El patio está desierto, pues los niños ya están en sus rutinas en las aulas. El otoño proclama el frío inminente, barriendo con renovada fuerza las hojas del suelo. Y la fuente continua su incesante chorreteo, estancada el agua por las hojas acumuladas en el desagüe.
No... el patio no está solo. Una madre queda en la pared norte, junto a la puerta de acceso a la escuela. Con el gesto inmóvil y pálido, la mirada perdida hacia los grandes ventanales de las aulas que asoman al patio.
Su pequeño... su pequeño...
¿Cuánto tiempo ha pasado desde que lo dejara en aquella cesta a la puerta de unos desconocidos?
Tierno y triste. Qué bien pintas las escena. Aunque esta vez te dejo una pequeña crítica. La redundancia de "aquella/aquellos" en la última frase (si no es intencionada), creo que rompe un poco el ritmo. Ná más.
ResponderEliminarSaludos
¡¡Cierto!! Gracias por tu correción, Uno. Te debo Una ;)
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