Hay tantas cosas que…

Necesito…

Cada vez hay más cosas con las que querría soñar…

… y cada vez tengo menos tiempo para dormir…

R.

lunes, 1 de febrero de 2010

Hacia atrás

Insólito. De repente el tiempo gira hacia atrás... De la una pasamos a las doce, y de las doce pasamos a las once... La luna se pone para dar paso al sol. La noche precede. Las nubes recogen el agua en gotas de vapor. Los coches en la ciudad circulan de culo en el más completo de los silencios. Conversaciones incomprensibles y revolucionadas. Por un segundo el tiempo se detiene y sigue su invertido curso.
El viento ha devuelto la gorra de aquel anciano...