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jueves, 16 de diciembre de 2010

Brindis

Soledad Pastorutti - Brindis
Seguir siguiendo al corazón
y coquetear con la intuición.
Seguir creciendo y esquivando las rutina.
Seguir soñando en un rincón.
Seguir creyendo que hay un Dios
que me endereza de un tirón la puntería.
Siempre me voy detrás de lo que siento,
cada tanto muero
y aquí estoy.
Tantos desiertos que crucé,
tantos atajos esquivé,
tantas batallas que pintaron mis heridas,
tantos incendios provoqué,
tantos fracasos me probé,
que no me explico como canto todavía.
Y es que siempre voy detrás de lo que siento,
cada tanto muero
y aquí estoy.
Por esos días por venir,
por este brindis para mi,
por regalarle a la intuición el alma mía,
porque los días se nos van,
quiero cantar hasta el final;
por otra noche como esta doy mi vida.
Tantos festejos resigné,
tantos amigos extrañé,
tantos domingos muy lejos de mi familia,
tantas almohadas conocí,
tantas canciones me aprendí,
que los recuerdos me parecen de otras vidas.
Siempre me voy detrás de lo que siento,
cada tanto muero
y aquí estoy.
Tantas palizas esquivé,
tantas traiciones me compré,
tantos enojos me hicieron mostrar los dientes,
con mil abrazos me cuidé,
con mil amores me curé;
juntando heridas sigo creyendo en la gente,
siempre voy detrás de lo que siento,
cada tanto muero
pero hoy no.
Por esos días por venir,
por este brindis para mí,
por regalarle a la intuición el alma mía,
porque los días se nos van,
quiero cantar hasta el final,
por otra noche como esta doy mi vida.
Y en esas noches de luna,
donde los recuerdos son puñal,
me abrazo a mi guitarra
y canto fuerte mis plegarias
y algo pasa, pero ya nada me hace llorar.
Yo me abrazo a mi guitarra
y canto fuerte mis plegarias
y algo pasa, pero ya nada me va a cambiar.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Una historia con moraleja


Despierto asomada al umbral de una ventana sita en un antiguo muro medio derruido. A mi alrededor sólo yace el vacío yermo, negrura espesa y gélida. Asomo la nariz a través del hueco de la ventana y ¡nieva! Al otro lado del muro, de forma incomprensible, nieva.
Intento exhalar el aire y cobro conciencia de que no respiro. Por unos instantes siento que me ahogo en medio de la sorpresa inequívoca. Pero al cabo de un tiempo, recuperada la calma, noto que sin respirar sigo viva, o eso creo.
Siento mis piernas enquilosadas y adosadas a la superficie de... ¡tampoco hay suelo! Muevo los dedos de los pies pero no puedo desplazar las plantas, ni caminar, ni siquiera separar las piernas. Mis extremidades inferiores están ancladas a ese vacío absoluto, negándome cualquier posibilidad de acción.
Mis manos se fusionan con el frío de la piedra, provocándome espeluznantes escalofríos. Tampoco puedo moverlas, ni siquiera para rascarme el picor insoportable que empieza a crecer en mi nariz. Cuanto más lo pienso, más me pica...
Privada de cualquier movimiento, me limito a observar lo que me rodea. ¿Para qué vine aquí? ¿Cuál es el mensaje de este lugar? Ciertamente, el frío poco me deja pensar; y fuera, a mi derecha y a mi izquierda nieva... ¡Un momento! Si sólo se trata de un muro, ¿cómo es que no me mojo?
Moraleja: Puede que a veces tengamos la sensación de sentirnos desprotegidos. Pero si buscamos la calma en nuestro interior y no nos dejamos arrastrar, pronto nos daremos cuenta de que siempre hay algo o alguien que nos protege.

martes, 24 de agosto de 2010

Vacuna

Suena el teléfono de mi habitación, al tiempo que las paredes se resquebrajan en diminutos pedazos inexistentes.
Mi cárcel se abre ahora a un prado verde, de flores lleno. Árboles vestidos de hojas perennes que un día perecieron para la inmortalidad.
Los pajarillos sobrevuelan en el cielo azul, despejado, radiante, en contraste perpetuo contra el blanco pico de las lejanas montañas.
Recuerdos de una vez que cayó la nieve y las tormentas. Helando mi corazón marchito por el paso del tiempo, en la repetición de la noria incesante.
Recuerdos que se evaporan en el suave calor de esta primaveral mañana. Lejos, lejos... lejos de la ciudad que me mantuvo cautiva tantos años.

He sido vacunada contra los anticuerpos y hoy puedo presumir que me expando en el silencio de la calma apagada.

viernes, 13 de agosto de 2010

Caminos inevitables

Nunca supe como pasó.
Tan sólo aparecí.

Mi vida consistió en… vivir.

Nunca me faltó que comer.
Nunca tuve frío ni calor.
Nunca tuve nada que hacer.

Mi existencia transcurría sin más preocupación que…
Mi existencia trascurría sin ninguna preocupación.

La placidez inundaba cada instante de mi ser.
La calma era total.
Sin miedos.
Sin frustraciones.
Sin caos.

Todo era perfecto.
Demasiado perfecto…

¿Cómo existía?
¿Por qué existía?
¿Quién ha hecho posible que esté aquí…sea donde sea…?
¿Mi existencia es un sin sentido? O ¿tiene sentido y la estoy desaprovechando?

Preguntas que se arremolinaban en mi mente una y otra vez…
Sin respuestas…

Sin respuestas…

Abandonarme a la pereza y la desidia…
Sin objetivos…
Sin razones…
Sin emociones…
Sin…

Las consecuencias de mis actos apáticos estaban por llegar…

Todo estaba conectado…

La deuda debía ser saldada.


Inesperadamente una luz cegadora me perturbó.
Mi sustento empezó a desaparecer.
No podía respirar.
No podía gritar.
Segundos que duran horas…
Dolor en mi cabeza…

Un estrecho túnel se abrió ante mi y me engulló hacía sus adentros.
El infierno me reclamaba.
Traté de agarrarme a algo. Traté de expiar mi culpa.

Nada sirvió…

Y me tragó…

En un instante sentí los golpes…
Sentí el dolor…
Sentí la tensión…
Sentí los gritos…
Sentí el calor…
Sentí las lágrimas…

El infierno estaba al revés…y yo era diminuto.


¡Vaya! Tenía razón…


El infierno…

jueves, 12 de agosto de 2010

La hora

Me ahogo. Una voz en mi cabeza me exhorta a despertar. Despierto cogiendo una enorme bocanada de aire... aunque no siento el aire en mi garganta.
Estoy estirada sobre el suelo de la acera. Los recuerdos de la colisión me llegan a la mente. No parece que tenga graves heridas y no siento dolor.

Me oprime la necesidad de saber la hora. Llego tarde. Sé que llego tarde.

- Disculpe, buena señora, ¿sería tan amable de indicarme la hora?
- ¡¡Carmen, Carmen!! -llaman a la buena señora que se gira y se aleja de mí en pos de su apeladora.

Siento los nervios crecer en mi interior: llego tarde y necesito saber qué hora es.

