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sábado, 24 de abril de 2010

Del nacimiento de un adiós

Me suenan las tripas, me pica el culo y tengo la cabeza dando vueltas. Y sin embargo tras las montañas parece que el sol brilla. Esto debe ser lo que llaman resaca de una noche vacía de alcohol...
Mi cabeza está seca, los sesos están secos. Ahora recuerdo lo que ayer olvidé. ¡¡Menudas mamarrachas!! No se puede ir por la vida pisando los pies ajenos. Cuanto menos, podrían arrojar toda su tontería en la punta de sus dedos.
Música apestosa para un local lleno de humos indecentes. Olor a feromona... Demasiada olor a feromona. Y yo en medio de la pista intentando combinar dos pasos acertados: uno... dos... ¡¡Menos mal que todo ha quedado en un sueño borroso en mi memoria!!
¿O no?
No... su pérfida mirada aun la tengo clavada en mi nuca. ¡Y me duele, por cierto!
En fin, ya tengo una más para borrar de la larga lista de condenados. ¡¡Directamente al infierno, tú y tus hipocresías!


Y la canción sigue sonando en lo más profundo de los recuerdos... ni, no, ni, no, na...

1 comentario:

  1. Una mala noche la tiene cualquiera, y de noches cualesquiera anda la vida llena, por suerte, la memoria no se procupa de haceles mucho sitio, y al cabo de un tiempo desaparecen o se fusionan con otras tantas para pasar a ser solo una despreciable neblina.

    Consejo, usa capa a lo dracula, ideal para salvaguardar la nuca de miradas indeseadaas :-P

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