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sábado, 16 de mayo de 2009

El caballero

Érase una vez...
...un caballero feo. De hecho el caballero más feo del reino.

Tal caballero gozaba de buena reputación, no obstante, entre la población femenina a lo largo y ancho del próspero reino. Su secreto residía en la generosidad y la capacidad de amar incondicionalmente.
Un día el caballero, regresando de una cruzada, se topó con una joven dama tan hermosa como grosera y desconsiderada. La llamaban Bestia pues gozaba de fama "reinobajera".
Sin saberse cómo el caballero se enamoró de Bestia perdidamente, entregándole todo su amor y su vida. Interesadamente Bestia aprovechó la ocasión para hacerse un hueco entre las altas clases (pues en el próspero reino los caballeros disponían de muy buena posición) y disfrutar de todas las riquezas que su tonto enamorado pudiera regalarle.
Quiso la fortuna interceder obligando al caballero a partir a una cruzada que ya se avecinaba larga. Con enorme tristeza marchóse y enfrentóse a temibles molinos de viento, gigantes y demás seres fantásticos. El aburrimiento y el desenfreno corrieron también su suerte de tal forma que finalmente Bestia quisiera abandonar tan acomodados aposentos para irse a vivir con un sastre de muy buen ver.
El tiempo pasó y el caballero regresó al aún más próspero reino, de nuevo con la victoria bajo el brazo en forma de viejo y usado pergamino. Su corazón se entristeció severamente al ver el vacío de su hogar.
Más tiempo pasó hasta que quisiera la fortuna reencontrar al caballero y a Bestia. Sin embargo, algo había cambiado: Bestia no era tan hermosa como antaño (pues lo años no habían pasado en balde) y sin embargo gozaba de un esplendor mucho mayor; había transformado su enano corazón en un templo de sabiduría, amor y generosidad. Por el contrario, el caballero se había corrompido cayendo en la desidia, el egoísmo y toda suerte de desventuras para su corazón; en realidad, su corazón había muerto en la última gran cruzada, sin ser consciente, sin dar cuenta de ello...
Enamorada, Bestia que ahora era llamada Bella, volvió al hogar del caballero. Confiada se dispuso a recompensar con creces todo el desagravio que un día pudiera hacerle y entregóse en cuerpo y alma a la relación, cargada de ilusiones, cargada de esperanzas. Al fin podría construir algo hermoso, crear un proyecto de vida estable en el que sentir y dar amor. Su corazón empezaba a sentir la paz que todos esos pensamientos le proporcionaban.
Pero el caballero se había convertido en un monstruo, un monstruo horrible en ese próspero reino. Con su espada cortó todos los hilos de ilusiones que Bella había tejido entre los dos y, amenazante, despachó cruelmente a la dama que con tanto amor se había entregado, asegurándose antes de cortar toda posibilidad de nueva esperanza.
Usada, el caballero expulsó a la dama de su hogar, dejándola llorosa y dolida en el suelo. Sin piedad cerró la puerta tras de sí, y encerróse en un olvido y una ermitañería infinitas. Nunca más quiso saber de Bella quien maltrecha se arrastró hasta su casa para curarse las heridas.

Dicen que el tiempo lo cura todo y, sin embargo, ¡qué frágil es el amor y la generosidad contra el tiempo y la distancia!

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho el cuento, perooo.... ¿para cuando un libro?...jeje!!.
    Cuanto habrá de ti en este escrito...

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  2. ¿Qué cruel reflejo de la realidad no? El hombre de joven...busca la gloria. La mujer riqueza y posición. Ambos aprenden la verdad de la vida. Pero la mujer se dulcifica y el hombre se pudre en el camino. Estamos condenados a no entendernos, si somos ciegos para no ver lo que la vida esconde.

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