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jueves, 24 de enero de 2008

Los hijos

-¿Y quién cree en el amor?- le pregunté a Dios -Has muerto en la Tierra y ya no creemos en ti porque nos dejaste abandonados a nuestra suerte, a tus hijos, dejaste de amarnos... ¿y ahora me hablas de amor? ¿Quién cree en el amor?- insistí.
-No comprendéis los verdaderos designios de vuestro Creador. No comprendéis la Creación ni la Naturaleza. Vosotros sois mis hijos y os amo, pero será vuestro sufrimiento quien os haga llegar hasta mi- respondió Dios.
-¿Sufrimiento? ¿Acaso te niegas a ver el sufrimiento que azota nuestra Tierra? Cada día fallecen miles de personas allá abajo; el Sheol está plagado de almas que sufrirán eternamente indignadas por tu abandono... ¡¡Tú nos abandonaste!!
-Mediante el sufrimiento comprendereís la obra de Dios, vuestro Creador, y os redimiréis. Mediante el sufrimiento alcanzaréis la luz de Dios que se hizo hombre y pereció por vosotros. Mediante el sufrimiento alcanzaréis el cielo y la gloria eterna, y amaréis eternamente porque el amor lo es todo...
-"Amáos los unos a los otros como yo os he amado, pues ese es mi deseo". Conozco las Sagradas Escrituras, pero no hablo por mi mismo si te digo que te has convertido en un ser despreciable, injusto y que te equivocas al condenarnos al sufrimiento eterno. Nos has confundido con tu muerte y resurección y ahora somos tus Hijos los que te abandonamos a ti. Ya no creemos en Dios y por los siglos de los siglos has muerto para nosotros. Dejaste a tu rebaño sin pastor y las ovejas han encontrado la forma de autoguiarse hacia a Luz. Se nos abrirán las puertas del cielo sin tu permiso porque hemos hallado el camino. Hemos aprendido a amarnos a nuestra manera...
***
Mientras tanto, en la Tierra, era un sábado como otro cualquiera con la particularidad de que aquel sábado había exámenes en la Universidad y todos los alumnos pasaban por los pupitres para hacer la Gran Prueba. A ellos les tocó compartir puerta con puerta.
Hacía mucho tiempo que no sabían el uno del otro pese al amor que se habían profesado. Juan y Antonio se conocieron un 5 de enero de hacía largos meses y desde el primer momento supieron que estaban hechos el uno para el otro. Sin embargo, las cosas no les fueron bien y el orgullo del uno y el agotamiento del otro les llevó al silencio, un silencio ridículo y fuera de contexto que llenó los siguientes días y meses.
Pero había llegado ese sábado y ahora se examinaban en aulas contiguas. Y fue así como se encontraron en la sala que antecedía a las aulas, una sala grande y con varios bancos dispuestos sin ningún orden, una sala gobernada por un enorme cristal a través del que se podía contemplar los jardines de la planta baja. Claro, que para Juan y Antonio los jardines eran lo de menos.
No esperaban encontrarse y cuando sus miradas se cruzaron la sorpresa fue grande para ambos. Se acercaron lenta y pausadamente como lo haríamos ante un león dormido, sigilosa y cuidadosamente, sin hacer ningún movimiento que puediera sobresaltar o molestar al león. No, no interesaba despertar a la bestia...
Al principio ambos estaban tímidos, pero al poco tiempo Antonio le preguntó a Juan:
-¿Por qué no me llamaste? Dijiste que lo harías...
[Silencio]
-No creí que fuera lo más oportuno, no habría servido de nada.
-¿No habría servido de nada hablar de lo nuestro?
-Eso fue lo que pensé.
[Silencio]
-A mi me parece cobarde por tu parte...
-Es posible.
Antonio debía marchar pues había quedado con unos amigos para cenar en la Xampañería. Sin embargo, Juan dio un paso adelante y venciendo su típica timidez le pidió si podían hablar sobre lo que había sucedido.
-¿Pero quieres hablarlo? ¿No decías que era absurdo hablarlo?- preguntó Antonio.
-Sí, al principio; pero después me di cuenta de que me había equivocado aunque ya era demasiado tarde para decírtelo... Creo que es momento de hacer lo correcto.

Antonio le seguía amando y aunque le había hecho mucho daño quería escuchar lo que tenía que decirle. Ambos hablaron largo y tendido, y ambos escucharon. Cuando ya lo hablaron todo, rieron y se acomodaron en la compañía del otro. Y cuando ya lo rieron todo, se besaron y se amaron.