- Disculpe, caballero, ¿podría indicarme la hora? No llevo rel... -una mirada penetrante silencia mi petición. Y desde ese silencio observo como el caballero marcha sin girar siquiera la cabeza.

Cada vez estoy más tensa. Llego tarde.

- Disculpad, amable pareja, ¿qué hora tenéis? -la pareja se mira en una leve sonrisa ignorando por completo mi petición.

- ¡Eh! ¡Tú! -sin duda me llama a mí.- Sí, tú...
- ¿Yo?
- Llevas un año muerta.

La miro con los ojos desorbitados y, levantando lentamente el rostro hacia mi interlocutora, no dejo de preguntarle:

- Ya sé que estoy muerta pero, ¿por qué tengo entonces esta imperiosa necesidad de saber la hora?



¿Y a dónde llego tarde?

viernes, 30 de julio de 2010

Carta a un desconocido

Mi querido desconocido,

Con la mirada perdida en los cristales del vecino repaso todas las cosas que me gustaría decirte. Entre tanto, de forma distraída, como los últimos ositos de goma que hace tiempo me regalaste, mi mente me transporta a lo largo de nuestros últimos meses compartidos, pasando por muchas de las historias vividas, de momentos amargos y de momentos dulces. No puedo evitar suspirar ante la eminente evidencia de que ya no estás. Y te hecho tanto de menos...

En un esfuerzo por recoger los pedazos de corazón dispersos en mi pecho, acopio mis últimas palabras en una hoja en blanco. No puedo evitar que la mano tiemble ante los recuerdos olvidados de lo que quise decirte. Y aprieto los ojos en el intento de recuperar lo que se fue, lo que fue. Tantas cosas por decir y tanto silencio abrumador...

Quizás, a fin de cuentas, de lo que se trate sencillamente es de decirte TE QUIERO.

jueves, 29 de julio de 2010

Conversaciones vacías

Primer día:
Estoy nerviosa. Llego a clase temprano. Tengo muchas ganas de empezar a hacer amigos, de compartir inquietudes, de escuchar y de que me escuchen... Seguro que lo pasamos bien.

Segundo día:
Le pongo mucho empeño en seleccionar mis aportaciones, intentando crear una conversación amena. La verdad es que cuesta bastante, más de lo que me hubiera imaginado.

Tercer día:
No obtengo muchas respuestas. Reconozco que le falta contenido a lo que digo. Inicio nuevas conversaciones, cambio algunas aportaciones. Ahora seguro que va mejor.

Cuarto día:
Me he creado una rutina para estar más presente. Aun falta soltarme más para ganar naturalidad en mis conversaciones... Bueno, más que conversaciones son monólogos. Algo no está yendo bien.

Quinto día:
Decido participar en conversaciones ajenas. Quizás por ahí obtenga mejores resultados. Por probar...

Sexto día:
Mis esfuerzos caen en saco roto. Empiezo a cansarme que ni siquiera me den los buenos días. Me siento invisible.

Séptimo día:
Empiezo a tener dudas de si merece la pena tanto monólogo vacío de contenido. Abandono.

lunes, 19 de julio de 2010

Espejos rotos

Gritos silenciosos en medio de la noche. Sé perfectamente que te has puesto una venda para no verme, para no oírme. Invisible, etérea me arrastro por la ciudad repleta de gente. Y sueño con el día en que todos esos desconocidos me hagan un coro para jugar al corro de la patata.
Triste en medio de la soledad, sólo me queda el vacío inmenso de los recuerdos amargos. Ni una gota de luz, ni un ápice de aire que llene de algo mis pulmones. Nada. Como ayer, como anteayer, como el primer día. Nada.

Callar, reprimir, llorar, aguantar, esperar. Silencio.

Sola en mi mundo de sueños donde sí puedo ser alguien. Sola en mis fantasías que me alejan otro poco más de este mundo que se esfuerza por echarme. La vida se ríe de mí a través del único mensaje de publicidad que me despierta de la irrealidad.
Vuelvo a mirar el hilo del que cuelgo. En el intento de no moverme para no caer en un abismo más profundo, me limito a gritar en silencio con la esperanza desvanecida de que alguien quiera escuchar ese dolor. Y vuelvo a lo de siempre: quizás algún día me roce la lotería con su suerte.
Quizás...

sábado, 17 de julio de 2010

Cielo e infierno

Camas vacías envueltas en silencio.
El ascensor baja, se aleja, a marchas trepidantes.
Ecos que aun resuenan en las paredes del ayer.
No tengo frío y sin embargo tiemblo.
¿Qué hemos de hacer?

El camarero tomó nota del pedido. Se le notaba su primer día de trabajo pues los nervios provocaban en el él unos ligeros temblores, un pulso traicionado. Repitió en voz alta lo anotado en un par de ocasiones.
Entre tanto que el camarero dirigía sus pasos hacia la cocina, ella esbozó una ligera sonrisa que inundó las paredes y los manteles blancos. Esa sonrisa que despertaba toda una serie de sentimientos que iban desde el amor más inocente hasta el deseo más ardiente.
- No podía ser de otra forma - dijo risueña.
- Para variar, desde que te conozco hace 7 años, tienes razón. Supongo que algún día dejarás de tenerla... ¿verdad? - no pude evitar poner cara dubitativa por muy seguro que quisiera mostrarme conmigo mismo en mis suposiciones. ¡Qué le voy a hacer! ¡Siete años sin equivocarse una sola vez generan dudas hasta en el más resuelto!

Trozos de porcelana vidriada.
Añicos de un cielo pasado.
Corazones, corazones con su reina.
Ojos que no ven:
¿cuánto tiempo hace que no me miras?

Me inunda la tristeza y la duda más recónditas, y no sé como salir a la orilla.
Ahí fuera el sol brilla y calienta las almas. Y yo sigo aquí condenado desde que ella me abriera los pulmones.
Me ahogo en los silencios de mis lágrimas.
Lo reconozco, soy invisible a unos oídos que no quieren escucharme.

Ahí estaba, firmando aquel papel con una sonrisa que desde el inicio de la ceremonia no se había despegado de su rostro. Estaba tan hermosa de azul... un azul puro jamás manchado, un azul puro.
Cuando la conocí años atrás jamás me habría imaginado que este momento llegara. ¿Quién me iba a decir que ella querría casarse con un zarapastroso de mis características? Ciertamente, aun no entendía qué podía haber visto en mí, cuando todas las personas que se habían cruzado en mi camino habían llegado a la única e inevitable conclusión de que más valía tenerme lejos.

Nubes de papel en un cielo pintado.
Las brochas aun están mojadas.
La ciudad tras los barrotes del balcón guarda silencio sepulcral.
No puedo evitar odiar el mundo...
O sí, pero no quiero...

miércoles, 23 de junio de 2010

Ecosistemas

Como cada año el campesino siembra sus campos de arado. Sabe que después del duro invierno podrá recoger los frutos que la tierra le ofrezca. Y la verdad es que su tierra siempre ha sido generosa, alimentando al campesino y a su familia.

La familia de campesinos dedican sus esfuerzos a las tareas rurales. Mientras el padre se encarga de las tierras, la madre cuida la casa, y los hijos se encargan de los animales. Cada uno tiene una función determinada en las actividades del hogar. Procuran no pisarse los unos a los otros al tiempo que buscan sincronizarse para armonizar todas las tareas.

