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viernes, 15 de febrero de 2008

Al este del Edén

Porque no todo es triste y feo os dejo esta canción, que tiene mucho significado hoy y a estas horas, de Ivan Ferreiro - Abrázame. Gracias a Jordi por dejarme esta canción.

domingo, 3 de febrero de 2008

1 de febrero

¿En qué momento de la vida empezamos a desarrollar la capacidad para amar? ¿Puede amar un niño pequeño?
***
Marcos era un niño de 9 años de edad, bastante espabilado en comparación con los niños de su edad. Sí, él estaba enamorado de una niña un año más pequeña. Un año, o quizás meses (¿u horas?). Susana, de 8 años, era una niña tímida y que no hablaba. Pero su mudez no se debía a causa de ningún aspecto biológico, ni tampoco era algo aprendido; sino más bien era algo volutivo, como aquel que sabe que ha de llamar para disculparse por algo grave pero que no lo hace consciente de su vergüenza, de su miedo o quizás de su orgullo, optando por el silencio. El silencio siempre vale más que el hecho de enfrentarse a las circunstancias, dejar ser dueño de uno mismo, valiente, y defender lo que uno cree. Silencio, silencio, silencio, silencio...
Sin embargo, Marcos de 9 años amaba a Susana, la chica muda. La amó durante todos y cada uno de los días de escuela, durante los años que siguieron la escuela y los que sucedieron en sus respectivas vidas. De pronto, él tenía 29 años y ella 28. Se llevaban un año, quizás meses o incluso quizás horas. Era algo irrelevante...
Como siempre en estos casos, se perdieron la pista. Pero viviendo en el mismo barrio siempre es fácil reencontrarse, sobretodo cuando cada día coges el mismo metro a la misma hora en la misma parada. Era así como día tras día Marcos reconocía a esa chica aparentemente solitaria, introvertida, tímida, siempre con la mirada baja, blanca, y de ojos tristes y brillantes. Era así como cada mañana Marcos recordaba el brillo de los ojos de Susana, un brillo que jamás se borró de su cabeza, signo inequívoco (para muy pocos) de una tristeza profunda que ahogaba las palabras de Susana.
Esta mañana era otra mañana como la de cualquier día. Daba igual que fuera lunes, martes, miércoles, jueves o viernes... Y todo habría transcurrido como cada día si no fuera porque Marcos decidió dar un giro a la historia. Así fue como esta mañana se armó de valor y levantándose de su asiento se dirigió hacia Susana. Ella lentamente dibujó una amplia sonrisa, hermosa, radiante, que iluminaba su rostro, y sin dejar de mirar al suelo susurró:

- Te estaba esperando, amor mío.

Por mucho que nos separe el tiempo,
tu huella permanece imborrable en mi memoria.
Feliz cumpleaños con el riguroso día de retraso.
A mi padre