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lunes, 19 de julio de 2010

Espejos rotos

Gritos silenciosos en medio de la noche. Sé perfectamente que te has puesto una venda para no verme, para no oírme. Invisible, etérea me arrastro por la ciudad repleta de gente. Y sueño con el día en que todos esos desconocidos me hagan un coro para jugar al corro de la patata.
Triste en medio de la soledad, sólo me queda el vacío inmenso de los recuerdos amargos. Ni una gota de luz, ni un ápice de aire que llene de algo mis pulmones. Nada. Como ayer, como anteayer, como el primer día. Nada.

Callar, reprimir, llorar, aguantar, esperar. Silencio.

Sola en mi mundo de sueños donde sí puedo ser alguien. Sola en mis fantasías que me alejan otro poco más de este mundo que se esfuerza por echarme. La vida se ríe de mí a través del único mensaje de publicidad que me despierta de la irrealidad.
Vuelvo a mirar el hilo del que cuelgo. En el intento de no moverme para no caer en un abismo más profundo, me limito a gritar en silencio con la esperanza desvanecida de que alguien quiera escuchar ese dolor. Y vuelvo a lo de siempre: quizás algún día me roce la lotería con su suerte.
Quizás...

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