Con sumo cuidado y atención los animales abonan las tierras para hacerlas más fuertes y fértiles. Gozosas, las tierras acogen a los animales para que pazan en ella, ofreciéndoles un alimento verde y sano. Al tiempo la familia dona todo el amor a tierras y animales, dedicando cada minuto de su vida tras una sonrisa sincera. Mimando las unas y las otras, la familia se ve recompensada con abundancia en productos de gran calidad.

(...)

Bastaría con que uno solo de los elementos empezara a actuar de otra forma para que el ecosistema se rompiera.

miércoles, 16 de junio de 2010

Aquí y ahora

La luna brilla en el cielo tras las ligeras nubes que cubren la oscura garganta.
Alguna estrella asoma sus puntales arrojando una tenue luz amarillenta.
El silencio reina en el aire de la ciudad, libre de coches, libre de gente.
Mis piernas reclaman el reposo después de la última carrera.
"Peeping Tom" inicia sus ritmos en mi mp3:


El último metro de este martes me devuelve a casa en un vaivén constante.
La luz del vagón parpadea en señal de querer fundirse en el adiós.
Cuatro personas dormitan a caballo de la realidad y Morfeo.
Una voz resuena por encima de la música:
"Propera parada Fabra i Puig".


Cuelgo mi chaqueta al hombro y salgo por la salida más lejana de mi casa. Camino respirando el aire fresco de la noche al tiempo que las luces de las casas se apagan a mi paso. Todo resta quedo. Soy protagonista de la noche, tras los sonidos de la música que lo llena todo. Los pensamientos se pierden en el vacío de mi mente. Soy el aquí y el ahora. Deseo caminar eternamente por ese pasillo vacío y mío. Y una sonrisa llena mi rostro.

martes, 15 de junio de 2010

Sobre cristales rotos




Empezaron las primeras cuatro gotas de una lluvia ligera.
El asfalto estaba limpio al tiempo que ella bailaba sobre el frescor de la tarde.
Debajo del sirimiri, debajo del sirimiri.

La calle estaba desierta, los árboles quedos.
Sobre suelo mojado la sonrisa dibujada en el rostro.
Debajo del sirimiri, debajo del sirimiri.

Empezaron las primeras brisas de un atardecer tardío.
Los tonos naranjas se reflejaban en las gotas de la lluvia.
Debajo del sirimiri, debajo del sirimiri.

Escuchando la música que le devolvía la felicidad perdida.
Moviendo los pies al compás de los ritmos que desenfrenaban el corazón.
Debajo del sirimiri, debajo del sirimiri.

Giró la calle pero no la vio a tiempo.

Con los cascos puestos, no lo oyó.

Un grito en el silencio roto.

Quietud desamparada.

Desgarro en el alma.

Intermitente parpadeo.

Sobre el asfalto teñido de sangre, un cuerpo yace, unos pies cesan su baile.
Sobre cristales rotos... sobre cristales rotos...

jueves, 27 de mayo de 2010

El muro

Ladrillo a ladrillo se construye un muro.
Durante toda una vida.
¿Cómo pensar entonces en derruirlo en un instante?
Aun conjuntando todos los esfuerzos de que una dispusiera,
¿cómo atajar el tiempo en la demolición de ese muro?


Y la niña llora porque no puede pasar.
Y la anciana se impacienta por la lentitud de su juventud.

El ayer y el hoy ven barrado su paso en este muro.
Muro de futuro incierto.
Si sólo el aire ligero asoma desde el otro lado a través del diminuto agujero...
De esperanzas rotas, de deseos infructuosos.
Llora el alma atrapada tras los ladrillos de este eterno muro...

Mal sabor de boca.
Cadenas desencajadas.

lunes, 24 de mayo de 2010

El balancín

El viento estaba quedo.
El balancín se movía hacia arriba... hacia abajo...
No era necesaria ninguna fuerza que impulsara el balancín.
Hacia arriba... hacia abajo...
Hacia arriba... hacia abajo...
Y el viento estaba quedo.

lunes, 10 de mayo de 2010

Desencuentro

- Me gustaría poder disfrutar de un día tranquilamente para amarnos.
Y sus huellas se borraron de la blanca nieve por siempre.

sábado, 24 de abril de 2010

Del nacimiento de un adiós

Me suenan las tripas, me pica el culo y tengo la cabeza dando vueltas. Y sin embargo tras las montañas parece que el sol brilla. Esto debe ser lo que llaman resaca de una noche vacía de alcohol...
Mi cabeza está seca, los sesos están secos. Ahora recuerdo lo que ayer olvidé. ¡¡Menudas mamarrachas!! No se puede ir por la vida pisando los pies ajenos. Cuanto menos, podrían arrojar toda su tontería en la punta de sus dedos.
Música apestosa para un local lleno de humos indecentes. Olor a feromona... Demasiada olor a feromona. Y yo en medio de la pista intentando combinar dos pasos acertados: uno... dos... ¡¡Menos mal que todo ha quedado en un sueño borroso en mi memoria!!
¿O no?
No... su pérfida mirada aun la tengo clavada en mi nuca. ¡Y me duele, por cierto!
En fin, ya tengo una más para borrar de la larga lista de condenados. ¡¡Directamente al infierno, tú y tus hipocresías!


Y la canción sigue sonando en lo más profundo de los recuerdos... ni, no, ni, no, na...

jueves, 22 de abril de 2010

Diario de un Mago

Diario de un Mago. 22-4

Pondré hechos importantes que vayan sucediendo.

Si algún día alguien encontrara este diario, espero haga un uso adecuado.

Aquí en mi recóndito escondite donde casi nadie llega jamás, reflexiono sobre unas visitas que se repiten a menudo últimamente.
Viene a visitarme cada día a la misma hora: las 5.17. Elige casi siempre esta hora intempestiva aunque a veces, su presencia llega a horas muy dispares. Su abrazo me hace sentir vivo, pero sus repetidas “autoinvitaciones”, he de decir que comienzan a sobrepasarme. No, no es que no la quiera pues la amo ya que, sin ella, no habría conocido tantas cosas, no habría aprendido nada… Sus argumentos siempre son muy difíciles de rebatir y cuando encuentro algo de peso con que defender mi postura, suele sorprenderme con algo tan simple como demoledor. Sus brazos son alargados y cuando me envuelve casi puedo por mucho ruido que me rodee, oír como algo en mi alma se rompe. Ella acapara toda mi atención y nada más parece tener el peso que mi cabeza me grita que tiene. Todas las demás quedan a un lado cuando se presenta por sorpresa y toda su magnitud me hace empequeñecer de tal modo que cualquier cosa queda injustamente absorbida, cualquier hecho pasa cruelmente a un segundo plano por magnífico que sea o haya sido… y solo queda en mi ese eco de cristales rotos que indica que algo se ha roto en mi alma. Es omnipresente, se hace llamar Tristeza.

No parece haber hechizo que pueda con ella.

Mis últimos experimentos sólo han conseguido menguarla momentáneamente.

Sigo trabajando con ahínco en una poción que pueda funcionar.

viernes, 16 de abril de 2010

Mensaje en una botella

Buenos días, tardes, noches... a quien lo esté leyendo debo decirte que es posible que este mensaje no sea para ti, pero no deberías parar de leerlo porque es posible que sí lo sea.
Soy un naufrago, aunque no uno de esos. Veo llegar las olas: algunas altas, otras bajas, unas fuertes, otras suaves... a veces las evito, es lo mejor que puedo hacer... otras las saboreo y dejo que me envuelvan en su mágica espuma.
Naufragué hace... no recuerdo cuando pero eso, para ti querido amigo/a, no es relevante. Podría haber sido ayer o hace veinte años y la sensación, difícil de creer quizás, sería la misma.
Oteo el horizonte cada día esperando a veces que alguien llegue, otras que no llegue nadie. No creas que estoy solo, aunque a veces lo esté o lo sienta.
Me gusta sentarme a la orilla del mar y disfrutar de la sensación de sentirme muy pequeño. Parece que todos los problemas y demás empequeñecen ante la magnitud del mar. El mar. A veces trae magia para luego arrebatártela con una ola inmensa. Otras veces trae pesadillas que también acaba llevándose. Muchas cosas deja donde me encuentro, debo decir para ser justo, y me gustaría saber disfrutar más de todo lo que llega pero a veces no se hacerlo y es entonces cuando la marea suele arrebatarme algo y es entonces cuando me doy cuenta de que debí haberlo cuidado más... y me siento en la orilla observando el horizonte cada día, cada día, con la esperanza de que el mar me de una nueva oportunidad y me traiga de vuelta cosas que perdí... y me siento en la orilla con la esperanza de saber cuidar como se merece lo que un día me trajeron las olas... y me siento en la orilla tratando de aprender a disfrutar... y me siento en la orilla con miedo a que lo que llegue sea un barco que me saque de aquí.
A ti que no se quien eres pero que ya formas parte de mi vida o que, ¿quien sabe?, quizás ya me conoces... a ti mi buen amigo/a, gracias por leerme y comprender.

Viernes 16 de abril de 2010.

jueves, 8 de abril de 2010

Jueves, primer día de la semana

11:00
El despertador suena en una melodía que asciende lenta y pausadamente. Tejiendo aun los últimos hilos de los sueños, abro los ojos y desciendo de la factoría onírica. La luz de fuera se filtra por los resquicios de la ventana, a través de los agujeritos que perpetúan las persianas habidas y por haber. Y la habitación se cubre de una relativa claridad que me deja asegurarme que ciertamente la noche pasó y que despierto a la realidad de un nuevo día.

11:15
Finalmente decido levantarme de la cama y con gestos aun adormecidos retiro las sábanas, me re-coloco el pijama y calzo las zapatillas. Una vez en pie estiro todos y cada uno de los músculos que conforman mi cuerpo. Es un ejercicio con el que disfruto en los primeros momentos de cada día, tomando conciencia de los movimientos de estiramiento y contracción.

11:30
Al tiempo que el agua del té hierve en el cazo, enciendo el ordenador. Con relativa curiosidad me muevo por los diferentes confines de la internet global, navego por mi selección de feeds seleccionando aquellas noticias que en el día de hoy me apetecen leer, ajenas a las catástrofes que los mass media nos ponen por costumbre. De causalidad me topo con el post de un blog que da unos buenos días revigorizantes a este jueves corriente y común. Shared.

12:00
La taza del té humea a mi lado mientras sigo actualizando perfiles, respondiendo mensajes e interaccionando con el acrónico ciberespacio. Tomo dos sorbos de té y me aseguro de que efectivamente aun quema, para pasar inmediatamente a actualizar los últimos acontecimientos acaecidos en mis aulas virtuales: por dos veces reviso que mis compañeras de grupo no han contribuido con ninguna aportación para la entrega de este domingo.

12:30
Tomo el último sorbo del ya frío té de la mañana. Disfruto perdiendo tiempo (mejor llamarlo inversión) en poner a punto las aplicaciones del tan de moda Facebook. Acabo de enterarme que si las agregas a favoritos aparecen en el panel de la izquierda.

13:00
A vueltas con las noticias seleccionadas, compartiendo con el resto de los internautas que mantienen ciberlazos con mis perfiles. ¿Y qué dicen mis twitteros favoritos? Les espío desde el silencio de las palabras no tabuladas. Y finalmente tomo conciencia que en la lejanía de sus casas los tengo cerca, y el mundo sigue respirando.

14:00
Mi madre constituye la primera persona de carne y huesos con la interacciono en el día a día. A través de ella cobra sentido de nuevo el mundo fuera del ciberespacio. Y tras las ventanas se prolonga el movimiento del mundo vivo, de la gran ciudad de Barcelona. Vuelvo a estar aquí y ahora. Ya no es mañana ni estoy en Shangai.

15:30
Aunque accidentadamente, llegó la hora del adiós.
...y la veo alejarse, diminuta, allí en la calle.
Por primera vez soy yo la que la saludo desde el balcón y la que ella apresura el paso al tiempo que se gira de tanto en tanto para levantar la mano y volver a despedirse.

Y un beso se queda clavado en la esquina que definitivamente nos separa.

A mi hija

Querida hija,
estás a punto de iniciarte en el aprendizaje de la vida y he considerado oportuno transmitirte cuatro advertencias que quizás, y sólo quizás, puedan orientarte para estar a gusto en este mundo. Obviamente, no pretendo hacer de esto una lección de vida y sólo tú sabrás si hacer uso de mis advertencias es algo útil o fútil para ti.

En primer lugar quisiera advertirte de que el mundo está repleto de caminos que te proporcionarán diferentes formas de recorrerlo. Encontrarás caminos breves y caminos eternos, atajos y caminos laberínticos; caminos angostos, caminos llanos, caminos peligrosos, caminos ocultos; caminos...
Las posibilidades serán tantas como puedas alcanzar a imaginar, y las opciones de recorrer uno, otro, o todos siempre estará en tus pies. Y es que nadie más que tú tiene poder para decidir por ti tu camino; así pues, camina en libertad y sé dueña de ti misma.

Verás que para recorrer esos caminos sólo dispones de ti misma. A lo largo de la vida podrás encontrarte con personas que te acompañen parte del camino, personas que sencillamente se crucen contigo, personas que adelantes o te adelanten; personas... y a veces nadie.
Nadie excepto tú que siempre estarás contigo. Es entonces cuando volverás la mirada a ti, a tus pies, para cuidarlos y protegerlos, para comprenderlos, para amarlos; porque son ellos, tú, el bien más preciado que tendrás a lo largo de tu existencia.

Por muy fugaz que sea el tiempo que compartas con las personas que se crucen en tu vida, no olvides observar y aprender, pues en cada una de esas personas se esconde una sabiduría milenaria que puede serte de gran utilidad en tu proceso de caminar. Guarda los silencios con gran recelo, pues siempre es mejor ser amo de aquello que callas que esclavo de tus palabras. Y por encima de todo no juzgues, acepta y respeta al que tienes al lado, pues nunca sabes qué senderos le han conducido hasta ti.

