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sábado, 13 de marzo de 2010

Vuelan

En la noche se borraron los recuerdos de aquel mal sabor de boca que me acompañaron en mis ensueños. Una urgencia imperiosa desde primeras horas de la mañana llamó a la puerta de casa. Nadie salió a recibirle, mas cuando desperté definitivamente por el sonido de los pajarillos posados en mi ventana supe que el sol hoy había venido a saludarnos. Y efusivamente.
No diré nada de los silencios guardados. No diré nada de los despechos brindados. Pero sí puedo decir que aunque la rueda del molino siga girando con ímpetu, las aguas son cristalinas y puras más allá de la tenue escarcha que cubre el paisaje. Detrás de las montañas las nubes han desaparecido hasta quién sabe cuando.
Y poco importa si aprieto los ojos y me concentro en el ahora. En un ligero sonido mi corazón grita de alegría. Y como un niño el día de reyes, me aferro a mi regalo y me niego a admitir que en unas cuantas horas comienza de nuevo la infructuosa carrera hacia la nada. ¡Qué más da si eso no importa! Soy el aquí y el ahora.
Y con la misma vitalidad con la que me ha recibido el nuevo día, lanzo un puñado de cartas al aire para quien las quiera coger. Son cartas vacías que deberán rellenarse con lo que uno más quiera. Buscando el anhelo en lo más profundo de sus pozos, algunos secos otros aun húmedos y fangosos de los tiempos que fueron.
¡¡Mirad como vuelan!!

1 comentario:

  1. Ahora es siempre un buen momento para vivirlo, de hecho, creo que es el mejor momento. Los demás no tienen tanto sabor.

    Carpe diem.

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