Nube de etiquetas

domingo, 15 de junio de 2008

Ciclo de agradecimientos: PARA JESU

Dos almas vuelan juntas.

Estaba sola en un rincón del planeta, en un rincón de su casa; lloraba desconsoladamente.
Katty siempre lloraba desconsoladamente cuando no estaba riendo. Y era esta una faceta que gustaba de hacer sola, pues le atemorizaba la sola idea de que su llanto desconsolado no pudiera gustarle a los que la rodeaban. Tal era el punto de temor a mostrarse en su pequeña debilidad que si alguien la cazaba en tal estado Katty la borraba automáticamente de su lista de amistades.
De tal forma era que Katty lloraba desconsoladamente: en un rincón oscuro y vacío de su casa, no importaba cuál, la mirada perdida en el infinito, quieta, inmóvil... envuelta de silencio, de ausencia... sola.

Imperceptiblemente, como sólo puede suceder en un cuento ficticio, dos brazos la rodearon provocando una convulsión en el interior de Katty. De repente el silencio se detuvo y durante el tiempo que dura la perplejidad de lo inesperado Katty cesó su llanto.

¿De dónde...? ¿Cómo...? ¿Quién...?

No se giró para darse respuestas pues la calidez inundó toda pregunta haciéndolas carecer de completo sentido.
Rompió de nuevo a llorar en silencio; sin embargo, la melodía de esta nueva tristeza estaba bañada de una nueva nota de color y calor. Y fue que poco a poco aquellos brazos que la rodeaban empezaron a cobrar vida, y tras ellos se dibujó un cuerpo y finalmente un alma; y ésta empezó también a convulsionarse en un llanto de compañía.
Katty ya no lloraba sola pues aquella alma se había sumado al ritmo de su melodía. Dos ángeles armoniados entonando al unísono las mismas notas, un canto celestial.

Aquel día Katty murió y nació y pese a que con el paso del tiempo los brazos perecieron jamás volvió a llorar sola...

Dos almas vuelan juntas.