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miércoles, 24 de febrero de 2010

La carta

Cuenta la historia que en lo más recóndito de un lugar completamente inaccesible, en las más lejanas alturas, en medio de un frío insoportable... vive un hombre. Un hombre viejo, tan viejo que observó como se extinguían los dinosaurios, contempló curioso como descubríamos el fuego, vio como se construían las pirámides, como... un hombre tan anciano que venció al tiempo y al espacio. Puede estar aquí y allí a la vez y puede vivir hoy y mañana al mismo tiempo. Pero esto, aunque curioso e insólito, no es lo que nos atañe y es que, cuentan las lenguas curiosas y sabias, ya que sin lo primero es casi imposible tener lo segundo, que quien haga llegarle un deseo, quien consiga transmitirle algo, lo que sea, le será concedido...

Puede estar en cualquier lugar, en cualquier año... pero este anciano solo puede comunicarse con alguien, bajo el techo que le cobija. Hoy, como cada día, sale de su cabaña limpia y ordenada, a imaginar el camino que lleva a él. Digo imaginar porque jamás ha existido un camino como tal. Pero a él le gusta ver en su mente como la gente se amontona, sonríe y corre dejando un rastro en la nieve que durará por siempre. Pero, dejadme ver, hoy sonríe y lleva algo en las manos, parece, parece... ¡una carta!.
- ¿Quien?- pregunta al viento mientras relee.
- ¿Quien?- repite esperando una respuesta que no llega.
Le gusta hablar sólo. Hace tanto que no puede hacerlo con alguien, que ha aprendido a escucharse y a pensar en voz alta.
- Hace unos días esto se coló por debajo de mi puerta.- Murmura con una sonrisa- Pero... ¿quien?- la respuesta no llega, él lo sabe, pero le gusta escucharse ya que la pregunta significa que alguien ha llegado hasta él y que ese alguien podría volver.
Niega con la cabeza con una enorme sonrisa y, este hombre que ha visto todo lo que se puede ver, sujeta el papel como el más preciado de los tesoros. Da media vuelta y abre la puerta que le lleva al interior de su humilde morada.
- Lo que me pide está hecho. Está hecho hoy, ayer, mañana... está hecho.- Se frota la barba y guarda el preciado papel en una pulcra y bonita cajita de madera. Antes de cerrarla lee en voz alta sin poder evitar que una lágrima recorra veloz su mejilla.
- "Que siempre haya ESPERANZA"- seca con las yemas de los dedos sus ojos llorosos- Como dije antes: Hoy, ayer y mañana, por siempre-

Dejemos al anciano descansar tranquilo fumando una pipa sentado en su sofá. Volveremos a verle pronto, a ver que tal le va.

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