Nube de etiquetas

lunes, 4 de abril de 2011

La ciudad

Como otro día cualquiera cogí el lápiz y la regla e, inclinando mi cuerpo sobre la mesa, empecé a rasgar líneas sobre el papel de dibujo.
En pocos minutos ya había diseñado una nueva ciudad de blancos y altos edificios, simétricos e idénticos. El sol se colaba por las anchas avenidas con verdes ramblas centrales.
Orgullosa, alcé la lámina y contemplé maravillada la belleza de mi creación. Y así fue como unos breves segundos más tarde saltó de la lámina un habitante, seguido por otro, y otro, y otro, y otro...
La lámina de dibujo cada vez era más pesada, pues a los habitantes que empezaban a saltar y a pasear por las verdes avenidas les siguieron los coches, las motos y los camiones a escala.
El bullicio, el ruido, la multitud empezaron a cobrarse cara mi creación. Llenaron de humo el sol radiante, que se escondió permanentemente tras unas nubes ácidas.
¡Qué decir tiene la tristeza que me embargó saber mi arte tan profanado!
Como entonces en el pasado, volví a descubrir que es mejor jugar con las muñecas de trapo. Ellas nunca cobran vida si no es en una película de ficción.
- ¿Verdad, Shally? -le pregunté a la muñeca que reposaba sobre mi cama al tiempo que rompía en multitud de pedazos la lámina.
- Cierto, ama.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué te ha parecido? Déjame tu comentario: