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jueves, 17 de julio de 2008

Conversaciones con un albornoz

- ¿Y bien?
- De acuerdo, no te vayas a pensar que nada de lo que he de decirte tiene la más mínima relación con el hecho de que ayer estuviera con mi prima. Desde luego que no lo tiene... Podría decirte incluso que el tiempo que hablamos de ti no superó los cinco minutos, tiempo suficiente en el que me limité a expresarle como me sentía justo antes de dejar de sentir como me sentía... ¿Que por qué? No quería enredar más, estoy cansada de rallarme y de darle tantas vueltas a las cosas; por eso me limité a decirle que había vuelto a recobrar la ilusión del viernes anterior porque no quería volver a insistir con la misma historia. La verdad es que llevo mucho tiempo rallándome. Me rallé durante más de un año, desde el principio, por el tema de Susane. Y me estoy rallando contigo ahora... Me ralla tener que rallarme constantemente por las cosas. Así que no te vayas a imaginar que esto tiene algo que ver con el hecho de aque ayer estuviera con mi prima. Simplemente estoy cansada de joderla.

Son las 17:35 de un día cualquiera. He vuelto a quedarme embobada en una de esas conversaciones que sólo están en mi cabeza. El discurso suena igual de ocurrente que las otras tantas veces. Siempre me pasa lo mismo: me pierdo en conversaciones eternas que nunca se llegan a materializar. Si fuera por mis conversaciones mi vida iría mucho mejor: en mi cabeza las palabras siempre suenan acertadas y siempre dicen precisamente lo que quieren decir, sin más añadidos y sin carencias de ningún tipo. Lo triste es que nunca llegan a lucirse en la vida real, todo queda subjuntivamente imaginado...

Una clase, un granizado. Mi médico personal me ha prohibido la cerveza; dice que no le sienta nada bien a mi estado actual. La verdad es que me tomé las cervezas como una moda y no creo que me cueste dejarlas aunque es difícil encontrar con qué sustituirlas. La cerveza es algo práctico y cómodo que algunos incluso incorporan en una estricta dieta (la hacen llamar la dieta del kiwi... ¿te suena?). Mi médico personal tiene este tipo de detalles prácticos: un día te dice que no tomes cerveza, otro que ya está bien de tantas bolsas-basura de patatas, ganchitos y demás... Pero nunca tiene una solución para el eterno problema de las palabras:

- Doctor, doctor... las palabras se me aturullan en la garganta. Puedo haber planeado a la perfección, al detalle, lo que quiero decir pero en cuanto mi pensamiento empieza a andar hacia la boca acaba conviertiéndose en un cocktail incomprensible. Literalmente se me olvida qué es lo que quería decir... "¿Cuál era el orden? ¡¡Hasta hace un momento lo tenía claro!! Se me ha olvidado...".

Vivo convencida de que acabaré con Alzheimer. Por el simple hecho de estar convencida, acabaré con Alzheimer. Tanto da, el pez que se muerde la cola... Hoy se lo decía a mi buen amigo Rob:

- Ah... He tomado la firme decisión de que los males de amores no serán la causa de que mi vida finalice (o lo que es lo mismo, me niego a morir por amor) así que he decidido que sea el Alzheimer quien se encargue de la situación en mi última hora.

Hablamos de la muerte con frivolidad... y eso no gusta nada a los muertos. Ellos me lo dicen a todas horas. "Cierra el pico de una vez niña o te las verás con nosotros". No se debe hablar de la muerte, no está bien visto. La muerte nos hace sufrir, la de los otros y la nuestra propia. Pero algunos desean morir. ¿Yo deseo morir?

- Mira, te lo voy a decir claro. Son las 22:15 y no me queda mucho tiempo. Ya te lo he dicho, una y otra vez. ¿Por qué hay que repetirte siempre tanto las cosas? Es probable que eso fuera encantador antes pero ahora resulta ser un rollo. No quiero pasarme la vida repitiendo las cosas. Detesto repetirme... Por eso dejé de decirle a mi prima que las cosas volvían a ir mal en mi cabeza: porque no quería repetirme. ¿Entiendes?

Mi padre se fue hace 4 años y medio. Dijo que volvería pronto el muy cabrón pero el tío sabía donde se metía. Se lo repetimos una y otra vez. En realidad, se lo repitieron... porque yo andaba demasiado ensimismada mirándome el ombligo. A fin de cuentas llevaba 2 años igual con la misma cantinela y empezaba a ser aburrido. Por eso decidí simplemente pasar de su cara. No da gusto estar siempre viendo lo mismo, cada mañana, igual de deprimente. La vida está para disfrutarla; eso decía siempre él, ¿no? Pues eso. ¿Qué culpa puedes albergar de hacer exactamente lo que te han enseñado? Ninguna. Y por eso me entretenía en mirarme el ombligo en lugar de cuidarle. Siempre he sido un desastre para los demás... porque nunca me ha importado realmente nadie.
Ahora he perfeccionado ese egocentrismo en una versión más moderna. La autojustificación queda sembrada cuando te llenas la boca de palabras como "crecimiento personal". No hay mejor combinación para hablar de ti una y otra vez (cuantas veces quieras) sin que te miren con esa cara de "ya está bien por hoy de hablar todo el rato de ti, ¿no? Me aburres con tanta historia. Siempre es lo mismo"... Pues sí que es aburrido, sí. Aburridísimo. No sé como no me envío a la mierda y me libro de mis constantes agonías reiterativas.
A fin de cuentas, nunca llegué a ser lesbiana. Ni tenía la más mínima intención, siento decepcionarte. Pero esta es otra historia que no viene a cuento...

- Mira chico, no pretendo hacer de esto algo realmente importante. Simplemente tengo la cabeza hecha un lío. Eres un gran tipo y me atraes tremendamente pero me dejé los condones en no recuerdo qué habitación de no sé qué hotel y es tarde para salir a comprar. Deberías estar acostumbrado a recibir un no por respuesta. Es algo que se me da tremendamente bien. Y algún día encontraré más formas de decir que no tengo ganas de abrirme de patas ante el primer bicho que se me cruce por delante. ¿Entiendes?