Finalmente, quisiera advertirte además de que éste es un mundo en perpetua construcción que busca, como todo lo propio en el universo, su equilibrio. Verás en él leyes del bien que operan enfrentadas a las leyes del mal; ambas decantan la balanza en un infinito vaivén armonioso unas veces, abrupto otras tantas. Entonces recordarás que tú formas parte de este mundo y, por tanto, eres persona activa en su proceso de construcción: tu contribución puede ayudar a decantar la balanza hacia uno u otro lado. Sé siempre consciente de tus limitaciones y de tus virtudes y actúa de acuerdo con tus propias convicciones. Transforma.

Estas son las advertencias que una ciudadana del mundo puede darte en el día de hoy. Y sin embargo, espero que cuando leas esta carta seas lo suficientemente crítica para valorarla en su justa medida: como una opinión más que se suma a la de millones de personas que conformamos el hermoso puzzle del aquí y ahora.

martes, 6 de abril de 2010

Unas horas en la vida de alguien

- Espera, espera un poco -
Pero ya es inútil. La vida tal cual la he concebido hasta el día de hoy, está a punto de pasar a la historia. Una historia de esas a las que la gente no le da la menor importancia, es decir, tú pregunta por la calle sobre la historia de "Pepe". Lo primero que pasará es que te observarán con ojos escrutadores buscando en tu cara algún indicio de fiebre o locura transitoria, lo segundo, te preguntarán que quien coño es Pepe. Es normal, nadie tienen ni pajolera idea de quien soy, sin embargo no deja de ser curioso que la pregunta sea "¿quien es Pepe?" y no algo como "¿que le ha pasado?"..... si respondes algo como "es el hijo de la frutera" ... entonces parece que ya es alguien más cercano y por ende, su paso por la vida ya es algo que empieza a interesar... pero en fin, no quiero liarme. Yo soy Pepe.
La veo alejarse y me pregunto cuantas cosas se van con ella... cuando las respuestas empiezan a hacer cola en mi cabeza y prácticamente escucho el sonido de la máquina dispensadora de números otorgando tanda a cada una de ellas, decido tirar al alza y pensar que más de la mitad de mi vida se está marchando. Sé que se marchan muchas cosas porque antes notaba dentro de mí un "lleno" que ahora dista mucho de estarlo.
Ya en casa sigo preguntándome si se va algo más que no he contemplado. Doy vueltas y vueltas pasillo arriba y abajo buscando algo desconocido que de pronto me urge encontrar. No sé que es, no tengo ni idea, pero sé que es realmente importante que encuentre lo que busco. Los nervios comienzan a devorarme como pirañas, la tristeza me abraza estrangulándome entre sus suaves dedos...
- ¿Donde está?-
Casi suplico, pero es que ni tan solo se dónde buscar porque no sé lo que busco. ¿Has tenido alguna vez esa sensación?
Corro hacia el baño y me lavo la cara repetidas veces tratando de recuperar un control que se lleva el viento. Alzo la cabeza y mi corazón se relaja en una pausa tensa. Ante mi, el espejo me habla de un dolor al que creí no sabría nunca poner una imagen. Miro a los ojos de mi "yo" y espero dándome cuenta de algo que me aterra y me tranquiliza. Estoy aquí pero por los pelos, esta vez con ella, casi se van dos cosas: ella y yo.
El teléfono suena y la charla se alargará durante horas: ¿A ella le ha pasado lo mismo? ¿Es posible unirse tanto a alguien, a determinadas personas que luego todos somos lo mismo? ¿Un yo de grupo donde algo, el alma, el amor mutuo se entremezcla de manera que todos estamos entrelazados desde que sentimos ese amor por otra persona: amig@, amante, familia...?
Cuando cuelgo el teléfono todo está solucionado y no recuerdo lo que buscaba hace un rato... aunque ahora ya no me urge, no recuerdo si lo encontré... en fin. Buenas noches.

jueves, 1 de abril de 2010

Y te amaré mejor



Repican las herraduras en el asfalto del desierto.
Vuela el viento al son del cabello desbocado.
La luna pugna por esconderse en la fiesta de la noche.

Las sirenas danzan desorientadas en las profundidades de tu alma.

Y te amaré mejor.
Porque mucho y demasiado es un error.

Silencios ocultos tras el azul de la roca.
Palabras rotas flotando en el aire, suspendidas.
La música llena el vacío del espíritu alocado.

Las olas rompen en la línea del horizonte.

Y te amaré mejor.
Porque mucho y demasiado es un error.

Los castaños ya florecen en el mes último del otoño tardío.
La tierra se revuelve contra su amo incondicional.
Las flores esconden sus pétalos en la despedida del adiós.

El dragón exhala su último aliento de perdón.

Y te amaré mejor...

domingo, 14 de marzo de 2010

Del nacimiento

Me quedé dormido en el vientre de mi madre. Acurrucado en el calor, la paz, la tranquilidad de la inexistencia. No sufrí el paso a la vida. No sentí dolor. No lloré. Y una curiosidad me invadió todo mi ser. Fue entonces cuando la vi. La sentí cerca. Me enamoré. Y deseé tocarla y darle todo mi cariño.

Nacemos en el seno del amor. Y endurecemos nuestros corazones con el paso de los días en un mundo cada vez más hostil. Luchamos en una continua batalla del afecto contra los despechos de los que nos rodean.

Hoy me balanceo en un columpio pensando en ese amor tan grande que me hizo desear la vida y olvidar todo lo que mi madre me ofrecía en las paredes de su útero. Y me invade una fuerza renovada por balancearme más alto y culminar los cielos.

Y ella se balancea en el columpio junto al mío. Sé que es ella. Jamás he podido borrar de mis recuerdos aquellos ojos rasgados. Jamás he podido olvidar el recuerdo de su aroma intenso, de sabor metálico y dulce. Me sorprende mirándola y no puedo evitar esbozar una sonrisa plena de deseo. Un deseo puro y limpio como los cielos claros. Sé que me reconoce y noto su rubor en las mejillas.

Dueños de nuestros destinos jugamos las cartas que la vida nos ofrece en mano. Esgrimimos las estrategias más impensables para retorcer nuestro destino en nuestras manos. Jugamos a ser dioses y optamos por la victoria. Es entonces cuando la magia de la vida cobra todo su sentido y nos devuelve nuestros deseos más anhelados.

Dos almas unidas más allá de las fronteras del espacio y del tiempo. Quizás fue el destino, quizás fue dios, quizás fui yo. Hoy puedo abrazarla entre mis brazos y devolverle un trocito del calor de su futil fertilidad que el paso de los años ha borrado ya. A veces ríe, a veces llora. Y con su sonrisa llena todo mi corazón de una alegría indescriptible. Me siento dichoso a su lado. ¿Es esto lo que llaman felicidad?

