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jueves, 15 de octubre de 2009

Aquí y ahora



Es cierto. Para cuando te quieres dar cuenta el tiempo ha volado alto y lejos. Por mucho que alargues las manos, por mucho que extiendas los brazos, por mucho que te pongas de puntillas y estires todo tu cuerpo. Por mucho que hagas... el tiempo se ha ido.
Apenas hace dos días suspiraba con una sonrisa en los labios. Hoy camino cabizbaja por la misma calle de cada año. No puedo evitar mirar la punta de mis botas de montaña roídas por aquel tiempo que ya marchó. ¿Dónde quedaron? ¿A dónde se fueron?
La noche respira la tranquilidad usual. Las luces me miran fijamente pero no las veo; pasan desapercibidas en mi mente despistada. ¿Qué piensas? ¿Qué sientes? No puedo evitar responderme alzando los hombros. La lluvia resbala.
El autobús se detiene un centímetro de mi cuerpo más allá. Retrocedo unos pasos y busco a ver qué encuentro. Nada. Silencio. Sé que estás ahí... sé que quieres que me muestre... sé que quieres salir. No puedes... no debes... Silencio. El tiempo ya se fue.
¡Qué pequeños somos en este mundo tan enano! ¿Cómo recuperar un ayer que ya ha pasado? ¿Cómo centrarme en un presente tan cansado? ¿Cómo mirar hacia adelante con los ojos cerrados? Mundos y cabezas fragmentados.

Fragmentación espacial, fragmentación social, fragmentación espiritual, fragmentación fragmentada. Fragmentación rota en mil fragmentos.

El barrendero hace su ruta por las calles desiertas.
La última señora de la noche es tragada por la oscuridad de un callejón vacío.
Los gatos corren a sus refugios con el ron debajo de las patas.
Los lobos maúllan a lo lejos en un tono monótono y reiterativo.

Fragmentación...

En la puerta de casa hacen cola las palabras. Una tras otras esperan que la puerta se abra y poder entrar en el calor del hogar. ¡No! La regadora sirve el agua a las plantas que se abren sedientas de hambre. ¿Cuál es el arte? ¿Por qué todo esto?
¿A mí me lo preguntas? Pregúntaselo al sabio que una vez fue tu vecino. ¿Recuerdas? No sé de quien me hablas. Ni caso... lagunas en medio del desierto. ¿Qué podemos esperar? Ya te lo había advertido. Necesitas tiempo... ¿El que se fue?

Equilibristas en la cuerda floja. Alpinista en el Everest. Buzos en las fosas marítimas. Paso la escobilla del limpiaparabrisas y todos desaparecen: cuerda, Everest y fosas vacías. Coloco las últimas camisetas en el armario. No caben... no caben.

Las notas revolotean en mi nariz. Siento las cosquillas y me sacan de mis sueños. Vuelve el atardecer. ¡Buf! Por un momento pensé que todo era real...