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martes, 2 de septiembre de 2008

Ciclo de agradecimientos: DESCONOCIDO

Tras los cristales el viento azotaba con fuerza las pocas hojas de los árboles. Estaba resultando un otoño duro y se apreciaba un invierno aun más crudo. Allá la noche era oscura y salvo el silbido del aire que se colaba por las rendijas de las viejas casas todo estaba en silencio. Hasta los búhos del bosque estaban quedos...
Sin embargo, en el hogar reinaba la calidez. La chimenea estaba funcionando a pleno rendimiento, ora exhibiendo grandes llamas de tonalidades rojas y amarillas, ora chispeando y crispando fuertemente sobre la madera aun húmeda. La televisión alegraba el hogar de vivos colores danzantes sobre las blancas paredes, de vivos sonidos variados. Aun se sentía el olor de la cena todo y que hacía buen rato que habían terminado; un olor intenso de cocido de carne con sus aromas contundentes; un olor que empezaba a mezclarse con el aroma del té y las pastas de licor.
La abuela se disponía a narrar sus historias, sus batallitas o sus anécdotas (según le fueran surgiendo) a sus estimados nietecitos que ya se habían estirado encima de la alfombra esperando su recompensa de la semana, como todos los viernes. Por supuesto, se habían preocupado de ahuecarle el cojinazo de la mecedora y colocar ésta entre la chimenea y los ventanales, como a la abuela le gustaba... Sabían perfectamente que las alternativas de dejarle tan embarazoso esfuerzo a la anciana sin acabar aburridos de la espera eran mínimas, así que inmediatamente les daban permiso a levantarse de la mesa corrían a disponerlo todo en su correcto orden.

Veréis... hoy mientras cenábamos he recordado aquella vez que estuve con Ge en un pueblo de cuyo nombre no consigo acordarme... ¿Cómo se llamaba? (largo silencio)... Bien, es igual... no es relevante para la anécdota... Os he hablado muchas veces de Ge... era mi mejor amigo cuando era joven... y un desastre; aquel día su despensa se había quedado completamente vacía...

Recuerdo que la noche anterior celebramos alguna fiesta... Y la fiesta debió ser sonada porque despertamos a las 20:30 horas del día siguiente... Recuerdo que desperté en el piso de arriba... un piso de techos bajos en el que hacía mucho calor... Él dormitaba en el sofá de abajo... Tras despertarle nos fuimos a tomar unas pintas al Irlandés de al lado... y sin quererlo nos dio la 1:30 de la madrugada... La noche en aquel pueblo era bastante tranquila, aun siendo sábado...

La verdad es que nos sorprendió el hambre a unas horas en las que encontrar algo de comer era más difícil que encontrar dos policías agradabl...

Nieta: ¡¡Eso no es cierto!! El otro día nos contaste que una vez en Madrid dos policías te hicieron de taxista...

Es cierto... jeje... De cualquier forma, encontrar comida a esas horas de la noche en ese pueblo suponía ser una historia imposible... No sé durante cuanto rato estuvimos dando vueltas por las calles, preguntando... Desesperados entramos en un club que disponía servicio de restaurante... Esperábamos que con un poco de suerte les hubiera sobrado alguna barra de pan... Pero tal suerte no existió así que empezamos a asumir que aquel día tocaba seguir bebiendo para olvidarnos del hambre...

Padre: Madre... ¿cuántas veces le he de decir que no hable así delante de los niños?
Abuela: Ay, ay, ay... ¡¡qué vas a hacer de esta vieja anciana!! A estas edades una no puede cambiar ya...

Como iba diciendo... en aquel club no había bocado para nosotros así que agachamos las cabezas en son de rendimiento... Mas cuál fue nuestra sorpresa... cuando vi aparecerse delante de mí una caja de pizza. La cargaba un chico joven y no dudé en abalanzarme sobre él:

Ju: ¡¡Uhhhhhh!! (señalando la caja)
Ja: ¿La quieres? (por supuesto se refería a la pizza...)
Ju: ¿De dón...?
Ja: Toma

(Me abrió la palma de la mano que señalaba nerviosamente la caja... y dispuso su pizza sobre ella...)

Ge: ¿Y tú? (por lo visto también mi amigo se abalanzó sobre la caja de la pizza)
Ja: Ya comeré algo cuando llegue a casa...
Ju: ¿En serio?
Ja: Sí...

...La pizza estaba tan rica...

5 comentarios:

  1. Abuelita, abuelita que ojos tan grandes tienes, para que son? Para mirarte mejor. Y que orejas tan grandes tienes, para que son? para oirte mejor. Abuelita, abuelita que coño es ese bulto que tienes entre las piernas???????
    Perdón. Creo que la abuelita de este post no de la que estaba hablando, que cabeza la mía!!!.
    La abuelita contando sus batallitas. Que tierno. Es bueno saber que en su juventud encontró a alguien dispuesto a darle algo sin pedirle nada a cambio, sacrificandose para que ella disfrutara de esa maravillosa pizza.
    En una sociedad donde cada vez todo el mundo va más a la suya y donde desgraciadamente preocuparse por los demás ya no es algo tan habitual, el echo de saber que aún quedan personas dispuestas a actos desinterados hace que levantarse por las mañanas a veces valga la pena.

    Roni.

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  2. XDD En eso mismo pensaba yo. Esta anécdota junto a la de los polis de Madrid me da que pensar... ¿Será que el mundo occidental se está abriendo a la generosidad? :__)

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  3. Pues no se no se no se, pero esta historia me suena de algo,je,je....

    Hay que perseverar pues a veces ,nunca se sabe cuando, puede aparecer una alma caritativa, aunque esa pizza igual se la dieron a él también y estamos delante de una pìzza "rotativa"...

    Estupendo post como siempre!!

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  4. Uhm... ¡¡qué será que muchas historias te suenan!!
    En esta vida si quieres algo siempre hay que perserverar... nunca sabes cuando vas a encontrar esa alma generosa que te va a devolver la vida con una ¿pizza rotativa?

    Moraleja del cuento: lo bueno si gratis, tres veces bueno: Minix... jiji!!

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  5. lo bueno gratis no solo es tres veces bueno por ser gratis, tambien por el valor que representa entre quien lo da y quien lo recibe, y en esta vida el valor no tiene nada que ver con el precio, lastima que las personas se guien por el precio y no den valor a las cosas ni a las personas.

    Paco

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