Y viviremos en la eternidad del amor.

sábado, 13 de marzo de 2010

Vuelan

En la noche se borraron los recuerdos de aquel mal sabor de boca que me acompañaron en mis ensueños. Una urgencia imperiosa desde primeras horas de la mañana llamó a la puerta de casa. Nadie salió a recibirle, mas cuando desperté definitivamente por el sonido de los pajarillos posados en mi ventana supe que el sol hoy había venido a saludarnos. Y efusivamente.
No diré nada de los silencios guardados. No diré nada de los despechos brindados. Pero sí puedo decir que aunque la rueda del molino siga girando con ímpetu, las aguas son cristalinas y puras más allá de la tenue escarcha que cubre el paisaje. Detrás de las montañas las nubes han desaparecido hasta quién sabe cuando.
Y poco importa si aprieto los ojos y me concentro en el ahora. En un ligero sonido mi corazón grita de alegría. Y como un niño el día de reyes, me aferro a mi regalo y me niego a admitir que en unas cuantas horas comienza de nuevo la infructuosa carrera hacia la nada. ¡Qué más da si eso no importa! Soy el aquí y el ahora.
Y con la misma vitalidad con la que me ha recibido el nuevo día, lanzo un puñado de cartas al aire para quien las quiera coger. Son cartas vacías que deberán rellenarse con lo que uno más quiera. Buscando el anhelo en lo más profundo de sus pozos, algunos secos otros aun húmedos y fangosos de los tiempos que fueron.
¡¡Mirad como vuelan!!

viernes, 12 de marzo de 2010

Realidades

Miro a través de mi ventana virtual. Al final de los bytes puedo atisbar un ápice de tu vórtice. Te siento destruido, derrotado. Y sin pensarlo, pulso la secuencia de teclas que me llevan a darte el golpe final que debe dejarte definitivamente sin aliento. K.O.

El griterío del público cibernético irrumpe en el silencio de la sala dejando de fondo e crepitar del fuego en llamas. Deslizo la silla para apartarme de la mesa, escojo una de las múltiples botellas de agua que me sirven de compañía y doy un largo trago hasta sentirme inundada de oxígeno. Después, pierdo la mirada más allá de los cristales de mi ventana tangible.

Y sin embargo, ¿cuál es la real?

A través de ella visualizo un ligero pájaro que se acerca tímidamente a mi alféizar. Cierro los ojos tres veces intentando asegurarme de que no picotea el cristal para llamarme. Haciendo caso omiso de mi perplejidad, el pájaro desliza un sobre por debajo de la ventana. Es una carta sin remitente, puedo apreciar antes de hacer ningún ademán de cogerla.

Para cuando despierto de mi ensoñación el pájaro ya ha volado. Y sin embargo, la carta sigue allí. Aunque ahora dudo de si su presencia era anterior a la visita del ave.

Alargo la mano...
El fuego me chilla desde lo más profundo de su esencia.
Mis dedos rozan la carta...
Fuera azota el viento contra los árboles.
La cojo...
La acerco...
Y un aullido lejano rompe en mil pedazos lo que sujeto en mi mano, dejando miles de pedacitos de cristal esparcidos por el escritorio.

De aquella carta no quedó nada salvo el recuerdo incierto de lo que había pasado.

Mi ordenador emite un sonido estridente. Acaba de llegarme un correo electrónico. Despejando mi cabeza de los últimos acontecimientos, lo abro y lo leo. Es de mi buen amigo muerto. Es escueto, demasiado escueto...

En la carta encontrarás unas instrucciones para reunirte conmigo.

Tu ventana asoma desde la profundidad de una realidad virtual. Asomo mi nariz y veo que me estás invitando a otra partida. De acuerdo, parece que hoy quieres morir unas cuantas veces. Aceptar.

miércoles, 24 de febrero de 2010

La carta

Cuenta la historia que en lo más recóndito de un lugar completamente inaccesible, en las más lejanas alturas, en medio de un frío insoportable... vive un hombre. Un hombre viejo, tan viejo que observó como se extinguían los dinosaurios, contempló curioso como descubríamos el fuego, vio como se construían las pirámides, como... un hombre tan anciano que venció al tiempo y al espacio. Puede estar aquí y allí a la vez y puede vivir hoy y mañana al mismo tiempo. Pero esto, aunque curioso e insólito, no es lo que nos atañe y es que, cuentan las lenguas curiosas y sabias, ya que sin lo primero es casi imposible tener lo segundo, que quien haga llegarle un deseo, quien consiga transmitirle algo, lo que sea, le será concedido...

Puede estar en cualquier lugar, en cualquier año... pero este anciano solo puede comunicarse con alguien, bajo el techo que le cobija. Hoy, como cada día, sale de su cabaña limpia y ordenada, a imaginar el camino que lleva a él. Digo imaginar porque jamás ha existido un camino como tal. Pero a él le gusta ver en su mente como la gente se amontona, sonríe y corre dejando un rastro en la nieve que durará por siempre. Pero, dejadme ver, hoy sonríe y lleva algo en las manos, parece, parece... ¡una carta!.
- ¿Quien?- pregunta al viento mientras relee.
- ¿Quien?- repite esperando una respuesta que no llega.
Le gusta hablar sólo. Hace tanto que no puede hacerlo con alguien, que ha aprendido a escucharse y a pensar en voz alta.
- Hace unos días esto se coló por debajo de mi puerta.- Murmura con una sonrisa- Pero... ¿quien?- la respuesta no llega, él lo sabe, pero le gusta escucharse ya que la pregunta significa que alguien ha llegado hasta él y que ese alguien podría volver.
Niega con la cabeza con una enorme sonrisa y, este hombre que ha visto todo lo que se puede ver, sujeta el papel como el más preciado de los tesoros. Da media vuelta y abre la puerta que le lleva al interior de su humilde morada.
- Lo que me pide está hecho. Está hecho hoy, ayer, mañana... está hecho.- Se frota la barba y guarda el preciado papel en una pulcra y bonita cajita de madera. Antes de cerrarla lee en voz alta sin poder evitar que una lágrima recorra veloz su mejilla.
- "Que siempre haya ESPERANZA"- seca con las yemas de los dedos sus ojos llorosos- Como dije antes: Hoy, ayer y mañana, por siempre-

Dejemos al anciano descansar tranquilo fumando una pipa sentado en su sofá. Volveremos a verle pronto, a ver que tal le va.

Pudiera

Pudiera ser que el tiempo corriera en balde tras la huella de su silencio. Pudiera ser que el sol cesase su eterno caminar tras el rastro de la luna. Pudiera ser que los astros dejaran de girar y virar hacia nuevos rumbos conocidos. Pudiera ser que los vientos, las aguas y las tierras se calmasen en nuevo encendimiento. Pudiera ser que el fuego dejara de abrasar, que el hielo se deshiciera, que el agua no mutase...


