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jueves, 8 de abril de 2010

Jueves, primer día de la semana

11:00
El despertador suena en una melodía que asciende lenta y pausadamente. Tejiendo aun los últimos hilos de los sueños, abro los ojos y desciendo de la factoría onírica. La luz de fuera se filtra por los resquicios de la ventana, a través de los agujeritos que perpetúan las persianas habidas y por haber. Y la habitación se cubre de una relativa claridad que me deja asegurarme que ciertamente la noche pasó y que despierto a la realidad de un nuevo día.

11:15
Finalmente decido levantarme de la cama y con gestos aun adormecidos retiro las sábanas, me re-coloco el pijama y calzo las zapatillas. Una vez en pie estiro todos y cada uno de los músculos que conforman mi cuerpo. Es un ejercicio con el que disfruto en los primeros momentos de cada día, tomando conciencia de los movimientos de estiramiento y contracción.

11:30
Al tiempo que el agua del té hierve en el cazo, enciendo el ordenador. Con relativa curiosidad me muevo por los diferentes confines de la internet global, navego por mi selección de feeds seleccionando aquellas noticias que en el día de hoy me apetecen leer, ajenas a las catástrofes que los mass media nos ponen por costumbre. De causalidad me topo con el post de un blog que da unos buenos días revigorizantes a este jueves corriente y común. Shared.

12:00
La taza del té humea a mi lado mientras sigo actualizando perfiles, respondiendo mensajes e interaccionando con el acrónico ciberespacio. Tomo dos sorbos de té y me aseguro de que efectivamente aun quema, para pasar inmediatamente a actualizar los últimos acontecimientos acaecidos en mis aulas virtuales: por dos veces reviso que mis compañeras de grupo no han contribuido con ninguna aportación para la entrega de este domingo.

12:30
Tomo el último sorbo del ya frío té de la mañana. Disfruto perdiendo tiempo (mejor llamarlo inversión) en poner a punto las aplicaciones del tan de moda Facebook. Acabo de enterarme que si las agregas a favoritos aparecen en el panel de la izquierda.

13:00
A vueltas con las noticias seleccionadas, compartiendo con el resto de los internautas que mantienen ciberlazos con mis perfiles. ¿Y qué dicen mis twitteros favoritos? Les espío desde el silencio de las palabras no tabuladas. Y finalmente tomo conciencia que en la lejanía de sus casas los tengo cerca, y el mundo sigue respirando.

14:00
Mi madre constituye la primera persona de carne y huesos con la interacciono en el día a día. A través de ella cobra sentido de nuevo el mundo fuera del ciberespacio. Y tras las ventanas se prolonga el movimiento del mundo vivo, de la gran ciudad de Barcelona. Vuelvo a estar aquí y ahora. Ya no es mañana ni estoy en Shangai.

15:30
Aunque accidentadamente, llegó la hora del adiós.
...y la veo alejarse, diminuta, allí en la calle.
Por primera vez soy yo la que la saludo desde el balcón y la que ella apresura el paso al tiempo que se gira de tanto en tanto para levantar la mano y volver a despedirse.

Y un beso se queda clavado en la esquina que definitivamente nos separa.

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