Y, sin embargo, en la pobreza de mi entendimiento, siempre permanecerá ese vago recuerdo.

jueves, 18 de febrero de 2010

Locura

- ... si envías tan sólo un mensaje tienes premio seguro y para los cincuenta primeros, aseguramos un viaje de una semana con todos los gastos pagados a Paris y además la posibilidad de ganar sesenta mil euros...-
Marc pasaba las noches en vela viendo la televisión a causa de sus crecientes problemas para dormir. Sentado en el sofá cogió el móvil con celeridad y sus dedos, finos y rápidos, comenzaron a escribir caracteres a todo trapo. La familia dormía y, puesto que el concurso solo aceptaba un mensaje por celular, fue raudo a coger los móviles de sus dos hermanas así como los de sus padres. No le fue difícil con los de sus padres, que los dejaban siempre encendidos en el comedor para cualquier emergencia y respecto a los de sus hermanas... sus hermanas... Entró de puntillas en la habitación dónde dormían las gemelas y cuando se despertaron, puso como excusa estar buscando un cable para el ordenador. Entre sueños y algunos refunfuños, ellas se dieron la vuelta y prosiguieron durmiendo tras una última oleada de insultos. De vuelta al sofá, encendió los teléfonos de sus hermanas y se percató de que no sabía algo indispensable: el pin.
Había enviado tres sms sin recibir respuesta y estaba enfrascado en descifrar el número secreto de los dos móviles que tenía en las manos, cuando su teléfono sonó.
- ¡Mensaje!- gritó sin poder reprimirse. Las palabras decían así:
" ¡Enhorabuena, eres el ganador de una cubertería completa! ¡Si envías un sms con otro teléfono en el plazo de 2 minutos, obtendrás otro regalo seguro! sólo tienes que mandar la palabra clave..."
Con toda la velocidad de que fue capaz, cogió el teléfono de su padre y envió el mensaje. Al poco el móvil sonó y leyó:
"¡Enhorabuena, eres el ganador de un juego de maletas completo! ¡Sí envías un sms con otro teléfono en el plazo de 1 minuto, obtendrás otro regalo seguro! sólo tienes que mandar la palabra clave..."
Cogió el teléfono de su madre y mandó el mensaje con los datos requeridos. A los pocos segundos, sonó la melodía:
"¡Enhorabuena, eres el ganador de cinco abrigos de la marca...! ¡Sí envías un sms con otro teléfono en el plazo de 30 segundos, obtendrás el deseado viaje a París! sólo tienes que mandar la palabra clave..."
El corazón se le salía por la boca. Miró la pantalla del móvil de su hermana y de un salto se incorporó. Corrió a la habitación contando los segundos en voz alta.
- ¡Sil! ¡Sil! !dime tu pin! ¡Rápido, un viaje está en juego!-19,18,17,16- ¡Rápido!- zarandeó a Silvia del brazo.
Silvia y Sandra despertaron.
- ¿Que narices quieres?- 13,12,11
- ¡El pin! ¡Un viaje a Paris está en juego!-
- 3344- respondió Silvia. 9,8..
Tan rápido como pudo introduzco los números y dio gracias a Dios porque el móvil de su hermana fuera antiguo. Raudo tecleó la palabra y lo envió justo a tiempo. Sonó la melodía.
"¡¡Enhorabuena, eres el ganador de un viaje a París...! ¡Sí envías un sms con otro teléfono en el plazo de 20 segundos, obtendrás un nuevo regalo! sólo tienes que mandar la palabra clave..."
- ¡Sandra!-
- 3344-
- ¿El mismo?-
- Sí-
Introduzco el pin y de nuevo justo a tiempo envio el sms. Al poco el teléfono de Sandra sonó:
-¿Sí?- contesto Marc visiblemente nervioso.
- Buenas noches, llamo del concurso "un viaje para el mejor". ¿Con quien tengo el placer de hablar?-
- Marc-
- ¡Enhorabuena Marc! Estás a punto de ganar una cubertería, un juego de maletas, cinco abrigos, una semana en París... ¿Pero a que no sabes lo mejor?-
- Dime- dijo Marc con una sonrisa de oreja a oreja. Sandra y Silvia permanecían atentas a la cara de su hermano.
- Marc, en el último mensaje te prometimos un nuevo regalo ¿no es así?-
- Sí- respondió tragando saliva.
- Marc, ¡estás a punto de ganar todos esos regalos y además 60000 euros!-
- ¿60000?- preguntó sintiendo como el corazón escapaba por su boca. Sus hermanas se abrazaron como si estuvieran buscando una especie de fuerza mística capaz de llevar a Marc a conseguir tan ansiada cifra.
- Tan solo tienes que responder a una pregunta en los próximos diez segundos y todo será tuyo, ¿preparado?-
-...Sí- aunque no lo estaba.
- Venga ánimo que es muuuyyy fácil: ¿De que color llevo ahora el vestido?-
Marc se levantó de la cama y corrió al comedor tan rápido como le permitieron sus pies. Sus hermanas le siguieron tropezando la una con la otra al tratar de salir a la vez del cuarto.
- ¡Vamos Marc te quedan 5 segundos!-
Cuando llegaron al comedor, toda la alegría se tornó en incertidumbre. La presentadora tan sólo mostraba la cara en un, casi estremecedor, primer plano.
- ¡Di algo! ¡Recuerda que ha dicho "ahora"!- gritaron Silvia y Sandra al unísono.
- 3,2 - se regocijaba la presentadora.
- Azul- cerró los ojos Marc.
- ¿Qué?- contestó ella- No te he oído- por la televisión quedó claro que en plató tampoco se había escuchado nada, una interferencia había arruinado momentáneamente la respuesta.
- Venga, dime Marc-
- A...- le dio tiempo a responder.
Ante la mirada atónita de los tres hermanos, la presentadora se desplomó ante sus narices. De inmediato se precipitaron en escena varias personas dispuestas a socorrer a su compañera y la emisión se cortó de inmediato... El vestido era rojo.
A la hora, el programa contactó con Marc a través del móvil de Sandra, le pidieron sus datos personales y se citaron para formalizar todo el premio.
- ¿Como está ella?- preguntó Marc interesado sinceramente.
- ¿Ella? Te refieres a Susana, imagino... verás, ha sufrido un infarto y cuando llegamos al hospital ya era tarde-
- Vaya, cuanto lo siento- respondió avergonzándose un poco de su alegría en aquel momento.
- Pero tranquilo: tendrás tu merecido premio- hubo una pausa- Por cierto, Marc, por curiosidad ¿puedo hacerte una pregunta?-
- Dígame- respondió temeroso.
- ¿Que respondiste? se cruzó algo y no nos llegó tu respuesta-
Marc presa de una leve tristeza optó por ser sincero, pese a lo que podía pasar con respecto al premio.
- Azul - una interferencia hizo imposible que llegara la respuesta.
- ¿Cómo? se ha cortado-
- A...-
Pero un largo pitido intermitente dejó claro que la comunicación se había cortado definitivamente y Marc sintió un escalofrío recorriendo su columna. Al cabo de una media hora el teléfono volvió a sonar.
- ¿Marc?-
- Sí-
- Mira no se que pasa hoy, pero esto es de locos. A la persona con la que hablabas han tenido que llevársela de urgencias. Yo soy José.-
- ¿Se sabe como está?- preguntó Marc preocupado.
- Pues todavía no sabemos nada, salvo que es otro infarto. Disculpa un segundo- se escucharon voces de fondo- Tengo que dejarte pero como ya te habrán informado, no temas por tus premios.-
- Siento lo que ha pasado- dijo Marc sin reflejar ya ninguna alegría.
- No te preocupes, ¡ni que fuera culpa tuya!- se escuchó una voz de fondo apremiando- Oye, sólo una pregunta, por curiosidad ¿que color dijiste? Nos fue imposible entenderte-
- A...-hizo una pausa- Rojo- respondió al fin. Hubo una pausa al otro lado y los segundos que siguieron avanzaron muy despacio.
- Bien, muy bien- respondió José- Nos vemos pronto entonces y ¡enhorabuena!-
Marc colgó intercambiando una mirada con sus hermanas. Mañana casi con seguridad, todo se habrá olvidado y quedará el premio en el recuerdo así como en el presente, pero hoy en sus ojos ya no quedaba rastro de alegría...

miércoles, 17 de febrero de 2010

En blanco y negro

- No puedo más Pedro, no puedo más...- el teléfono comenzaba ya a molestar excesivamente su oreja así que lo cambió de mano y lo pasó a la otra- no hay salida, no la hay...-
- Bueno Juan, trata de calmarte, fúmate un cigarro tómate tu tiempo, piénsalo detenidamente-
- No se...- dijo Juan reprimiendo un llanto que amenazaba con salir de nuevo a la superficie.
- Hazme caso: túmbate un rato, ponte una peli, duerme un poco...-
- Sí, sí, haré eso. Gracias por estar siempre ahí, muchas graci...- fue incapaz de acabar la frase.
- De nada socio. Un abrazo muy fuerte y mucho ánimo-
- Hasta luego Pedro-
- Chao campeón-
Colgó el teléfono y lo dejo sobre la mesa frente a él. Ahora el silencio lo engullía todo hasta que el leve sonido del "tictac" del relojo de pared lo quebró. Cruzó los brazos sobre la mesa y hundió la cabeza en ellos. Sus hombros comenzaron a convulsionarse y el "tictac" del reloj fue vencido ahora por el llanto.
- Sólo quería un detalle, un gesto... algo-
Su voz sonó ahogada y levantó la cabeza secándose las lágrimas con las palmas de las manos. Encendió un cigarro y lo consumió con celeridad entre vaivenes de imágenes atravesando su mente con una sola protagonista: ella.
- Recapitulemos: cada vez más distante, cada vez más ausente, cuando está conmigo no está- sonrió con ironía- simplemente no está. Siempre tiene que irse pronto y cada vez nos vemos menos porque tiene "cosas que hacer"...- se levantó de la silla con determinación - Se ha terminado.
Se puso la chaqueta y se dio un último vistazo al espejo. Valoró la posibilidad de ir a lavarse la cara para "camuflar" las horas de llantos y tristeza, pero no lo hizo.
- Cuando antes haga esto mejor- se dijo apunto de romper a llorar de nuevo.
Caminando por la calle todo era como en aquellas películas antiguas que tanto le gustaban: todo era en blanco y negro. Los colores parecían haberse evaporado y la gente que pasaba junto a él, estaba tan lejos que ni tan sólo se percató de que Luis, uno de sus compañeros de trabajo, le saludaba a escasos metros de su situación.
- Hace meses que estamos así y mira como estoy: no puedo- dijo en voz baja secando sus ojos con las manos.
Pronto llegó al portal de Ainoha y para su sorpresa, no dudó a la hora de picar al timbre.
- ¿Sí? - habló una voz masculina a través del interfono. ¿Quien era? no le resultaba familiar.
- Soy Juan, vengo a ver a Ainoha- contestó notando como la señora tristeza parecía retirarse al ver aparecer a su vecina: la ira.
- Un segundo...-
- No puede ser- susurró.
- Sube-
Empujó la puerta apretando los puños y, muy a su pesar, notó como la tristeza remontaba la envestida inicial de la ira. Subió las escaleras recordando aquellos buenos momentos de hacía apenas unos meses. Tragó saliva cuando estuvo frente a la puerta, preguntándose que había pasado para llegar a la situación actual. Le abrió un chico alto, moreno, de ojos claros y una media sonrisa que Juan no sabía cuanto tiempo podría digerir.
- La "chiqui" está en el salón- comentó el desconocido, ahora sonriendo abiertamente.
Juano notó cerrarse su puño y correr la adrenalina por sus venas. Definitivamente iba a romperle la cara a aquel tipo, o si más no a intentarlo.
- Pasa Juan, estoy aquí- la voz llegó como de otro mundo ya muy lejano. Lanzó una última mirada al desconocido que hizo que la sonrisa desapareciera por completo de su rostro.
- ¡Ainoha! esto no puede ser, vengo a hablar contigo porqué...-
Ainoha salió de la estancia con aquella sonrisa capaz de congelar el tiempo. Sus ojos se apagaron al ver los de Juan.
- Pero ¿que te ha pasado car...?- comenzó a acercarse abriendo los brazos.
- ¡Déjame en paz, vengo a decirte que no aguanto más! ¡Mírame! ¡Mira en lo que me he convertido! y tú aquí tan tranquila con...- señaló atrás en dirección a la persona que le había abierto la puerta- y tú aquí con... dime ¿siempre era para estar con él?- preguntó echándose a llorar y rindiéndose ante el abrazo de Ainoha.
- Sí- dijo ella acariciándole el pelo. Juan trató de hablar, pero no pudo - ven Juan, ven conmigo- compartió una mirada de complicidad con el chico moreno y poco a poco fue llevando a Juan al salón.
- ¿Por qué Ainoha? ¿ Por qué me has hecho tanto daño? - dijo sin apartar la cara todavía enterrada en los hombros de ella.
- Mírame- dijo Ainoha empujándole con suavidad para despegarse de él.
- ¡No puedo! ¡no puedo mirarte! ¡debería irme cuanto antes!-
- Mírame-
- Tengo miedo de que me hagas más daño... si eso es posible- respondió Juan dándole la espalda sin acabar de creerse que no se hubiera marchado aún lanzando un sonoro puñetazo a la cara del chico desconocido.
- Mírame, abre los ojos-
- Quiero irme ya y no verte más Ainoha-
- Juan, por favor- su voz comenzó a titubear y las lágrimas comenzaron a aparecer en su cara- Mira...- la palabra se cortó por las lágrimas- por favor, por favor... -
Juan no puedo evitar sentir algo moverse en su alma cuando escuchó llorar a Ainoha y no pudo más que volverse. Tras ella, ahora arrodillada y con la cara enterrada entre las manos, contempló algo que hizo que todo volviera a teñirse de color. La estancia, bañada por esa nueva luz en su mirada, le mostró a Jorge una estatua. Sobre una columna de piedra diseñada para tal fin, una escultura de unos dos palmos de altura labrada en mármol, plasmaba a la perfección el mágico momento de un día ya lejano, en el que ambos sentados en un banco del parque, se habían conocido.
- Pero...- comenzó incapaz de encontrar las palabras.
- Me ha costado mucho hacerla y Miguel me ha ido guiando, era algo que quería hacer antes de preguntarte...- dijo alzando la mirada.
- Pero...-
- ¿Quiere casarte conmigo Juan?-
- Pero...- dijo Juan ayudando a incorporarse a Ainoha y mirándola a los ojos.
Miguel sonreía en un rincón pero fue la sonrisa de Ainoha cuando Juan la beso, la que provocó que la luz de su universo brillara aún más y logró hacer llegar a sus oídos a través de la ventana, la agradable melodía tocada por algún músico callejero que desde hacía rato estaba sonando abajo en la calle.